Un grupo de investigadores del CSIC han encontrado la manera de detectar con una prueba PCR, sin necesidad de cultivo posterior, si el SARS-CoV-2 está vivo o muerto en el organismo. Esta herramienta, la principal para diagnosticar la COVID-19, no discriminaba hasta ahora si el virus era peligroso para la transmisión. Los científicos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos, liderados por la bióloga Gloria Sánchez, han aplicado un tratamiento a la muestra que permite eliminar la señal cuando el patógeno está inactivo.
“Hacemos el mismo procedimiento que haríamos con una muestra normal, pero antes de hacer la extracción de ácidos nucleicos, procedemos al tratamiento de la muestra. Si el virus está inactivo o el ARN está suelto, no se detecta la señal por PCR”, explica Sánchez, responsable del grupo de investigación de Virología Ambiental y Seguridad Alimentaria.
La PCR es muy sensible -a la mínima traza que detecta de ARN viral da positivo- y rápida, pero “sin cultivar las muestras te quedas con la duda de si el virus es infeccioso o no”, añade la investigadora, que ya ha aplicado esta misma técnica con otros virus en el campo de la seguridad alimentaria. El tratamiento facilita el procedimiento: el cultivo celular del SARS-CoV-2 es complejo porque hay que trabajar en un laboratorio especial, y eso lleva tiempo y recursos.
El hospital Clínico de Valencia ha colaborado en la investigación aportando las muestras. A nivel clínico el avance es útil, según los investigadores, en los casos de pacientes con PCR positiva durante meses. A través de un procedimiento sencillo se pueden detectar los falsos positivos, es decir, personas que no infectan pese a que hay presencia de ARN del virus en su cuerpo y así evitarles los aislamientos, señala Carmen Cámara, secretaria de la Sociedad Española de Inmunología.
“Los inmunólogos nos preguntábamos entre nosotros: ¿y tú, qué haces con los pacientes inmunodeprimidos que dan positivo 8, 12 o 16 semanas? Pues los manteníamos encerrados por precaución. Aunque teníamos la sensación cierta de que no eran infectivos, pero hasta ahora no lo podíamos demostrar con una prueba de laboratorio fácil”, abunda Cámara, en conversación telefónica con elDiario.es.
La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica subrayaba en un documento, publicado hace un año, que “la detección del ARN viral” en una PCR “no supone necesariamente la presencia de virus infectivo en las muestras clínicas”. Pese a que ha sido la técnica más utilizada a lo largo de la pandemia, los resultados planteaban dudas a la hora de tomar medidas de salud pública puesto que la PCR puede detectar ARN viral durante periodos muy largos y no siempre relacionarse con un virus con capacidad de infectar.
Las aguas residuales no son un vector de transmisión
El equipo del CSIC también ha descubierto, a través de esta técnica, que las aguas residuales “no son un vector de transmisión del coronavirus” ya que el patógeno está inactivado en las muestras que tomaron. Sánchez explica que saber si el virus estaba activo era interesante para su campo de investigación porque les ha permitido conocer si las aguas tratadas, y usadas para riego, pueden preservar patógeno infeccioso. El Ministerio para la Transición Ecológica puso en marcha una herramienta de vigilancia epidemiológica junto a Sanidad para muestrear y analizar semanalmente las aguas residuales.
“También es interesante para racionalizar las medidas de lavado de superficies que ha hecho la gente. Puede permitir demostrar que los contagios por esta vía, como sospechamos la mayoría, no existen y que la mayoría se producen por el aire”, agrega Cámara.