La disyuntiva entre vacaciones y vacunación suma un nuevo capítulo. Mientras algunas comunidades aún refinan sus sistemas de autocita, muchas personas temen que les toque el pinchazo estando en la playa, el pueblo o el extranjero. Para el caso de los destinos nacionales, los responsables sanitarios buscan alternativas: la Comisión de Salud Pública enviará la semana que viene una propuesta de actuación a las comunidades autónomas sobre una posible vacunación en un territorio distinto al de residencia.
“Se está trabajando en un documento de casos excepcionales concretos”, adelantó el pasado lunes Fernando Simón. El coodinador del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias no ahondó en los supuestos, pero varios presidentes autonómicos le han tomado la delantera y se han mostrado partidarios de abrir la vacunación a los turistas. El ritmo de inmunización está en juego, pero también la temporada alta de un verano que apuesta todo a la recuperación del sector.
El 95% de los viajes de españoles en 2020 tuvo como destino España, con Canarias, Andalucía, Galicia y Catalunya como los destinos favoritos de los nacionales. Ante la posibilidad de que los ciudadanos pausen sus escapadas a la espera de recibir alguna de las dosis, varias regiones han puesto a disposición sus remesas de vacunas y su sistema sanitario. Otras, o no lo tienen tan claro o no se han pronunciado. Esta decisión supondría una carga más para Atención Primaria y hay quien prefiere apostar por la cautela, aunque con ello dejen escapar a un puñado de veraneantes.
¿Dónde podríamos vacunarnos?
La más efusiva ha sido Galicia, que se inclina por dar también la posibilidad a los extranjeros. “En un país que tiene como objetivo recuperar hasta 85 millones de turistas, debería haber vacunas suficientes para ofrecérselas a los que lleguen a España y que no estén vacunados” dijo Alberto Núñez Feijóo. Aunque sin llegar a tanto, otras regiones se han sumado a la idea de ofrecer inyecciones a los veraneantes, sobre todo en el caso de las segundas dosis. “Nunca por estas fechas había tantas reservas”, ha declarado el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla. El ritmo de vacunación tiene mucho que ver, y el 53% de los cántabros han recibido al menos una dosis. Así que mientras “no vaya en detrimento” de los locales, Cantabria accede a abrir las puertas de sus centros de salud a los demás.
Andalucía ha sido bastante rotunda también. “Si se encuentran fuera de su comunidad, se la ponemos nosotros”, ha asegurado el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. El político ha destacado que la comunidad autónoma es una “tierra solidaria”, aunque reconoce que será “un esfuerzo” que requerirá “una logística especial”. Ximo Puig, en la Comunitat Valenciana, ha defendido que los ciudadanos españoles deberían poder ser vacunados en cualquier comunidad autónoma. En su caso, no sería solo con las segundas dosis, sino también con las primeras, ya que quiere proclamarse como “un destino hospitalario”. De hecho, ya ha empezado a hacerlo.
Castilla La-Mancha no se niega a vacunar a personas desplazadas de otras comunidades si esa posibilidad cuenta en el reparto, ya que el número de habitantes por región es el único parámetro a la hora de recibir dosis. Una condición parecida a la que ha puesto Cantabria, que lo ha calificado de “compensación”. También Baleares ha aceptado, pero con matices: “Siempre de la mano del Ministerio, de manera oficial, y asegurándonos la llegada de estas vacunas”, indicó el director general del Servicio de Salud. Las islas reciben al año unas 200.000 personas de otras comunidades, algunas para trabajar durante el periodo estival. Si estas últimas ya han recibido la primera, “les pondremos la segunda dosis”, aseguran.
Galicia, Andalucía y Valencia han sido las más entusiastas con la idea; Baleares, Castilla La-Mancha y Cantabria lo sopesan si les garantizan dosis para los locales; Navarra y Castilla y León piden que la gente vaya vacunada "de casa"; y Euskadi se niega.
Más cautelosas han sido Navarra, Euskadi o Castilla y León. La primera cree que lo deseable es que cada persona se vacune en su comunidad y que si le coincide con las vacaciones, cambie la cita. Solo en el caso de gente que va a estar mucho tiempo fuera, es partidaria de que se le vacune en su comunidad, informan fuentes de la consejería de Salud de Navarra.
Algo parecido alegan desde Castilla y León, donde prefieren que la gente vaya “vacunada de casa”. Los portavoces de la consejería recuerdan que la segunda dosis puede retrasarse y que, si se trata de la primera, se puede esperar y recibirla en el lugar de residencia. La más tajante es Euskadi, que “ruega” que nadie rechace una cita para la vacuna contra la COVID por irse de vacaciones y que Osakidetza “garantiza la vacunación a las personas que viven aquí”.
¿Cuál sería el procedimiento?
A falta de detallar las condiciones, pues se entiende que no todo el mundo podrá acceder a la vacunación en su lugar de vacaciones, ya hay mecanismos para recibir atención en otras sanidades públicas. Si se trata solo de unos días, el Ministerio de Sanidad recomienda que se posponga la cita. Pero si las estancias son más largas, habrá que pedir la tarjeta sanitaria de desplazado, que permite obtener asistencia en cualquier lugar de España. Dicho papel se solicita y expide en el centro de salud más cercano al alojamiento vacacional, vale para tres meses y puede renovarse solo una vez más.
Respecto a si habrá suficientes dosis para cubrir a la población local y a la forastera, José Antonio Forcada, secretario general de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, cree que “en junio, julio y agosto, no va a haber problemas de desabastecimiento”, otra cosa es cómo se repartan las remesas entre las comunidades. No obstante, desde SATSE Valencia, el sindicato de enfermería recuerdan que también se da el flujo contrario. Esta comunidad es una de las que más turistas nacionales recibe, pero los valencianos a su vez salen fuera y se enfrentan a la misma casuística que los que veranean en su región. “No paran de llamarnos preocupados por si se podrán poner la vacuna fuera o recuperar su cita a la vuelta, así que no les pasa solo a los que vienen”, afirman.
El registro tampoco sería un problema. La base de datos de la vacunación funciona a nivel nacional, abarca a todas las comunidades e identifica al paciente, las dosis administradas, el tipo de vacuna y el lote al que pertenece. “Nadie va a quedarse en un limbo”, tranquiliza Forcada. Sin embargo, el vacunólogo encuentra varias trabas al plan de la vacunación veraniega.
Desde los despachos siempre se ve todo muy fácil, pero al final son las enfermeras quienes asumen el sobresfuerzo de la vacunación y los centros de atención primaria quienes organizan la gestión y las tarjetas de desplazado. Es decir, más faena
¿Qué complicaciones presenta?
“Desde los despachos siempre se ve todo muy fácil, pero al final son las enfermeras quienes asumen el sobresfuerzo de la vacunación y los centros de atención primaria la gestión y las tarjetas de desplazado. Es decir, más faena”, resume José Antonio Forcada, el portavoz de Anenvac. “Si se hace por motivaciones puramente económicas, no tiene sentido”, abunda. Si fuese por no retrasar los pinchazos, opina que sería distinto: “Las dosis no conviene retrasarlas dentro del límite estipulado, pero los mismos estudios dicen que se puede ampliar el plazo el doble de lo que dicta la etiqueta”. Lo ejemplifica con el retraso de las segundas dosis de AstraZeneca en el personal esencial, dictada por el mismo Gobierno. “Eran 12 semanas y lo amplió hasta 16”, recuerda.
Desde el sindicato de enfermería SATSE- Valencia critican lo mismo. “Tenemos clarísimo que el final de la pandemia pasa por la vacunación y que hay que facilitársela a la gente, que bastante ha tenido ya, pero siempre acompañado de una gestión sanitaria adecuada”, expresa su portavoz, María Luz Cascó. “Lo que no entendemos entonces es que no se hayan renovado 1.000 contratos de enfermeras que asistían en los módulos de vacunación”, lamenta. Además, hay que sumarlo al trabajo de rastreo, diagnóstico, a las consultas presenciales, “y todo en período vacacional”.
Por último, afean a los gobiernos autonómicos que los sanitarios se enteren de estos planes por la prensa. “Ha sido algo muy habitual durante esta pandemia”, observa Cascó. “Tienen que aclarar muy bien cómo piensan hacerlo y cómo van a gestionar las citas los sistemas de salud que no tienen los datos de los pacientes no empadronados”, pide Forcada, para quien hay otros asuntos por los que preocuparse antes, como la vacunación de los crónicos o de los colectivos vulnerables que aún quedan en el plan de vacunación.
Con información de Laura Cornejo (Castilla y León), Rodrigo Sáiz (Navarra) y las delegaciones de Euskadi, Castilla La-Mancha y Comunitat Valenciana.