Fue la primera frase que le dijo su psicóloga, Mari Carmen, nada más entrar a la consulta. “Pamela, no solo duelen los golpes”. Tenía 18 años y acababa de dejar atrás una relación violenta que la atrapó desde los 12. Ahora No solo duelen los golpes es un monólogo que recorre colegios, institutos, centros okupas y salas de teatro y que ha cristalizado en un libro.
Pamela Palenciano acaba de publicar, junto a su pareja Iván Larreynaga, Si es amor, no duele (Alfaguara), un relato vital que ayuda a identificar los primeros signos de violencia machista y que pretende ser un dardo que apunte a las creencias asumidas sin crítica. De hecho, ya lo anuncia al principio de la obra: “Con este libro te quiero invitar a dos cosas: a incomodarte y a cuestionar”.
Pero, ¿qué hay que cuestionar? “Todo lo que nos han contado y que asumimos como natural. Sobre todo que el amor duele. Pero no es verdad. Si el amor duele es violencia”, explica por teléfono a eldiario.es. “Debemos preguntarnos por qué aprendemos a amar así, si los deseos que tenemos son nuestros o de nuestra pareja, si tenemos espacio para nosotras y nuestra vida”, prosigue.
El libro, ilustrado por Sonia Lazo, consta de 12 capítulos que comienzan con el inicio de la relación entre Pamela y Antonio. Tal y como cuenta en su exitoso monólogo, el noviazgo era al principio “un amor como el de las películas”. De esas en las que ella es una princesa y espera a ser rescatada. Pero, “¿qué le pasa a la princesa después de escapar de la torre con su príncipe azul”, se pregunta.
“El silencio asesino”
Antonio intentó matar a Pamela en dos ocasiones y ejerció violencia psicológica en lo que ella llama “los círculos de tela de araña”. Así es como ha titulado uno de sus capítulos, en el que explica cómo la realidad de la violencia machista “es más compleja que el tradicional esquema que se suele denominar 'el círculo de la violencia'”, sostiene.
Este proceso fue estudiado por la psicóloga estadounidense Leonore E.Walker, que identificó tres fases: Tensión, en la que el hombre se muestra enfadado y aumentan los insultos y los gritos; explosión, caracterizada por la violencia física o sexual y la última, luna de miel, en la que pide perdón y se vuelve a empezar. “No es un círculo perfecto, si lo fuera sería más fácil identificarlo. Esas tres fases son la punta del iceberg, pero hay un montón de entresijos que se entremezclan, que te confunden, que te hacen sentir culpable. Los maltratadores tejen una tela de araña”, explica.
Es en esa tela de araña donde también se da una de las herramientas de violencia que Palenciano nombra como más dolorosas: “El silencio asesino”, que se hace presente cuando “yo sé que le pasa algo a mi pareja porque le conozco, le pregunto y me dice que nada, y se sienta a mi lado y mantiene el silencio durante mucho tiempo. El silencio no pactado es una forma de hacerte sentir culpable, de pedir perdón. Una de las armas más efectivas porque ni te pegan ni te insultan”, comenta.
Repensar el amor
Pero en las páginas de Si es amor, no duele no solo cuenta su episodio de maltrato, también teoriza sobre la diferente socialización de hombres y mujeres y sus consecuencias o sobre el sistema capitalista, del que asegura con toque de humor que “se casó con el patriarcado por la Iglesia”. En su opinión esto “ha logrado perpetuar una serie de ideas que se venden como naturales, entre las que está la desigualdad entre hombres y mujeres porque el sostenimiento del capitalismo se nutre de toda la esfera de cuidados que realizan de manera invisible las mujeres”.
Con un lenguaje claro y sencillo Palenciano y Larreynaga intentan convertir la experiencia en una especie de manual para desterrar la violencia machista concebido para todos los públicos, a pesar de que “al igual que el monólogo se suela pensar como algo para adolescentes”, reconoce la autora. Sin embargo, añade, “a todos nos sirve porque en un porcentaje altísimo de las relaciones se dan dinámicas violentas”.
Confiesa que se pone nerviosa cuando escucha el término “relación tóxica”, que asegura “cada vez se escucha más porque queremos utilizar eufemismos para rebajar la realidad. Pero cuando alguien se está beneficiando en una relación a costa de hacer sufrir o en detrimento del otro, no es una relación tóxica, es una relación violenta”.
Pero, ¿cómo identificarla? “Cuando sientes que estás dejando de hacer cosas que antes hacías o que quieres hacer, cuando sientes ansiedad o miedo por cómo va a reaccionar si le dices algo, cuando las discusiones y los conflictos duelen, cuando notas que te consume, que en vez de sumar, resta. Eso son tintes violentos”, enumera Palenciano, que se muestra convencida de que la salida es repensar las formas de amar: “Relaciones en las que el dolor no cabe, que no te absorben, que te dejan ser tu misma, en las que eres libre y en las que en vez de perder, ganas”.