La portada de mañana
Acceder
Ribera comparece en el Congreso mientras se ultima el acuerdo en Bruselas
“No hay que ser matemático”: los científicos ponen la crisis climática ante los ojos
Opinión - Mazón se pone galones. Por Raquel Ejerique

El exceso de cesáreas inadecuadas no provoca que los humanos tengan cráneos más grandes

Esta misma semana un estudio teórico realizado por un grupo de antropólogos ha concluido que las cesáreas están provocando un cambio evolutivo, haciendo que aumenten ligeramente las tasas de embarazos en los que el feto es demasiado grande respecto a la pelvis de la madre, lo que se conoce como desproporción fetopélvica.

Las cesáreas permiten que los bebés muy grandes gestados en madres más pequeñas sobrevivan mientras, con un parto exclusivamente natural, solían estar destinados a morir. Su legado genético sigue adelante, en lugar de desaparecer.

Sin embargo, el estudio –basado en modelos matemáticos– ha servido para que, algunos medios hayan interpretado que es el exceso actual de cesáreas lo que está provocando que nazcan niños con la cabeza más grande. “Esas afirmaciones son, por supuesto, simplificaciones burdas”, explica a eldiario.es el principal autor del estudio, el antropólogo de la Universidad de Viena, Philipp Mitteroecker.

Cuando se da un caso de desproporción fetopélvica, el tamaño relativo del feto respecto la pelvis de la madre hace que un parto natural sea inviable, con lo que se suele proceder a practicar una cesárea.

Según Mitteroecker, “antes de que hubiera cesáreas tanto la mujer como el bebé podían fallecer, con lo que los genes relacionados con una pelvis estrecha o con un feto grande no se transmitían a la siguiente generación, mientras que ahora sí se heredan y, por lo tanto, el grupo genético está cambiando”.

Es decir, estos posibles cambios evolutivos solo se estarían produciendo debido precisamente a las cesáreas médicamente bien prescritas y que están indicadas para esos casos de desproporción fetopélvica. Nada tienen que ver con el supuesto exceso de cesáreas –es decir, aquellas intervenciones que no responden a necesidades reales– que se da en muchos países en la actualidad.

“Nuestros resultados se basan en un modelo matemático, no en las tasas crecientes de cesáreas”, asegura Mitteroecker, quien insiste en que “el alto número de cesáreas médicamente no indicadas no tiene nada que ver con nuestro estudio y nosotros no tenemos nada que decir sobre ellas”.

Las cesáreas, solo en caso necesario

El alto número de cesáreas que se da en muchos países ha abierto un debate durante los últimos años en la comunidad médica internacional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cesárea “es eficaz para prevenir la morbimortalidad materna y perinatal”. Sin embargo, recuerdan que este procedimiento “está asociado a riesgos a corto y a largo plazo”.

Desde 1985 la OMS recomienda que las tasas de parto por este procedimiento no superen el 10% en ninguna región del mundo. Durante los últimos años esta organización ha modificado ligeramente sus recomendaciones y ahora asegura que “debe hacerse todo lo posible para realizar cesáreas a todas las mujeres que lo necesiten en lugar de intentar alcanzar una tasa determinada”.

La eliminación de esa tasa de entre el 10% y 15% fue refrendada el pasado año gracias a un estudio publicado en la revista de la Asociación Americana de Medicina, en el que los científicos concluyeron que esas cifras eran “demasiado bajas” y que un porcentaje de hasta el 19% estaba asociado a mejores cifras de mortalidad, tanto de madres como de bebés.

En la actualidad, aunque existen muchos países en los que las tasas de cesáreas son muy altas, como Brasil, que alcanza el 50%, muchos especialistas coinciden en que lo importante no es el número, sino que se realice solo cuando haya motivos médicos, ya que las intervenciones quirúrgicas siempre conllevan un riesgo. En España, según los últimos datos disponibles, el porcentaje de cesáreas se sitúa en torno al 21%.

¿Por qué los partos humanos son tan duros?

El trabajo de Mitteroecker, publicado en la revista PNAS, está dedicado a analizar los partos desde un punto de vista evolutivo. Los investigadores tratan de averiguar por qué en los seres humanos el feto tiene un tamaño tan grande en relación con el canal de parto, especialmente si lo comparamos con otros primates, y se plantean por qué no hemos evolucionado para tener pelvis más anchas, si eso facilitaría el parto.

Según el modelo desarrollado por Mitteroecker y sus colaboradores, la probabilidad de supervivencia aumenta con el tamaño del bebé relativo al tamaño de la pelvis materna, dado que los datos médicos muestran que los recién nacidos más grandes tienen tasas de supervivencia más altas y que las pelvis anchas, pese a suponer una ventaja para el parto, se asocian con mayores riesgos de prolapso de órganos y defectos similares. 

“Hay dos fuerzas selectivas opuestas”, explica Mitteroecker, “una que tiende a hacer que los recién nacidos sean más grandes y las pelvis más estrechas, y otra que tiende a hacer que los recién nacidos sean más pequeños y los canales de nacimiento más grandes”. Sin embargo, continua este investigador, “las cesáreas han eliminado en gran medida el segundo mecanismo de selección, dejando sólo el primero, que llevaría a tener recién nacidos más grandes y pelvis más estrechas”.

Es importante señalar que el trabajo de estos investigadores no se basa en datos reales de la tasa de desproporción fetopélvica, que según la literatura científica es estable, sino que es una predicción basada en modelo matemático. “Al no tener datos utilizamos una incidencia del 3% de desproporción fetopélvica antes de las cesáreas y con este dato pronosticamos un aumento de entre un 10% y un 20%”.