El Ministerio de Industria, por boca de un alto cargo, ha asegurado que las actividades del proyecto Castor para almacenar gas frente a las costas de Castellón no se reanudarán “hasta que no exista una seguridad al 100% de que estas actividades no pueden provocar seísmos”. Según este razonamiento, el proyecto, que ha supuesto una inversión de 1.200 millones de euros, no podría ponerse de nuevo en marcha. Los técnicos que está consultando el Gobierno afirman que, desde el punto de vista científico, asegurar al 100% que no volverá a haber terremotos como los que se han producido, e incluso mayores, es imposible. No obstante, indican que, con la paralización de la inyección de gas a alta presión en el subsuelo, lo normal sería que los sismos fuesen remitiendo.
En una peculiar rueda de prensa en la sede del Ministerio de Economía y Competitividad, en la que los responsables de comunicación del Gobierno han pedido que no se citase por nombre a los altos cargos y expertos comparecientes, el Ejecutivo ha tratado de lanzar un mensaje de tranquilidad tras la serie de pequeños terremotos que han sentido en los últimos días los habitantes de Vinaroz (Castellón). Pese a la contradicción entre sus declaraciones, que piden seguridad absoluta para el almacén de gas, y las de los técnicos, que afirman que eso es imposible, el alto cargo de Industria presente en la sala aseguró que eso no descarta aún que el proyecto Castor vaya a seguir inyectando gas a alta presión en una antigua explotación petrolífera bajo el Mediterráneo. “Esperemos a los informes”, ha dicho.
El fuego que está tratando de sofocar el Gobierno comenzó el pasado mes de septiembre, cuando en Vinaroz se empezaron a sentir una serie de leves movimientos sísmicos que han acabado por provocar una alarma importante en la población. El mayor de ellos alcanzó una magnitud 4,2 y por el momento no se han producido daños personales ni materiales. Ante esta situación, se han reclamado responsabilidades, afirmando que no se había realizado un informe sísmico previo para asegurarse de que la actividad de almacenamiento de gas no provocaría terremotos. Un experto presente en la rueda de prensa ha afirmado que, pese a la falta de ese informe previo, ellos habían visto el proyecto y “la información geológica era adecuada”.
Ahora, los geólogos tienen previsto colocar dos nuevos sismógrafos en las islas Columbretes, cerca de la plataforma del proyecto Castor. Hasta el momento, la lejanía de los sismógrafos instalados en la zona impide determinar con precisión el epicentro de los movimientos sísmicos. Esta información ayudará a conocer qué ha sucedido exactamente y hasta qué punto han influido las actividades de almacenamiento de gas.
Desde hace décadas, se sabe que inyectar fluidos a alta presión en depósitos subterráneos, ya sea para almacenar gas o para guardar desechos industriales, puede producir pequeños terremotos. Lo que sucedió en Castellón no ha sorprendido a los expertos, pero ellos entienden que las personas que hayan sentido los sismos puedan alarmarse. “Yo he vivido varios terremotos en mi vida”, contaba el experto. “Uno, en Tokio, en lo alto de un hotel, de magnitud 7,1″, recuerda. ”Ese para mí fue muy relevante, pero para mí fue más relevante uno que viví en Granada de 4,2″, ha afirmado, ejemplificando el grado de subjetividad que hay que tener en cuenta a la hora de valorar cómo vive cada persona un terremoto.