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La COP29 se alarga tras el rechazo de los países pobres a la oferta de dinero que deben aportar los ricos: “¿Es una broma?”

Raúl Rejón

22 de noviembre de 2024 17:43 h

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La Cumbre del Clima COP29 estira las negociaciones más allá del límite previsto. La cifra de 250.000 millones de euros en ayuda económica que deben aportar los estados ricos a los países empobrecidos propuesta por el presidente de la cumbre, Mukhtar Babayev, ha caído como una bomba: “¿Es una broma?”, han aireado diversas delegaciones este viernes.

La oferta escrita en un borrador admite que la financiación para que los países empobrecidos hagan frente a la crisis climática debe llegar a 1,3 billones de dólares al año desde 2035 tanto de fuentes públicas como privadas. Pero calcula en 250.000 millones el montante a cargo de los países desarrollados. En 2009 se acordó que esa cantidad sería de 100.000 millones a partir de 2020 y no se conseguió sumar esa cantidad hasta 2022.

Los países insulares aliados en el grupo Aosis han resumido así su posición: “La propuesta parece una pregunta a las partes sobre cuán bajo pueden caer”. Los países africanos han rematado, antes incluso de acudir a una sesión plenaria donde expondrán su parecer, que una cantidad así “llevará a una inaceptable pérdida de vidas en África y a poner en peligro el futuro de nuestro mundo”.

Casi parece una estrategia de la presidencia de la COP para plantear un objetivo inicial tan bajo que cualquier otra cosa que salga en las horas siguientes, por muy pequeña que sea, se sienta como un éxito

“Esta propuesta no debería apasar el filtro de los países pequeños insulares y América Latina. No pueden asumir esto”, reflexiona desde Bakú el responsable de Cambio Climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. Con todo, Andaluz apunta que “esto casi parece una estrategia de la presidencia de la COP para plantear un objetivo inicial tan bajo que cualquier otra cosa que salga en las horas siguientes, por muy pequeña que sea, se sienta como un éxito”.

Para Pedro Zorrilla, de Greenpeace, “el principal fallo del borrador del objetivo de financiación es la cifra. Se queda muy baja comparada con lo necesario. Sería similar a lo que se fijó en 2009 si se le aplica la inflación”.

El borrador pide “a los países en vías de desarrollo que hagan contribuciones adicionales” para “suplementar” el fondo asignado a los estados ricos. Es un llamamiento a que China –e incluso India– aporten dinero a pesar de que, oficialmente, están en la lista de estados en vías de desarrollo.

La disputa entre los países pobres que precisan financiación y los ricos que exigían más decisión a la hora de recortar emisiones de CO2 ha protagonizado esta cumbre. Una vez llegados a este punto, la cumbre ha sobrepasado su teórica hora de cierre. Es tan habitual que se prorroguen las negociaciones cada año que se da por sentado que algo así ocurrirá al apurar las ediciones. Todos los delegados y observadores en Bakú consultados calculan que esta cumbre llegará, al menos, hasta este sábado 23 de noviembre. Sobre el máximo al que llegará no se atreven a pronosticar.

Nada nuevo sobre recortar el uso de combustibles fósiles

En el camino al borrador de propuesta acerca de la financiación, lo que ha desaparecido es cualquier mención específica a los combustibles fósiles: el petróleo, el carbón y el gas cuyo uso provoca las emisiones de gases de efecto invernadero que causan la crisis climática.

Tanto en el epígrafe sobre el Programa de Trabajo de Mitigiación como en el documento que debe dar continuidad al Balance General del Acuerdo de París, no hay referencia directa al abandono de los combustibles fósiles. Arabia Saudí, en nombre del Grupo Árabe, ha repetido que no aceptaría que se señalara a ningún sector industrial “como los fósiles”, dijeron. Hasta el propio presidente Azerbaiyán, Ilham Alyev, llamó a estos combustibles “regalo de dios”, el primer día de la COP. Y rechazó que se criminalizara a los países que los extraen y venden (como es Azerbaiyán o Arabia Saudí).

Las proposiciones de la presidencia de la cumbre se remiten a los párrafos (sin repetirlos) del acuerdo de Dubái que sí pidió “transitar lejos de los combustibles fósiles” por primera vez en la historia de las COP. Pero nada más.

La idea de incluir directrices más específicas y ambiciosas sobre desengancharse del petróleo, el carbón y el gas para reducir las emisiones de gases, se sostiene en que esas directrices obligarían a los países a redactar planes climáticos nacionales más ambiciosos que deben presentarse el año que viene. De esos planes –y su cumplimiento– depende que pueda cumplirse el objetivo de estas cumbres: contener el calentamiento global del planeta en 1,5ºC a finales del siglo. Y con ello, los daños más severos del cambio climático.