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La COP25 afronta negociaciones “in extremis” en su jornada final
La COP25 del clima de Madrid enfila sus últimas horas con negociaciones “in extremis” y con la posibilidad de tener que “ir a la prórroga” hasta la madrugada del sábado, algo habitual en los veinticinco años de historia de estas reuniones internacionales.
Lo recordaba el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en una entrevista con la Agencia EFE, cuando señalaba que las cumbres se cierran en el último momento y todavía es posible obtener resultados relevantes. Madrid no parece que vaya a ser la excepción.
Las “tensiones” en las negociaciones de la COP25, apuntaba este jueves la ministra española en funciones para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, se centran en la disparidad de posturas de los delegados sobre el ritmo de su ambición climática.
Y es que, si hay palabras que se han repetido en estos doce días de Cumbre del Clima, estas son las de “elevar la ambición”, a pesar de que estos términos no se discutían en las negociaciones.
La regulación de los mercados de carbono (artículo 6 del Acuerdo de París) ha sido uno de los puntos angulares. Un acuerdo deseable, aunque no imprescindible en este momento, según fuentes de las negociaciones, que consideran preferible la ausencia del mismo a un mal acuerdo.
El reconocimiento, por primera vez, de la importancia crítica de los océanos como parte integral del sistema climático de la Tierra tanto para la mitigación como para la adaptación sería -si finalmente se mantiene la redacción de los grupos de trabajo- uno de los logros, además de avances en los mecanismo de financiación como el fondo verde del clima.
Y es que “el tiempo se acaba”, lema de esta conferencia, nunca ha estado tan presente en las intervenciones de los dirigentes políticos, científicos, empresarios y organizaciones ecologistas, entre otros.
En menos de veinte días arrancará 2020 y, con el nuevo año, la entrada totalmente en vigor del Acuerdo de París contra el cambio climático y con él los nuevos objetivos nacionales, al alza, de reducción de emisiones que deberán presentar los países.
También la UE, que desde la Comisión Europea, lanzaba esta semana en la fase ministerial su Nuevo Acuerdo Verde para alcanzar la descarbonización y neutralidad climática de carbono en 2050.
Organizada de manera “admirable” en apenas tres semanas, aseguraba Guterres, cuando estas citas se planifican habitualmente con un año de antelación, la COP25 de Madrid se prevé que quede como una cumbre que ha impulsado el multilateralismo frente a la crisis climática y ha ayudado a elevar la ambición e impregnar a todos los sectores.
Una cumbre que ya se conoce como la COP de Greta Thunberg, la joven activista sueca de 16 años en la que se centró la atención mediática.
Greta se unió a la “Marcha por el Clima” y, junto a 500.000 personas en las calles de Madrid, reclamó acción política ante la crisis y justicia climática.
Una COP en la que la misión oficial de Estados Unidos -principal emisor per cápita de CO2 y que ha solicitado formalmente su baja del Acuerdo de París- no ha tenido un papel destacado, algo que ha contrastado con la “delegación alternativa” al Gobierno federal, para demostrar que son muchos los estadounidenses que todavía están ahí en la lucha climática.
Pero también ha sido la COP del actor Harrison Ford, el cantante Alejandro Sanz, Antonio Guterres, el jefe del Gobierno español en funciones Pedro Sánchez, la ministra chilena Carolina Schmidt o la secretaria ejecutiva de la Convención de la ONU Patricia Espinosa.
También del exvicepresidente estadounidense y premio Nobel Al Gore, la presidenta del Congreso de EEUU Nancy Pelosi, el precandidato demócrata y multimillonario Michael Bloomberg o el antiguo secretario de Estado John Kerry y otros muchos nombres anónimos que han elevado la voz por el planeta y la COP de la Transición Justa y la neutralidad climática, en la que, por cierto, se enfoca esta última y previsiblemente maratoniana jornada final.
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