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Cinco indicadores que permiten vislumbrar (con cautela) el final de la pandemia en España

Las peores predicciones no se han cumplido. El fin del estado de alarma, a pesar de haber dejado imágenes ruidosas de concentraciones y de laxitud con las medidas de seguridad, no se ha traducido de momento en un aumento de casos de COVID-19. Al revés: los principales indicadores han bajado o se han estabilizado y permiten vislumbrar, con cautela, el final de la pandemia en España. Ni siquiera Fernando Simón descarta su cercana retirada de los focos. “Tengo ganas de finalizar esta rutina”, admitió el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias frente a los medios el lunes pasado. Lo hizo después de dar el parte de datos positivos, tanto epidemiológicos como de vacunación, pero haciendo una llamada a la prudencia.

“El problema no es el turismo, sino la euforia”, alertó respecto a la campaña de atracción de turistas británicos, cuyo Gobierno se resiste a calificar a España como país de bajo riesgo. Los datos, desde luego, le dan la razón. Aunque desde la caída del estado de alarma la incidencia acumulada a 14 días ha bajado más de 70 puntos –de 198 a 124 casos por 100.000 habitantes–, aún quedan semanas para alcanzar el objetivo de los 50 marcado por el Gobierno. En ese momento, la transmisión comunitaria estará controlada en España. 

Sin embargo, la incidencia es un indicador cada vez menos relevante. Antes era el faro, luz y guía del documento de actuaciones coordinadas entre las comunidades frente a la pandemia, y ahora hay que leerlo en conjunto y con tiento. En esta nueva interpretación, cinco indicadores desvelan un “momento para el optimismo”, como expresa Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). 

Primero: edad y cantidad de hospitalizados

El dato clave que los expertos consultados coinciden en señalar es el efecto de la vacuna en la presión asistencial. La última semana de enero fue en la que se registraron más ingresos en hospitales por COVID-19 en todos los grupos de edad, y desde el 22 de junio, el 65% de los hospitalizados han sido mayores de 60 años. Pero en la última semana, este grupo de edad representa el 52% de los ingresados. “Me esperaba una bajada más acusada, pero tiene sentido porque los hospitalizados, en general, están en mínimos”, explica Javier Álvarez, analista de datos y asesor de la Consejería de Salud asturiana.

La ocupación hospitalaria por COVID está en un 3,9%. Ha pasado de 8.605 pacientes en la primera semana de mayo a los 4.813 actuales. “Me llama la atención la forma robusta en la que bajan los hospitalizados”, coincide Saúl Ares, investigador del CSIC. El experto pide no centrarse en la edad de los pacientes, que a la fuerza es menor debido a la vacunación. “No hay más jóvenes hospitalizados, pero la proporción respecto a otros tramos de edad es mayor porque los de más de 60 están protegidos”, recuerda. De hecho, los ingresos de las personas de 0 a 49 años, comparados con su pico en la tercera ola, representan un 22% de los que había entonces.

Con cautela: Aunque la presión hospitalaria está bajo control en casi todas las regiones del país –Madrid aún cuenta con un 7,7% y Euskadi con un 7,8%– la desocupación de las UCI está yendo a un ritmo más lento porque quienes las llenan “son más jóvenes y presentan cuadros más largos que les obligan a ingresar más tiempo”, explica Javier Álvarez. “Hemos normalizado tener unidades de cuidados intensivos con más del 20% de ocupación por una sola enfermedad, y eso que damos datos de UCIs extendidas que están muy por debajo de la ocupación real”, reconoce el asesor en Asturias. De hecho, sin ampliaciones artificiales, la ocupación en UCI –actualmente del 14,7%– escalaría a un 40%.

Segundo: la mejor positividad desde septiembre

La positividad, que mide el número de pruebas que confirman la infección por COVID-19 del total realizado, está en su mejor momento. Por primera vez desde septiembre, España presenta una tasa por debajo del 5%, requisito fundamental para considerar una epidemia bajo control según la OMS. Con un 4,97% y una tasa de 1.511 pruebas por cada 100.000 habitantes en una semana. “El mínimo necesario, según la OMS, es de 1.000 por semana, y nosotros estamos haciendo 1,6 veces lo que propone, en un periodo de claro descenso de incidencia y en primavera”, advirtió Simón ante la pregunta de si se detectaba lo suficiente.

“Entre la gente vacunada sí es más fácil que los casos sean asintomáticos, pero entre los que no lo estamos tendrían que seguirse dando cuadros normales”, explica Saúl Ares respecto a si la bajada de media de la edad de los contagios podría estar generando una ola silenciosa. El problema con este indicador es que se puede “artefactar” –manipular–, según los expertos.

Con cautela: “La positividad sería muy útil si todos tuviéramos un estándar, pero cada comunidad puede obtener la que más le convenga según sus protocolos: es un tema de cantidad, pero también de dónde buscas”, advierte Álvarez. Las comunidades que más pruebas han hecho la última semana son Baleares (2.267 por cada 100.000 habitantes), Navarra (2.253), Madrid (2.075) y Euskadi (2.018). “Los cribados masivos, por ejemplo, arrojan resultados muy sesgados”, reconoce. Además, hay seis CCAA que superan el 5% de positividad. Las que más, Aragón (9%) y Andalucía (7,8%). También son dos de las que menos pruebas diagnósticas hacen.

Tercero: ningún territorio en riesgo extremo

Por primera vez en meses, España no tiene ningún territorio en riesgo extremo y los casos están en mínimos desde el 14 de agosto. Los analistas coinciden en elegir la incidencia a 7 días, a pesar de ser más variable que la de 14, que muestra una tendencia asentada. “Se entiende peor, pero matemáticamente es mucho mejor: cuando la IA a 7 sube, ya llegas tarde”, explica Álvarez, asesor del Gobierno de Asturias. “Ahora mismo está muy por debajo de la mitad de la de 14 –56 casos frente a 124– y es una forma rápida de ver la bajada: otro indicador optimista”, dice el investigador del CSIC, Saúl Ares.

Por otro lado, la incidencia por grupo de edad también mejora. La edad media de los casos acumulados es de 43 años; pero la edad media de la última semana es de 37 años. Desde el 22 de junio, el 21.2% de casos se han dado en mayores de 60 años; pero en la última semana estos han representado un 14%. “Estos días escucharemos a gente culpando a los botellones, pero no, es un claro efecto de la vacunación”, dice Pedro Gullón, coautor del libro Epidemiocracia. “Para mí, la baja incidencia en personas mayores es el indicador más optimista”, reconoce. “Yo también lo soy, porque aunque no bajase o mesetase, ya no impactaría de igual manera en hospitalizados y fallecidos”, añade Álvarez.

Con cautela: Euskadi, La Rioja, Melilla, Aragón y Madrid rondan una incidencia a 7 días de 100 casos. Casi el triple que otras como Asturias, Canarias, Galicia o Murcia, y ocho veces más que en Comunitat Valenciana, Castilla La-Mancha y Baleares. Esa subida implica que “el virus todavía está entre nosotros” y que “hay una incidencia importante”, dice Ares.

Cuarto: medio millón de dosis puestas el fin de semana

Una de cada seis personas mayores de 16 años ha recibido al menos una dosis de vacuna en España. Además, tiene al 100% de sus mayores de 80 años inmunizados, lo que le sitúa a la cabeza de la UE en la vacunación de los mayores. “Hemos puesto medio millón de dosis del viernes al lunes y cada día se ponen más que en la semana anterior”, explica Saúl Ares, del CSIC. “El efecto de esta vacunación masiva o acelerada lo vamos a ver a partir de ahora en todos los indicadores”, asegura.

Con cautela: En las últimas dos semanas, el ritmo de vacunación ha caído un 20% (de 390.000 dosis diarias a 317.000) por la falta de nuevas dosis de AstraZeneca y Moderna. El 37,3% de la población ha recibido al menos una dosis, pero conviene recordar que el músculo del sistema sanitario nacional a veces no es suficiente, y que la velocidad se puede ralentizar por cuestiones ajenas al calendario de inmunización.

Quinto: menos muertes respecto a abril (pero aún demasiadas)

Las muertes son el indicador pseudo-optimista o agridulce del listado. Los expertos creen que hay que analizarlo con cautela desde el primer momento, porque si bien están bajando, España sigue registrando cifras altísimas diarias de fallecidos por COVID-19: 58 personas de media en la última semana. “Es como si se estrellara un autobús lleno todos los días”, compara Ares. “Creo que los hemos ignorado muchísimo”, comparte Javier Álvarez. “Nos fijamos solo en las curvas por si sube o si baja la pendiente, pero lo importante es la integral: el área debajo de la curva, que son las personas que están muriendo”, ilustra el analista. 

Del 3 al 17 de mayo, murieron 817. Sin embargo, en el mes de abril, cada 14 días fallecían 1.200 personas. “Parecía que esa cifra se había estabilizado y hemos logrado bajarla, lo cual es muy positivo y parece que la tendencia de las próximas semanas es que pueda bajar un poco más”, recuerda Pedro Gullón. “Nos creemos que todo es inmediato: el efecto de la primera dosis y la muerte por coronavirus, pero mucha de esa gente quizá llevaba dos, tres semanas o un mes en una UCI”, alerta el asesor asturiano. Por eso consideran tan importante reducir el dato de la ocupación en intensivos. “No hablamos de ello por pudor o por tabú, pero no se nos pueden olvidar”, concluye Saúl Ares.