Los parques nacionales españoles admiten que tienen un problema serio de masificación por la multiplicación de turistas en sus espacios naturales protegidos. “De gran calado” lo califican los propios gestores de uso público de los parques en sus documentos.
Durante el último encuentro de estos técnicos, 11 de los 16 parques nacionales de la red española afirmaban que padecían “problemas de masificación evidentes”, según el documento de trabajo que manejaron. En ese repaso, cada parque señalaba cuál era el caso más peliagudo dentro de su espacio. A tenor de las contestaciones, de los parques que han participado en el análisis, solo Doñana parecía estar a salvo de este impacto (los parques de Cabañeros, Tablas de Daimiel, Sierra de las Nieves y Ordesa y Monte Perdido no aparecen en las respuestas).
“Las visitas han subido mucho desde 2013 y la masificación se está yendo de las manos, cuando se trata de uno de los principales impactos y presiones sobre los parques nacionales”, explica Alejandro González Domingo, responsable de proyectos sobre turismo y cambio climático en la organización eco-union.
Hasta 2012, la media de visitantes anuales a la red completa era de 10,4 millones, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica. A partir de ese 2013 la media se sitúa en 13,5 millones, un 30% más. “Las visitas, en teoría, deberían ser para educación ambiental, no para ganar dinero”, remata González Domingo, que considera que esta masificación ilustra “el conflicto entre conservación y desarrollo económico”.
La masificación se está yendo de las manos cuando se trata de uno de los principales impactos y presiones sobre los parques nacionales. Las visitas, en teoría, deberían ser para educación ambiental, no para ganar dinero
Este mes de enero, como casi todos los años, ha ilustrado dos ejemplos de cómo se desbordan los parques nacionales. Tanto el del Teide (en Tenerife) como el de la Sierra de Guadarrama (Madrid y Segovia) han recibido sendas oleadas de visitantes hacia la montaña con la llegada de copos de nieve. En el caso de las cumbres guadarrameñas, a las colas kilométricas de coches particulares se les unía una espera de horas para acceder a un autobús. El fin de semana del 13 y 14 de enero, los usuarios del transporte colectivo se multiplicaron por tres.
Estos dos parques son, precisamente, los más visitados por turistas año tras año. El canario superó los cuatro millones en 2022 –ha crecido un 40% desde 1996–. El de Guadarrama sumó 2,1 millones (un 20% menos que el año anterior).
El documento de Herramientas para Evitar la Masificación salido de la última edición del seminario sobre Uso Público de Parques Nacionales ofrece una radiografía con detalles sobre la saturación en toda la red española, ofrecida por los profesionales a pie de obra.
Los encargados del parque nacional del Teide afirman: “Tenemos problemas de sobrepasar la capacidad de carga prácticamente todos los días con más de 12.000 visitantes diarios de media”. También pormenorizan que “hay algunos lugares con un impacto todavía mayor como Boca Tauce, Minas de San José, Mirador de Ruleta”. Y añaden que “los días de mayor afluencia son los primeros dos fines de semana de la primera nevada”. Se llega entonces a las 45.000 personas por jornada.
En Guadarrama su peor caso es, según este documento, “el puerto de Navacerrada y Peñalara en invierno”. Y señalan como una medida que no funciona para gestionar la masificación, precisamente, “la gestión del puerto”. La congestión del tráfico allí es palmaria.
Sobre todo, muchos coches
Pero la lista no se limita a estos espacios protegidos. En los Picos de Europa, los técnicos marcan como ejemplo de sus problemas el acceso a los Lagos de Covadonga. Un estudio de Europarc de 2021 –que se conoció a finales de 2023– pedía que se rebajara un 75% las llegadas diarias al enclave. “No puede soportar una afluencia de hasta 7.550 visitas al día”, sostenía el informe, encargado por la dirección del parque. Eso supondría dejar la afluencia en 1.873 personas. En noviembre pasado, el Gobierno de Asturias presentó un plan experimental para el puente de la Constitución de diciembre con un límite de 2.700 turistas diarios.
En Sierra Nevada, la peor situación se concreta en la entrada a la Dehesa de Camarate. En octubre pasado, el alcalde del municipio de Lugros (donde se enclava el bosque) estalló contra lo que consideraba falta de colaboración de la Junta de Andalucía y la dirección del parque para controlar la oleada de turistas: renunció a gestionar el acceso y lo delegó en el Parque.
Para Monfragüe (Cáceres), el documento señala el problema que genera la Feria Internacional de Ornitología (FIO) cada último fin de semana de febrero, además del día de la Virgen de Monfragüe. En Garajonay (Canarias), los gestores hablan de “superación de la capacidad de carga en la zona El Cedro y el elevado número de vehículos que generan atascos y problemas de seguridad” en algunos momentos.
En Aigües Tortes (Lleida) lo más problemático es la entrada a la ribera de Caldes por el “colapso del párking cuando se cierra el acceso en verano”. En la Caldera de Taburiente (La Palma), “los aparcamientos en el Roque de los Muchachos”; en Timanfaya (Lanzarote), “la ruta de los volcanes”; y en las Illas Atlánticas (Pontevedra), “las aglomeraciones en los muelles y el uso excesivo de los recursos hídricos en verano”.
Como queda plasmado en este documento de trabajo, mucho tiene que ver con la gran cantidad de coches que circulan. Alejandro Gómez atestigua que “la gestión del tráfico es un problema. Hay mucho vehículo privado y poca información sobre cuántos coches podrían pasar”. Y defiende que es preciso “limitar el coche y que haya más transporte colectivo” para amortiguar el problema.
Además de para facilitar una visita mejor a quienes acceden a un parque nacional, evitar la masificación facilita cumplir con los objetivos de conservación ambiental de estos espacios, facilitar la seguridad civil (por ejemplo en caso de evacuaciones) y reducir el “riesgo de accidentes” como los incendios, según detallan los encargados de uso, que convienen en la necesidad de “insistir en la importancia de la voluntad política e intervención de las administraciones implicadas”.
La ley establece que “la declaración de un parque nacional tiene por objeto conservar la integridad de sus valores naturales y sus paisajes”. Y luego afirma que “supeditado” a esa conservación están el “uso y disfrute social a todas las personas, la promoción de la sensibilización ambiental de la sociedad, el fomento de la investigación científica y el desarrollo sostenible de las poblaciones implicadas”.
“Es un problema muy complejo”, abunda Gómez Domingo, “pero la política turística es crucial y actualmente está más en la promoción que en alinearse con las exigencias que ha traído las crisis climática o ambientales. Es cuestión de prioridades y España es un Estado turístico”.