Tras la aprobación en referéndum del matrimonio homosexual en Irlanda, aumenta la presión sobre el Gobierno de la canciller Angela Merkel, que mañana tiene previsto debatir un proyecto de ley para ampliar los derechos de las uniones de hecho, pero sin abordar la plena equiparación con el matrimonio.
“Extenderemos a las parejas de hecho la regulación relativa al matrimonio en 23 leyes y decretos. Esto supone un paso más hacia una amplia equiparación”, explicó el ministro alemán de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, ante la reunión del Consejo de Ministros.
El proyecto, y el paso dado por Irlanda, han reavivado el debate en Alemania, donde la oposición parlamentaria exige la homologación total de derechos y han surgido voces a favor también en el seno de las filas conservadoras.
No obstante, el portavoz del Ejecutivo, Steffen Seibert, subrayó la semana pasada que “el acuerdo de coalición no contempla la equiparación completa de matrimonio y unión de hecho, por lo que tampoco habrá un proyecto del Gobierno al respecto en esta legislatura”.
En su página en la red social Facebook, Maas se había mostrado convencido de que para abrir la opción del matrimonio a las parejas de hecho homosexuales no era imprescindible una reforma de la Constitución, aunque admitía que el objetivo era “lamentablemente poco viable” en la actual coalición con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y los conservadores bávaros de la CSU.
Con su opinión coincidió su compañera de partido y titular de Familia, Manuela Schwesig, quien, en ese contexto, aplaudió el proyecto de ley de Maas como un “paso importante” hacia el objetivo de la equiparación.
Mientras, en unas declaraciones a la edición digital del semanario “Der Spiegel”, el presidente de la Federación de Gais y Lesbianas en la Unión, el cristianodemócrata Alexander Vogt, expresó su esperanza de que la canciller “deje de hacer caso de una vez por todas a los que bloquean”.
“El claro 'sí' en Irlanda es una señal. En Alemania y precisamente también en nuestro partido debe ocurrir algo ahora”, exigió el político cristianodemócrata, que llamó a la canciller a actuar y “subirse al carro”,
Según Vogt, “que países tan marcadamente católicos como Irlanda y España se hayan abierto al matrimonio es una muestra del gran giro que ha dado la sociedad”.
Desde la CSU, el diputado Berndt Fabritius abogó en unas declaraciones al “Munchner Merkur” por dar nuevos pasos hacia la homologación de derechos y apostó por dejar a los parlamentarios libertad de voto para aclarar la posición de la mayoría “mejor hoy que mañana”.
Por su parte, la comisionada del Gobierno contra la discriminación, Christine Lüders, calificó de “insuficiente” los cambios en materia de derecho civil y procesal que contempla el proyecto de ley y estimó que “no hay razones objetivas para negar a las parejas del mismo sexo el libre acceso al matrimonio”.
“El derecho para gais y lesbianas de casarse forma parte de los derechos humanos y no tiene cabida en la política de partidos”, aseguró la comisionada, favorable también a que no haya disciplina de voto cuando se debata la cuestión en el Bundestag.
Desde la oposición parlamentaria, la presidenta del grupo de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt, consideró en unas declaraciones a “Die Welt” que “la Unión de Merkel no podrá dejar pasar como si nada el debate en torno al matrimonio para todos”.
Recordó que Alemania fue precursor de la equiparación con su ley de uniones de hecho para parejas homosexuales de 2001 y lamentó que, entre tanto, “hasta Irlanda” la haya adelantado.
En la misma línea, el portavoz de Asuntos de Política Interior de Los Verdes, Volker Beck, recordó que “unas 150 normas en 54 leyes y decretos hacen todavía una diferenciación entre el matrimonio y las parejas de hecho”.