El modelo 0-6 agoniza. La intención de la Comunidad de Madrid de cerrar la segunda etapa de la mayoría de los últimos centros públicos de la región que cubren el ciclo completo de la Educación Infantil deja Granada como último reducto para este tipo de centros, un sistema que gozó de popularidad en su día, pero muy minoritario hoy pese a que “las familias que lo prueban no lo quieren dejar” y en su día fue un referente para otros países, según explica María López, de la Junta de Portavoces 0-6 de la Comunidad de Madrid.
Pese a estar reconocida como una etapa unitaria, la Educación Infantil es la única de todo el ciclo obligatorio que se parte en dos. Desde hace ya muchos años, a mitad de trayecto, cuando apenas tienen tres años, los pequeños se cambian de centro y pasan de una escuela infantil a un colegio. El cambio para muchos es notable en varios niveles y, en opinión de muchos educadores y familias, prematuro.
“Estos proyectos son maravillosos porque respetan los hitos evolutivos de cada niño”, explica Isabel Romero, presidenta de la plataforma granadina Sí06 en defensa de este modelo y usuaria de estos centros a través de sus cuatro hijos desde 2014. “Cada niño, por ejemplo, deja el pañal a una edad distinta. Yo tengo al mío de tres años que, si hubiera entrado en el segundo ciclo en cualquier cole, público o concertado, ya tendría que llegar con control de esfínteres. En esta escuela, cuando está preparado se le quita. Cada niño tiene sus tiempos, pero se les fuerzan determinados hitos para que todos vayan a la vez a entrar en un colegio donde no hay personal suficiente para cambiar pañales, no se puede dejar a una clase sola para atender a un niño...”, ilustra.
La red pública de Granada, municipal, de momento sobrevive. Con cuatro escuelas, es el último proyecto sostenido (parcialmente) por la administración que va a quedar en España cuando el de Madrid complete el anunciado cierre. El granadino actualmente cuenta con el respaldo de la administración local, socialista, pero “la espada de Damocles siempre está ahí”, cuenta Romero. Otros gobiernos municipales han sido menos favorables a este modelo, explica.
López, de la Junta de Portavoces de Madrid, no entiende la aversión administrativa a estas escuelas, que están contempladas específicamente en la ley y que, cuenta, en su momento fueron un referente. “Venía gente de fuera para ver cómo se trabajaba aquí esta etapa. Estas escuelas están pensadas para cubrir todas las necesidades que tienen los niños, no solo de alimentación, aseo, limpieza. También de aprendizaje, se tienen en cuenta sus necesidades para preparar proyectos con las familias y con ellos, para que vayan descubriendo el mundo que les rodea y adquieran conocimientos que les permitan desarrollar otra serie de habilidades”.
Niños pequeños a los colegios por la caída de la natalidad
En los 80 y los 90 las escuelas 0-6 estaban mucho más extendidas, cuenta López. Pero el final de siglo vino con una caída en la natalidad, “que repercutió mucho en los colegios”, que por ese entonces solo acogían a niños de cinco años. Para compensar la pérdida de clientela, se decidió abrir líneas de tres y cuatro años a costa de las escuelas infantiles, que perdieron el segundo ciclo, configurándose el modelo actual.
El problema que detectan familias y profesores con este sistema de cambiar a los niños a un colegio con tres años es que estos centros cambian la aproximación educativa cuando los niños son aún demasiado pequeños. “En la mayoría de los colegios se hace una primarización, se prepara a los niños para Primaria”, explica esta profesional. “Pero no debería tratarse de esto. Los niños tienen su momento ahora, con 3, 4 o 5 años. Se tiene ese respeto. Pero en los colegios esto no es así, tienen una presión muy fuerte de cara a la lecto-escritura y las matemáticas, ahora también desde hace unos años con el inglés”, argumenta.
No es que en las escuelas 0-6 no se trabaje esto, es que, explican las profesionales, se hace desde otro enfoque. “Los niños de esta edad tienen un aprendizaje relacionado con la exploración, la manipulación, la psicomotricidad... Nuestra enseñanza está más dentro de su vida cotidiana. Las matemáticas se trabajan de otra forma a la tradicional de las fichas”, ilustra López.
También influyen otros motivos no tan puramente educativos, más relacionados con el desarrollo natural del niño o los apoyos entre familias, según cuenta Blasi. “Una escuela 0-6 ayuda a las familias en la crianza. Las familias suelen no tener una red extensa que les ayude a criar en esas edades, y encuentran en las escuelas estas redes”, explica. “La experiencia de una escuela 0-6 no es solo para niños y niñas, es para toda la red familiar que trabaja en el proceso de crianza. Para los profesionales no es solo un trabajo de docencia, también de acompañamiento”.
Patricia es usuaria de uno de estos centros en Madrid, y confirma la opinión de Blasi punto por punto. “Yo quería sentirme parte del proceso educativo de mi hijo, en el que por ejemplo se respeten los tiempos del niño para quitarse el pañal. Una amiga me recomendó la escuela y es lo mejor que me ha pasado en la vida”, explica. Patricia no conocía este modelo hasta que cayó en él casi de casualidad, y ahora es su máxima defensora. “No entiendo por qué no hay más escuelas así, yo me siento una privilegiada y las querría para todo el mundo. Mi hijo entró en el 3-6 y solo lo he visto crecer y madurar arropado por la tribu que somos, siempre puedes contar con alguien”, argumenta.
“Son escuelas cercanas, de dimensiones humanas”
A los niños les sucede algo similar. “Les permite estar en una escuela cercana, de dimensiones humanas (120 niños como máximo), que les permite conocer el territorio y vivir el lugar como un sitio cercano. A los pequeños esto les proporciona referentes de crecimiento y a los mayores, la responsabilidad de cuidar a los pequeños”, comenta López. Sin embargo, en los colegios estas relaciones no se dan desde la misma ley. En Andalucía, por ejemplo, la normativa exige que los alumnos de Infantil entren por una puerta y los de Primaria por otra precisamente para evitar que se junten.
La combinación de estos elementos “hace que las familias sean adeptas” a las escuelas 0-6 una vez las prueban. Pero no lo es tanto la administración. De hecho, la tendencia es cada vez meter a los niños antes en los colegios y sacarlos de las escuelas infantiles. En comunidades como Cantabria o La Rioja ya están matriculando a pequeños de dos años en los CEIP (Colegio de Educación Infantil y Primaria), según UGT, y en Extremadura lo están valorando.
El efecto que tienen estos movimientos, denuncian los defensores del 0-6, es que se vacía de contenido el primer ciclo de la Educación Infantil, que quedó establecido como una etapa “educativa” tras la LOGSE, en 1990. “Desde entonces todas las leyes de diferentes gobiernos han contemplado la etapa de Educación Infantil 0-6 años igualmente educativa, nada se modifica en las leyes, pero sí en algunas comunidades autónomas como la de Madrid intentan claramente hacer desaparecer el carácter educativo del ciclo 0-3, intensificando el cierre del ciclo 3-6 en las escuelas y pasándolo a los CEIP, en muchos casos primarizándolo”, explica la Junta de Portavoces.
“Sencillamente, se están cargando el modelo”, lamenta López. “No se soluciona nada con esto. Los países nórdicos, tanto que los alabamos, funcionan así. Además, al menos en el caso de Madrid a raíz del cierre, ¿dónde queda la tan cacareada libertad de elección de centro?”, se pregunta.