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El coste ambiental de añadir microplásticos a cosméticos, detergentes y pinturas

Verónica Godoy Calero, María Ángeles Martín Lara y Mónica Calero de Hoces

Investigadora, profesora en la Universidad de Granada y Catedrática de Ingeniería Química —
10 de agosto de 2020 12:02 h

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Los microplásticos pueden tener muchos orígenes. Uno de ellos son los productos de uso cotidiano a los que se añaden intencionadamente. La mayoría de las veces, se agregan para mejorar las propiedades del producto y hacer más efectiva y rápida la función que va a desempeñar. En definitiva, para hacernos la vida más fácil.

Sin embargo, a cambio de esa efectividad, liberamos gran cantidad de microplásticos al medioambiente, con consecuencias nefastas para los medios acuáticos y para los organismos que viven en ellos.

Microplásticos en productos de higiene personal

Unos de los casos más conocidos son los productos de cuidado personal. Los microplásticos pueden encontrarse en exfoliantes faciales y corporales, jabón de manos y dentífricos. La mayoría de las partículas que se añaden a estos productos tienen tamaños comprendidos entre 450-800 micras, y están compuestas de polietileno.

Un estudio encargado por la Comisión Europea estimó que en el año 2015, la Unión Europea pudo utilizar cerca de 800 toneladas de microplásticos en este tipo de productos.

Muchas veces no somos conscientes de que estamos utilizando productos con microplásticos porque no son fáciles de identificar en el listado de ingredientes. No obstante, en muchos casos bastará con encontrar la palabra polyethylene (polietileno) en esa lista para descartar un artículo.

Detergentes, productos de limpieza y pinturas

También es frecuente añadir microplásticos a los detergentes que utilizamos para lavar la ropa y en productos de limpieza habituales en el hogar. Por desgracia, en estos casos no será fácil encontrar el plástico entre el listado de ingredientes, ya que las empresas fabricantes de detergentes no están obligadas a incluir todos los componentes en el envase del producto.

Un estudio realizado por la organización medioambiental austríaca GLOBAL 2000 detectó microplásticos en 119 detergentes de los 300 que fueron analizados.

También se utilizan microplásticos en pinturas (tanto de uso doméstico como industrial) y en productos abrasivos. Cuando las pinturas se van desgastando, se liberan microplásticos al medioambiente desde diversas fuentes.

En el caso de los productos abrasivos, los microplásticos normalmente se mezclan con otros agentes de limpieza a presión, como arena o un mineral llamado corindón. También son utilizados en la industria automovilística y aeronáutica.

¿Qué función cumplen los microplásticos?

En general, podríamos decir que el plástico es un material más barato, moldeable y fácil de usar que muchos otros para ciertas aplicaciones. Por eso ha sido la primera opción considerada hasta ahora por muchas empresas para utilizarlos en sus productos. Además, su uso en lugar de otros materiales hace que el coste final de los productos sea considerablemente menor.

Cuando utilizamos un exfoliante para el cuerpo o un limpiador facial queremos que estas sustancias tengan un poder abrasivo sobre nuestra piel, que sea agradable al tacto y que proporcione brillo. Los microplásticos pueden cumplir a la perfección con esos propósitos y son materiales baratos. Por eso se añaden en sustitución de algunos ingredientes naturales que también podrían funcionar como agentes exfoliantes.

En los detergentes o limpiadores de hogar su función es hacer que la ropa o las superficies queden bien limpias, con eficacia y rapidez. También pueden modificar la densidad de los productos líquidos, por ejemplo.

En el caso de las pinturas ocurre algo parecido. Cuando vamos a pintar una habitación en casa, nos gusta que la pintura tenga un color uniforme y un efecto mateado o brillante, o que sea resistente a golpes y arañazos. Todo ello se puede conseguir gracias a la adición de microplásticos.

Efectos en el medioambiente

Los microplásticos, e incluso las partículas más pequeñas creadas a partir de su degradación, los nanoplásticos, pueden ser ingeridas fácilmente o confundidas con plancton por numerosos peces, tortugas, etc. en los ecosistemas acuáticos. Pasan así a la cadena alimentaria.

Varios de nuestros estudios más recientes demuestran que los microplásticos pueden atrapar en su superficie otras sustancias contaminantes presentes en el agua y, si son ingeridos, transportar dichas sustancias al interior de los organismos.

Estos son algunos de los motivos por los que, en septiembre de 2018, el Parlamento Europeo solicitó a la Comisión Europea la introducción de una prohibición a escala europea de los microplásticos añadidos intencionadamente a esos productos mencionados.

Pocos meses después, en enero de 2019, la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA, por sus siglas en inglés) publicó una propuesta de restricción del uso de los microplásticos añadidos intencionadamente a los productos con fecha límite en el 2020.

En el caso de España, el anteproyecto de Ley de residuos y suelos contaminados aprobado recientemente por el Consejo de Ministros y asociado al marco de la Estrategia Española de Economía Circular prevé la prohibición de cosméticos y detergentes que contengan microplásticos añadidos intencionadamente a partir del 3 de julio de 2021.

En este sentido, la industria ya está sustituyendo los microplásticos por otros compuestos de origen natural como semillas o compuestos minerales u otros ingredientes no plásticos. En definitiva, poco a poco se acerca el fin de estas partículas añadidas intencionadamente a los productos.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leerlo aquí.