El fin paulatino del mayor confinamiento global en la India por el coronavirus, que ha mantenido durante los últimos 55 días a 1.300 millones de habitantes en sus hogares, obligará al Gobierno a lidiar en desventaja con una grave crisis social, al disponer de menos recursos en una economía que se prevé que caiga al menos 3 puntos porcentuales.
A partir de este lunes, el país entrará en lo que el primer ministro, Narendra Modi, denominó “fase 4” del confinamiento, en la que se mantienen en buena medida las restricciones ya en vigor.
Las nuevas reglas publicadas por el Ministerio del Interior indio mantienen la división del país en zonas, atendiendo al nivel de propagación del coronavirus, con áreas rojas y naranjas designadas como “zonas de contención” con mayores protocolos de vigilancia.
Autobuses y vehículos privados podrán viajar libremente tanto dentro de los estados como entre diferentes regiones del país, aunque condicionado a la aprobación de las autoridades regionales, y las reglas permiten la apertura de negocios y centros de trabajo aunque con algunas condiciones.
NO HABRA RECESION
La incertidumbre sobre cuándo el país, y por tanto su actividad económica, volverá a la completa normalidad, hace que los analistas sean reacios a dar cifras exactas sobre el coste económico de esta medida, aunque sí apuntan ya a que la hostelería, el transporte o la construcción serán los más afectados en el gigante asiático.
“La pandemia de COVID-19 tendrá un impacto económico enorme en el país, aunque es difícil poner cifras (...) Si hay un confinamiento prolongado muchos sectores con intensa mano de obra, como las infraestructuras, la industria o la hostelería se verán muy afectados, lo que contribuirá al descenso de la demanda interna”, explicó a Efe el economista Prachir Singh, de la consultora Counterpoint.
Pese a ello, Singh auguró que no se producirá una recesión.
El Banco Mundial apuntó a mediados de abril en la misma dirección y rebajó sus perspectivas de crecimiento para la India desde el 5,8 % anterior, a entre el 1,5 y el 2,8 % para el año fiscal 2020-2021, que cubre de abril a marzo.
Esa reducción del crecimiento en al menos 3 puntos porcentuales refleja el parón de cerca del 70 % de la actividad económica del país, según calculó el diario económico local Economic Times, lo que provocará un “aumento marginal de población pobre”, que actualmente se acerca a los dos tercios de la población total, agregó Singh.
La agencia de calificación de riesgos Moody's fue más lejos a comienzos de mayo y predijo un estancamiento económico -crecimiento del 0 %- en el país al cierre del año fiscal 2020-2021.
EL “DESPUES”
Lejos de las cifras macroeconómicas, en las barriadas pobres de la India -conocidas como slums-, preocupa el “después” del confinamiento, ya que la falta de los ingresos diarios de la mayoría de sus habitantes puede abocar al país a una emergencia social de grandes proporciones.
“El después va a ser muy fuerte, muy duro. Vamos a necesitar muchísima ayuda para el después”, confesó a Efe Antonio Mesas, portavoz de la ONG española Colores de Calcuta, habitualmente dedicada a proveer de servicios sanitarios y educativos en el slum Pilkhana de esa ciudad.
“Estamos preparando un fondo de ayuda para cuando acabe el confinamiento. (Entonces) habrá que ver las necesidades de cada familia, que serán muchas, de dinero para el día a día, el alquiler que no han pagado, comprar comida, etc.”, dijo.
Mesas señaló que en las barriadas como Pilkhana viven jornaleros dedicados a labores del hogar, vendedores ambulantes o conductores de rickshaws -los tradicionales triciclos motorizados- que “cobran al día y llevan mes y pico sin hacerlo, por lo que están en una situación terrible”.
Para empeorar la situación, hace una semana Pilkhana fue decretada como “zona roja” por lo que los activistas de Colores de Calcuta tampoco pueden acceder a entregarles las bolsas de comida con que abastecían a unas 130 familias desde el inicio del confinamiento.
Más al sur, en Anantapur, la Fundación Vicente Ferrer se afana por repartir comida en los barrios marginales de las ciudades cercanas, hasta 7.800 al día, según explicó a Efe Moncho Ferrer, director de programas de la organización.
Los campesinos de Anantapur colaboran con esta organización española proveyéndoles de hortalizas y arroz.
Ferrer coincidió con Mesas en que el confinamiento será muy perjudicial para los jornaleros. “El confinamiento está siendo mucho más dañino que el virus para mucha gente (...) esos cientos de miles que dependen de las ganancias diarias”.
“Ya tenemos muchísimos pobres en el país y este confinamiento hará que ese número crezca”, dijo y añadió que también afectará a las personas de “clase media-baja y clase media”.
Para hacer frente a esa probable emergencia social, el Gobierno de la India ya aprobó un paquete de ayudas por 22.600 millones de dólares, destinados en su mayoría a paliar la situación de las familias más pobres con la entrega de alimentos y otras medidas.
A él se sumó esta semana una nueva batería de ayudas fiscales y económicas, entre las que destaca una línea de créditos para pymes por valor de 39.848 millones de dólares, que en total supondrán la movilización de 266.367 millones de dólares, cerca de un 10 % del PIB nacional, según indicó la ministra de Finanzas, Nirmala Sitharaman.
LO QUE DEJA EL CONFINAMIENTO
Lo que permanecerá tras el confinamiento, en opinión del economista Singh, son las nuevas formas de relación a través de internet.
“La socialización ha aumentado en las plataformas en línea” y es algo que se mantendrá según él, al igual que el teletrabajo, ya que “ya estamos viendo personas que se han acostumbrado” y empresas que han visto sus beneficios.
Alejandro R. Otero