La Comunidad de Madrid ha autorizado recientemente la caza de pájaros cantores como jilgueros o verderones, una práctica que motivó un expediente de sanción europeo contra España suspendido en 2019 al paralizarse los permisos en todas las comunidades autónomas.
Esta nueva autorización “excepcional complementaria” contempla que estos cazadores, llamados silvestristas, se queden con ejemplares macho de jilguero, pardillo o verderón común “para la reposición de cimbeles y reclamos”, según el documento que ha podido ver elDiario.es. El silvestrismo, en origen, es una modalidad cinegética que apresa pájaros por cómo cantan. Tradicionalmente, estos pájaros han sido utilizados para entrenar a otros ejemplares en sus trinos y participar en concursos de canto que todavía funcionan. Esto derivó en la captura de cientos de miles de estas especies durante años y la reprimenda oficial de la UE por contravenir la normativa de protección de aves.
El permiso actual de la Consejería de Medio Ambiente está inscrito, según aparece en el documento firmado el pasado 22 de septiembre, “dentro del programa de seguimiento de las poblaciones de fringílidos”, denominado Sefricam. Este programa fue autorizado –y subvencionado– por la Comunidad de Madrid a la Federación Madrileña de Caza en 2018, pero ahora el Ejecutivo madrileño le añade un paraguas legal para quedarse con pajaritos para la “cría en cautividad” no contemplada anteriormente, según ha contestado a elDiario.es.
Con todo, lo que especifica la autorización es que podrán apoderarse de algunas aves para actuar como reclamo para atraer más pájaros: “Para la reposición de cimbeles y reclamos”, describe el documento. Pero Medio Ambiente justifica su decisión a elDiario.es con que “no existe otro medio alternativo para nutrir de suficientes ejemplares vivos a los voluntarios que participan en el proyecto de cría, por lo que se necesita acudir a las capturas”. Es decir, afirma que permite cazar esos ejemplares para producir más.
Sin embargo, la revisión de la memoria técnica del proyecto solo indica como objetivos “la obtención de un censo (...) y su distribución a nivel regional”, el “estudio de las distribuciones de población”, “dar a conocer los valores del medio natural, su uso público sostenible y la compatibilidad con las actividades deportivas”, realizar “actividades de formación” y “documentar el proyecto”. Ningún punto sobre cría.
El propio director del proyecto Sefricam, Pablo Luis López Espí, repetía esos objetivos durante una comparecencia en el parlamento regional de la Asamblea de Madrid en abril de 2019: “Censo poblacional de fringílidos” y “las distribuciones poblacionales con los distintos hábitats de la Comunidad”. López Espí fue nombrado en noviembre de 2018 delegado provisional de Silvestrismo de la Federación Madrileña de Caza. Esta organización no ha contestado a las preguntas de elDiario.es.
El Gobierno autonómico insiste ahora en que “desde 2017 no han podido capturar ningún ejemplar. Por lo tanto, y para mantener la viabilidad científica del proyecto, se ha visto la necesidad de capturar y retener excepcionalmente algunos ejemplares para reponer las pérdidas naturales de estas aves entre los voluntarios que participan en el proyecto”.
Expedientes por intentar quedarse ejemplares
Durante años, a pesar de que la ley europea prohíbe la caza de ejemplares silvestres, cada temporada las comunidades autónomas autorizaban la captura de decenas de miles de fringílidos es decir, pájaros cantores: entre 2013 y 2015 los cupos sumaron 900.000 ejemplares. La normativa indicaba que solo podían apresarse pájaros “durante el mínimo tiempo posible hasta alcanzar un sistema de cría en cautividad viable” o “evitar efectos negativos de la endogamia” cuando se esté realizando la cría en cautividad.
Lo que sospechó la Comisión Europea es que las autorizaciones excepcionales encubrían capturas masivas de pájaros y, por lo tanto, era un permiso para el silvestrismo. Ante este panorama, Bruselas abrió un expediente de sanción contra España cuyo último aviso se firmó el 17 de mayo de 2018. En julio de 2019, finalmente, el Ministerio de Transición Ecológica pudo confirmar a Bruselas que se habían acabado las “autorizaciones excepcionales de captura en el medio natural de aves fringílidas”. Se paralizó el expediente, aunque las autoridades comunitarias recordaron que, si se reactivaban los permisos, podrían retomar el expediente sancionador.
Desde que en la Comunidad de Madrid se puso en marcha este proyecto Sefricam, los agentes forestales han tenido que abrir expedientes al inspeccionar grupos que participaban en el programa de seguimiento por intentar quedarse con alguna hembra o algún macho cantor, según cuentan fuentes del cuerpo. Para la temporada actual, que comenzó el primer fin de semana de octubre, llegó a los agentes esta nueva autorización que cubriría estos apresamientos.
En el Gobierno autonómico desligan su autorización del silvestrismo que llevó a España al borde de la sanción europea: “Sefricam tiene carácter científico. Los ejemplares que se retengan lo serán solo a los efectos de este estudio, y no tendrán la posibilidad de participar en los concursos de canto objeto del silvestrismo, por lo que no cabe plantear relación con el procedimiento de la Comisión Europea”, justifican.
La Consejería de Medio Ambiente permite así, a petición de la Federación Madrileña de Caza, “la retención en vivo” de algunos de los ejemplares que apresan los silvestristas en el proyecto de “seguimiento de poblaciones de fringílidos”. Es decir, da luz verde a enjaular y quedarse un cupo entre los pájaros que, en principio, cogen para identificar, medir, pesar, anillar y, en teoría, soltar de nuevo.
Al evaluar el ejercicio 2019, López Espí relataba de nuevo para qué está diseñado el Sefricam y destacaba la “información valiosísima, que no se había obtenido hasta ahora, tanto de las poblaciones y del estado de los hábitats como a qué zonas podemos asociar la abundancia o carestía de estas aves”. Y luego también afirmaba que “ponemos en valor la herencia cultural que supone el silvestrismo, que es la técnica que estamos practicando para obtener los datos científicos, y para fomentar y denunciar la necesidad de su conservación”.