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El mundo de las pseudoterapias intenta enterrar las críticas a golpe de demandas judiciales
El caso de Rocío Monasterio, que firmó presupuestos y certificaciones de obra sin tener el título de arquitecta, es algo habitual en el mundo sanitario desde hace varias décadas. Personas que se presentan como profesionales de la salud, aunque no poseen ningún título sanitario oficial, y que aplican casi normalmente las más peregrinas pseudoterapias sin respaldo científico a sus pacientes: homeopatía, medicina ortomolecular, acupuntura, reiki, iridología... Las semejanzas entre Monasterio y estos pseudoterapeutas no se limitan solo a este detalle. De la misma forma que Monasterio se libró del castigo del Colegio de Arquitectos, que archivó la denuncia por intrusismo alegando que no estaba colegiada por aquel entonces, multitud de intrusos sanitarios ejercen a sus anchas sin que los correspondientes colegios sanitarios actúen al respecto. Desafortunadamente y en numerosas ocasiones, tiene que morir alguien para que un colegio sanitario se decida a intervenir.
En los últimos años, ha aparecido y proliferado un nuevo tipo de intrusismo sanitario entre los autodenominados coaches en el ámbito de la salud. De forma similar a los pseudoterapeutas anteriores, en este ámbito abundan personas que ofrecen servicios sanitarios en ámbitos como la nutrición, la psicología o la medicina, sin tener el correspondiente título sanitario. La falta de regulación en el coaching favorece la aparición de tales prácticas sanitarias. Para justificarse frente al intrusismo, los coaches sanitarios suelen argumentar que no ofrecen servicios sanitarios porque no son profesionales sanitarios, sino lo que hacen es “orientar” a las personas hacia una vida más saludable.
Fernando Frías, abogado experto en el ámbito de la legislación sanitaria, aclara lo que dice la ley al respecto sobre un coach sanitario: “Desde el momento en que se trate de una actividad dirigida ”a la promoción y mantenimiento de la salud, a la prevención de las enfermedades y al diagnóstico, tratamiento, terapéutica y rehabilitación de los pacientes“, como dicen los tribunales, es una actividad sanitaria y está reservada a profesionales sanitarios con titulación oficial. Además, está sujeta a autorización previa por parte de la consejería autonómica correspondiente. Todo ello está definido según el Real Decreto 1277/2003. Decir que, como no tienen título oficial, lo suyo no es una actividad sanitaria, es como si yo llevara un autobús diciendo que como no tengo permiso de conducción, no estoy conduciendo”.
Sin embargo, Frías incide en que calificar a los coaches sin título sanitario como intrusos es más complicado: “El Derecho Penal se debe interpretar de forma muy restrictiva y si no está muy claro a qué profesión correspondería realmente la actividad, los tribunales no suelen considerar que se trate de un delito de intrusismo. Vamos, sería ilegal y podría ser sancionado por la vía administrativa, pero por la penal, hoy por hoy, es difícil.”
Entre los casos de coaches sanitarios más mediáticos y polémicos destaca, en el área de la psicología, Elena Lorenzo. Lorenzo no es psicóloga, pero se presenta como “coach profesional certificada”, concretamente en orientación sexual. La coach apareció hace meses en los medios porque, además de haber sido multada por la Comunidad de Madrid por ofrecer terapias de “conversión” de la homosexualidad, se había detectado que captaba clientes en una app de ligue para gays. Lorenzo rechaza dichas acusaciones afirmando que era una suplantación de identidad, aunque no aportó ninguna prueba de ello. Llama la atención que Lorenzo siguiera en activo teniendo en cuenta que el Colegio de Psicólogos preparó una demanda contra ella en 2017 por intrusismo. ¿Qué ocurrió? Que, al igual que con Monasterio, el Colegio de Psicólogos no pudo formalizar la demanda por no estar colegiada.
Además de la psicología, abundan los coaches en nutrición, muchos asociados a empresas de negocio multinivel como Herbalife o 4Life, sin ningún tipo de titulación oficial en dicha área. Hace tan solo unas semanas, el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa) alertaba de un incremento de intrusismo por Internet. Concretamente, el 57% de las denuncias que recibió el Colegio se referían a la intromisión de profesionales no especializados que ejercían su actividad a través de portales web o perfiles en redes sociales. Entre los coaches de nutrición más mediáticos destaca Patricia Pérez, gurú nutricional de famosos, que aparece a menudo en diferentes medios de comunicación y libros recomendando pautas de nutrición sin ningún respaldo científico. Además, Pérez carece de titulación para atender a personas como nutricionista y, sin embargo, se comprobó que pasaba consulta como tal. Aunque diferentes nutricionistas denunciaron públicamente tal práctica, no se han tomado medidas legales.
A la vista de estos casos. ¿Qué ocurriría si un paciente, al acudir a un coach sanitario sin título, éste le recomendase o aplicase medidas que fueran en contra de su salud? Frías explica que “si puedes demostrar que ha empeorado tu salud podría tratarse de un delito de lesiones. También podría haber delitos contra la salud pública (por los productos que venda o prescriba), de publicidad ilícita, etc., pero habría que ver caso por caso. Tampoco sería considerado estafa por aquello de que 'el derecho penal no ampara a incautos'. Se podría intentar conseguir una indemnización por la vía civil, pero es un proceso largo y complicado”.
A la vista del panorama legal, estos coaches tienen manga ancha para seguir realizando actividades sanitarias, con la misma facilidad y las mismas consecuencias con las que Monasterio firmó como arquitecto sin serlo.
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