Enfermar por comer alimentos en mal estado es cada vez más frecuente. Los casos de salmonelosis en España se han doblado en los últimos cuatro años. Las infecciones por campylobacterias se han multiplicado por tres. Ambos patógenos encuentran en la comida la vía para pasar de los animales a las personas.
España detectó en 2016 9.800 casos de salmonelosis, mientras que en 2012 fueron 4.200, según el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). Más de uno de cada diez casos en la Unión Europea fue español. El investigador jefe del ECDC, Mike Catchpole, explica que “el aumento detectado en toda Europa es preocupante y nos recuerda que debemos mantenernos alerta”. La salmonelosis había decrecido hasta 2014 en la Unión Europea.
Un ejemplo de la facilidad con la que pueden extenderse estas enfermedades que aprovechan los alimentos es la actual alerta de salud pública activada en la UE por un brote de salmonelosis que afecta a ocho países y que tiene su origen en una línea de producción de huevos en Polonia. La alarma la dieron sendas cuestiones urgentes trasladadas por las autoridades sanitarias escocesas y holandesas al detectar un incremento anormal de casos de salmonelosis. La investigación a nivel europeo ligó los diferentes brotes hasta el país polaco y sus huevos.
La salmonela, la bacteria causante de la enfermedad, ha protagonizado 215 brotes en 2016. La vía más habitual son los huevos y sus productos derivados además de la carne de aves de corral. Es una de las infecciones transmitidas por la comida más frecuente. De hecho, los datos apenas reflejan “la punta de un iceberg”, explican en el ECDC. Los casos detectados no muestran la verdadera dimensión de “infecciones circulantes”. Se calcula que en España los casos reales rondan los 28 millones.
La salmonelosis es quizá la infección zoonótica (que pasa de animales a los humanos) adquirida por los alimentos más famosa. Pero no es la única, ni siquiera la más abundante. La lista incluye patologías como la listeriosis, la triquinosis, la brucelosis, anisakis, yersiniosis o la toxoplasmosis. Sin embargo, la enfermedad más extendida es la campylobacteriosis. Sus bacterias están detrás de gran parte de las diarreas. El año pasado Un cuarto de millón de personas padecieron la acción de estos patógenos que suelen causar gastroenteritis. En España fueron 15.556, casi mil más que en 2015.
En los últimos cinco años, los casos de campylobacteriosis en España se han triplicado. Un salto tan acusado que el propio ECDC ha apuntado en su informe la salvedad de que el sistema de vigilancia española “es más completo desde 2012” lo que puede explicar en parte ese incremento de casos confirmados. El foco más significativo de contagio de estas bacterias es la carne de pollo.
Todo tipo de alimentos
Las infecciones adquiridas con la comida indican el nivel de seguridad de la cadena alimentaria. Los análisis del sistema de vigilancia (cada caso tiene que comunicarse oficialmente) han conseguido identificar el origen de 382 brotes entre la salmonelosis, las campylobacterias y la listeria. El origen es de lo más variado: además de los referidos huevos, las infecciones han partido del pollo y el pavo, la leche y los lácteos, el pescado, productos mezclados y el cerdo. Incluso 34 brotes ocurrieron debido a alimentos de origen no animal.
El cuadro lo completa una variable cada vez más habitual al hablar de las enfermedades bacterianas: la resistencia a los tratamientos que están desarrollando los microbios. Las infecciones tanto de la salmonela como los 23 tipos de campylobacterias suelen pasarse con síntomas leves. Se autolimitan y desaparecen. Pero, en ocasiones, la enfermedad se agrava y precisa la aplicación de antibióticos para salvar la situación. Ahí es donde la resistencia antimicrobiana se convierte en problema. Las medicinas han perdido su efecto contra las nuevas colonias de salmonela o campylobácter que atacan a los humanos.
España está a la cabeza de las resistencias, también para las infecciones por alimentos: la samonela española aguanta mejor los antibióticos que la media en Europa, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Y las campylobacterias alcanza hasta un 91% de resistencia. El dato más alto de la UE.