“El Papa Francisco capta muy bien la hora del mundo”. El cardenal emérito de La Habana, Jaime Ortega, presentó esta tarde en Casa de América Encuentro, diálogo y acuerdo (San Pablo), un libro en el que recoge sus experiencias sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
En esta entrevista con eldiario.es, Ortega aborda las claves del acuerdo Raúl Castro-Obama, los riesgos de ruptura tras la elección de Donald Trump, el futuro de la isla tras la marcha de los Castro, la violencia en Venezuela, el proceso de paz en Colombia y el papel del Papa Francisco en este mundo global, así como las oposiciones, incluso dentro de la Curia romana.
¿Por qué este libro? ¿Qué nos cuenta?
El libro llega en un momento especial, con un cambio en el Gobierno de EE UU, y aunque aborda el acuerdo entre Obama y Raúl Castro, no es un proceso terminado. Estos acuerdos continúan.
¿Pese a la nueva Administración Trump, que ya ha dicho que quiere revisarlos?
Espero que sí. A lo sumo, puede suceder que se interrumpir por un momento. Pero no creo que la decisión del Gobierno de Trump sea cortar estos acuerdos bruscamente. Habrá maneras de encontrar los caminos para seguir adelante. Creo que, tras el cambio inesperado en Estados Unidos, es más necesario continuar con este diálogo.
¿Cuál fue el papel del Papa Francisco?
El criterio del Papa es profundamente pastoral: el diálogo es posible en cualquier momento, con cualquier persona, para superar los conflictos.
¿Y el suyo? ¿Cuál fue su papel en este restablecimiento de relaciones?
Bueno... el Papa me pidió llevar las cartas en mano a cada uno. Él quería que el portador fuera el mismo, para que pudiera “explicar” la carta. Toda la negociación fue muy secreta, y ahí radica su éxito.
El Papa encontró una respuesta abierta por parte de Obama y Raúl. En cuanto a mí, al ir a ver a los dos, pude llevar un mensaje del uno para el otro, y viceversa, así que hubo una comunicación ya entre ellos. El Papa quería el encuentro entre dos personas, y eso provocó el acercamiento de dos naciones, de dos pueblos.
Acaba de encontrarse en Roma con Francisco. ¿Está el Papa preocupado por el futuro de estos acuerdos?
Ha mantenido desde el principio la misma postura: no precipitarnos. Esperar al desarrollo de los acontecimientos. Por el momento, los acuerdos se mantienen, hay vuelos importantes, los cruceros vienen, todo sigue en camino. Es cierto que EEUU habla de una revisión, pero no creo que sea una suspensión de los acuerdos, y Francisco piensa igual.
Las reformas que Francisco está implantando en la Iglesia, ¿tienen vuelta atrás?
En Europa, en la misma Curia, el Papa a veces no es comprendido, e incluso es criticado. Yo creo que, ante eso, el Papa tiene una gran tranquilidad. “Le temo más a los elogios que a las críticas”, suele decir. No se estremece. En cuanto a las reformas, no se trata de algo que él quiera llevar adelante por una motivación particular. Va más allá: el Papa capta muy bien la hora del mundo. Francisco es un gran seguidor de Pablo VI, al que le tocó vivir momentos muy difíciles.
¿Cómo ve la situación en Venezuela? La Iglesia, y el Papa, también se ha involucrado en ese proceso.
Es muy difícil la negociación en Venezuela. Hay un rompimiento, una inquietud muy grande. La pasada semana hubo obispos venezolanos en Roma. El Papa, viniendo de El Cairo, dijo que la Iglesia no se puede levantar de las conversaciones para evitar una guerra civil, pero que tienen que darse ciertas condiciones. Y éstas no se dan, por divisiones entre ambos grupos negociadores.
Hay una múltiple división que dificulta la negociación. Es necesario un poquito de cordura. Sin embargo, el proceso en Colombia se encamina paso a paso, con éxito, sería impensable una vuelta atrás. Pero que quede claro, el Papa no desiste del diálogo en Venezuela. La Iglesia se sentó sin condiciones, pero sus propios negociadores salieron sin poder hacer su papel.
¿Cuál es el futuro de la isla después de los Castro?
Del futuro es muy difícil hablar. Hay un sistema establecido, y habrá un sucesor. Uno puede imaginar escenarios, pero la realidad nos supera. Sí creo que será una sucesión pacífica, y que existe una voluntad política de continuar con el proceso de cambios en la isla. Sí es desear que se produzca un desarrollo mayor, más rápido.
¿Cuál es el papel de la Iglesia en el futuro de Cuba?
La Iglesia siempre ha estado presente en Cuba, acompañando al pueblo en cada etapa. De hecho, jamás hubo un sentimiento anticlerical. La Iglesia trata de realizar una labor social, siempre ha sido así. Y ahora, gracias a Dios, más. La Iglesia, ante toda realidad, no puede ser espectadora pasiva, ni estar en un podio juzgando a los demás, sino estar desde dentro, acompañando al pueblo, y viendo cómo puede ayudar.