PAU
Entre cuatro y nueve exámenes y un intento de hacerla más homogénea: así será la nueva Selectividad
Tras un par de años dándole vueltas, el Gobierno ha aprobado este martes la nueva Selectividad (llamada Ebau, Evau o Pau, según la comunidad autónoma). A nivel formal, la nueva prueba, que arranca en junio del año que viene, tendrá entre cuatro y nueve exámenes de hora y media de duración, reduce las posibilidades de elegir preguntas respecto al actual y establece que en los ejercicios escritos el estilo y la ortografía contarán como mínimo un 10% de la nota, entre otras novedades. A nivel de contenidos, se propugna un cambio para pasar del actual modelo, más memorístico, a otro en torno a las competencias, como establece la Lomloe.
Además, se pretende que la prueba sea más homogénea por todo el territorio. “El nuevo modelo cuenta con una estructura, unas características básicas y unos criterios de corrección mínimos comunes para todo el territorio”, ha destacado el Ministerio de Educación. En global, es el mayor cambio que sufre la Ebau en más de 40 años de existencia.
De 4 a 9 exámenes
Todos los estudiantes que se presenten a la Ebau en junio de 2025 tendrán que hacer un mínimo de cuatro exámenes obligatorios, que constituyen la prueba de acceso: Lengua Castellana y Literatura II, Lengua Extranjera II (a elegir entre alemán, francés, inglés, italiano y portugués), Historia de España o Historia de la Filosofía (a elegir) y la materia específica de la modalidad de Bachillerato elegida. El alumnado de comunidades autónomas con lengua propia sumará ese examen a los cuatro obligatorios. Cada uno de estos exámenes se calificará de cero a diez puntos, con dos decimales como ahora, que darán una nota media para esta fase en el mismo rango 0-10, pero con tres decimales.
Además, quienes quieran subir nota podrán hacer otros cuatro exámenes voluntarios, que forman la fase de admisión: tres materias de la modalidad de Bachillerato cursada (se puede sustituir una de ellas por la descartada en la fase obligatoria, Historia o Filosofía) más un cuarto examen de una segunda lengua extranjera. Esta fase permite subir hasta una nota máxima de 14 mediante unas calificaciones ponderadas por cada universidad de las diferentes asignaturas. Esta nota tendrá también tres decimales. Esta subida de nota tendrá validez durante los tres cursos siguientes a que el estudiante haya superado esta prueba.
¿Cómo serán los exámenes?
Como novedad, solo habrá un modelo de examen, lo que reducirá el abanico de opciones. En los últimos años, sobre todo a raíz de la pandemia, se había abierto la mano con las posibilidades que tenía el estudiante, una decisión que había contribuido a la inflación de notas detectada en ediciones recientes.
No se podrá elegir modelo de examen, por tanto, pero los ejercicios tendrán diferentes apartados que, a su vez, podrán tener una o más preguntas o tareas. Ahí sí habrá margen de decisión para el estudiante, que podrá escoger unas u otras. Pero, destaca el Gobierno, “la opcionalidad no implicará poder estudiar menos temario”, una circunstancia que venía dándose en los últimos años.
Las pruebas tendrán preguntas con respuestas cerradas, semiconstruidas y abiertas. Pero no todas se calificarán igual. En cada uno de los ejercicios, la puntuación asignada al total de preguntas o tareas de respuesta abierta y semiconstruida deberá alcanzar como mínimo el 70%, según explica el Ministerio de Educación.
Duración y descanso
Los exámenes durarán noventa minutos y, destaca Educación, a la hora de plantear las preguntas los organizadores deberán tener en cuenta que el alumnado necesitará “dedicar un tiempo significativo tanto a la lectura y al análisis de la posible documentación aportada (auditiva, gráfica, textual, etc)”, como al diseño de la estrategia para la resolución de las preguntas o tareas planteadas. El ministerio especifica también que la resolución de los ejercicios deberá ser por escrito, una novedad que no aparecía en la normativa anterior. Entre ejercicios consecutivos habrá un descanso mínimo de media hora, como sucede actualmente.
El alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo tendrá derecho a tener más tiempo para realizar cada ejercicio, si así lo prescribe su necesaria adaptación y sin que afecte a la duración de sus descansos, según Educación.
Los criterios de corrección
Este es uno de los elementos en los que más ha intentado intervenir Educación, con el fin de homogeneizar el examen por toda España: habrá unos criterios de corrección comunes a todo el territorio, según ha explicado la ministra, Pilar Alegría, en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. Todos los ejercicios los criterios de calificación y corrección incluirán, entre otros, parámetros que permitan valorar aspectos como la adecuación a lo solicitado en el enunciado, la coherencia, la cohesión y la corrección gramatical, léxica y ortográfica de los textos producidos, así como su presentación.
Este elemento, explican los expertos, servirá para unificar criterios de corrección entre tribunales y con ello acercarse a una mayor igualdad. “El debate técnico está en que la desigualdad potencial en la corrección de las pruebas de selectividad está más en los tribunales que en las comunidades autónomas, aunque no hay datos. Damos por supuesto que hay una cultura académica común y que, dentro de ella y haciendo más o menos haciendo el mismo examen saldrá, más o menos, la misma nota. Pero luego no es así”, explicaba a este diario el catedrático Juanma Moreno, de la UNED.
Respecto al estilo de los ejercicios escritos, el Real Decreto aprobado establece que en aquellos ejercicios en los que las preguntas o tareas propuestas requieran la producción de textos por parte del alumnado, la valoración correspondiente a esa coherencia, cohesión, corrección gramatical, léxica y ortográfica deberá contar como poco el 10% de la calificación (un punto) de la correspondiente pregunta o tarea.
Materiales de apoyo
El alumnado podrá hacer uso de documentos o herramientas auxiliares, tales como diccionarios, calculadoras, formularios o tablas. En cualquier caso, el uso de este material estará condicionado a las características de cada materia y a los criterios de evaluación aplicables, según aclara Educación. Las comisiones organizadoras de la prueba establecerán los materiales de los que el alumnado podrá hacer uso y también los que en ningún caso podrán ser utilizados.
Memoria y competencias
Además de las cuestiones más puramente de diseño de la prueba, la idea con el nuevo modelo es aterrizar también en esta fase las competencias que, en teoría, han llegado a las aulas de la mano de la Lomloe. Se pasa de un modelo más memorístico a uno competencial. El Real Decreto recoge esta idea y explicita: “Los ejercicios requerirán del alumnado creatividad y capacidad de pensamiento crítico, reflexión y madurez en la resolución por escrito de una serie de preguntas o tareas adecuadas a las competencias específicas evaluadas”.
Con este supuesto cambio de aproximación –preguntas basadas en “saber hacer” más que en “saber” sin más– se debe conseguir también que se pase a esa enseñanza competencial que propugna la ley y que no en todos los casos se está aplicando. Cuando hay un examen con tanto peso al final del curso, explican profesores y directoras, este se organiza básicamente en torno a preparar este examen, por lo que si la prueba pide competencias, el profesorado tendrá que dar competencias.
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