El contagio de la COVID-19 se produce de manera más fácil en los espacios cerrados, según van revelando diferentes estudios sobre su propagación. Además, ante el riesgo, cada vez más probado, de que el virus pueda transmitirse en cierta medida por el aire, la fórmula de prevención más efectiva es: que corra el aire. Así se deduce del documento sobre recomendaciones de climatización y ventilación para la prevención de la propagación del SARSCov-2 que acaban de actualizar los ministerios de Sanidad y Transición Ecológica.
El documento desgrana una batería de medidas que redundan en una misma idea: la ventilación de los espacios cerrados que se han revelado como el entorno más susceptible para la expansión del nuevo coronavirus. Entre ellas, pide que, en los centros de trabajo, se utilice a máxima potencia el sistema de ventilación mecánica durante dos horas antes de la entrada y dos horas después de la salida de los trabajadores. También recomienda “la apertura de ventanas accesibles”. Estas corrientes que renuevan el aire de las estancias son recomendables a pesar de que haya aire acondicionado.
“El mundo debe afrontar la realidad de la transmisión por el aire del SARS-CoV-2”, afirmaba la investigadora de la Universidad de Queensland (Australia) Lidia Morawska al publicar ya en abril sus conclusiones en la revista Enviroment International: “Basándonos en la tendencia ascendente de las infecciones y la comprensión de la ciencia básica sobre la expansión vírica, creemos de manera firme que es muy probable que el virus se esté transmitiendo por el aire”, describía en su artículo. Solo había que esperar a que llegaran los resultados de los estudios en curso, remataba.
Una vez fueron culminándose las investigaciones, la misma Morawska encabezó una lista de 241 científicos que, tras revisar las conclusiones, pedía a la Organización Mundial de la Salud que reconociera esta vía de contagio. El SARS-CoV-2, decían, puede trasladarse más de diez metros en las micropartículas exhaladas por los humanos (los aerosoles). La organización aceptó, un poco a regañadientes, incluir como posible cierta transmisión aérea. Morawska aseguraba entonces en El País que “la ventilación eficiente” era la manera de reducir el riesgo en esos espacios cerrados y abarrotados que representan el mayor peligro de diseminación de la pandemia.
Focos en lugares cerrados
El Gobierno constata que se han documentado brotes en espacios cerrados con ventilación deficiente y elevada concentración de personas que hacen pensar en una transmisión aérea junto a las vías de contagio comprobadas como son la interpersonal y las gotas por lo que, concluye, “la climatización en los edificios permite reducir el riesgo de que una persona infectada (…) contagie”. En todo caso, la buena ventilación no elimina la utilidad de la mascarilla, la higiene de manos y la desinfección de muebles, suelos y equipos, apunta la guía.
Otro grupo de investigadores chinos ha documentado –a falta de la revisión definitiva– la prevalencia de los brotes en espacios cerrados sobre los abiertos. De los 318 brotes que estudiaron, solo uno estaba relacionado con un espacio al aire libre. Los autores admiten que esto “no descarta la transmisión en espacios abiertos”. Sin embargo, a pesar de las limitaciones admitidas de su investigación, afirman que “aunque este descubrimiento era esperable, su relevancia no ha sido bien reconocida por la sociedad y los responsables políticos. Los espacios cerrados son donde se desarrollan nuestras vidas y trabajos. La transmisión de infecciones respiratorias como el SARS-CoV-2 es un fenómeno a cubierto”.
El mapa de los rebrotes en España ha seguido esta línea. Los informes de situación de la pandemia del Ministerio de Sanidad muestran que más de un tercio de los focos notificados desde que se inauguró la nueva normalidad se producen en reuniones o fiestas particulares. Además, los más serios, con incluso más de 100 casos asociados, son los registrados entre trabajadores en situación de vulnerabilidad y locales de ocio nocturno. Precisamente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha admitido que las condiciones de vida de estos trabajadores, los temporeros agrícolas, son “deplorables”. El contagio en este sector está más relacionado con los lugares en los que viven y cómo se trasladan cuando terminan la faena en el campo que con el tiempo en el que trabajan. Las características de los locales de ocio nocturno mezclan las dos condicionantes que mencionaba Morawska: grupos numerosos en espacios cerrados. Su ventilación debe trabajar a destajo.
Menos confort para mayor seguridad
“El parámetro más importante es la renovación de aire por ocupante”, establece el documento elaborado por los ministerios. Para centros de trabajo, e incluso comerciales, se recomienda aportar 12,5 litros por segundo por ocupante si se disponen de unidades de tratamiento de aire exterior para controlar la calidad del aire que llega a la estancia. “Se puede trabajar en dos direcciones: aumentar la ventilación o reducir la ocupación”. El análisis pide, además, que se mantengan conectados los sistemas cuando los locales se queden vacíos y en fines de semana: “Nunca por debajo del 25%” del caudal de aire normal.
Esta medida tiene una contrapartida clara: el gasto energético. Al fin y al cabo, mantener 24 horas siete días a la semana los aparatos de aire acondicionado impone un alto consumo eléctrico. Según escribe el Ejecutivo “debe observarse que es prioritario rebajar en cierta medida el confort y la eficiencia energética frente a la salubridad durante la emergencia sanitaria actual”. Se prioriza así la seguridad ante los contagios sobre el “bienestar térmico” y el ahorro de energía.
Como alternativa se ofrece que “con unas condiciones climáticas exteriores suaves y favorables se podrían fomentar alternativas de ahorro energético en los edificios tales como el enfriamiento gratuito [se trata de inyectar aire de la calle si está más frío que el interior en lugar de utilizar sistemas de refrigeración], y la actuación sobre los elementos de sombreamiento móviles, de forma que mitigue los eventuales aumentos de consumos energéticos”.
Con todo, esta guía incide en los beneficios de abrir ventanas para que circule el aire: “Aunque pueda generar cierto disconfort por las corrientes, o sensación térmica, el beneficio de la renovación de aire por ventilación cruzada está demostrado para bajar las tasas de contaminantes de las estancias”.