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El cambio climático propicia una inexorable expansión de mosquitos invasores en España
Tres turistas islandeses son diagnosticados de chikungunya tras pasar unos días en Alicante
Han llegado para quedarse y obligan al sistema sanitario español a lidiar con su presencia y las patologías que transmiten. Insectos como el mosquito tigre se han establecido en España gracias a las condiciones que la crisis climática ha creado para ellos. El diagnóstico de tres casos de chikungunya en turistas islandeses que visitaron Alicante en mayo reconfirma los impactos del cambio climático sobre la salud avisados por los expertos.
El mosquito tigre (Aedes albopictus), propio del sudeste asiático, es una especie invasora especialmente eficaz a pesar de, paradójicamente, “ser muy mal volador”, como lo define la doctora en veterinaria de la Universidad de Extremadura, Eva María Frontera Carrión. De hecho, sus picaduras suelen concentrarse en piernas y tobillos. Sin embargo, el insecto ha colonizado en 15 años toda la costa mediterránea, parte de la atlántica, ha llegado a la comunidad de Madrid o el País Vasco. Están detrás de los recientes casos autóctonos de chikungunya o los de dengue del año pasado.
La parasitóloga Frontera Carrión, que lo detectó en Extremadura en agosto pasado, es clara: “Estamos abocados a su presencia. Podemos frenarlo, pero va a llegar a toda España porque tiene una facilidad reproductora impresionante. Lo hace hasta en el tapón tirado de una botella que tenga agua”.
El doctor en Biología y experto en control de mosquitos, Roger Eritja, coincide en que “estos invasores, y no sólo en España sino a nivel mundial, no retroceden y no es factible actualmente erradicarlos”. Eritja explica que “la vigilancia es importante porque detectar una nueva especie muy poco tiempo después de su llegada –cuando aun no está extendida– es el único caso en que se puede eliminar esa introducción”. Es lo que ocurrió en Extremadura. “Se hizo un tratamiento suficiente”, explica la veterinaria que vigila su expansión a la espera del próximo foco.
El mosquito tigre es de la misma familia que el Aedes aegypti o el A. japonicus, ambos también vectores de enfermedades como el dengue, el zika o el chikungunya. Pero el albopictus ha probado ser, hasta el momento, un colonizador más potente. Se expande mediante una “dispersión estratificada”, como la define Eritja. Utiliza diferentes vías y durante distintas etapas de su ciclo biológico (huevos, larva o adulto). Así, el comercio masivo de cargamentos transporta sus huevos, pero los adultos también viajan a escala local en coches o autobuses. “El resultado global es un rápido desplazamiento a localidades remotas con una alta probabilidad de establecimiento, seguido por posteriores radiaciones locales más lentas”, describe el biólogo.
Una vez que llega a una zona, le basta con un pequeño charco de agua para que sus huevos eclosionen y las larvas medren. Más del 80% de los larvarios están en espacios privados, explican los estudios. El plato de una maceta, un bebedero de mascotas, un cenicero, cubos o latas de bebida. Casi cualquier recipiente que se quede con agua. Una clima suavizado hace el resto. Las colonias se asientan y crecen en densidad.
Lo que se han encontrado en España es un ambiente favorable debido a los cambios consecuencia del calentamiento global, en especial el aumento de temperaturas. “Se lo damos todo para que prolifere: el medio y el alimento”, subraya Eva María Frontera. El mosquito se nutre, básicamente, de sangre humana. “Es un mosquito urbanita”.
La siguiente pieza en el engranaje de la invasión biológica es la capacidad que tienen estos insectos para transmitir enfermedades. Son el vector necesario para que los virus de determinadas patologías infecten al ser humano. “Es un reto muy importante para la salud pública. El más importante –junto a las garrapatas– desde el punto de vista de los vectores”, cuenta a eldiario.es el biólogo experto en zoonosis y cambio climático Andrés Iriso. “Una vez que el tigre han llegado no va a irse” y “el cambio climático es un factor muy importante para este fenómeno”, incide. “Ha encontrado condiciones idóneas”.
Con todo, España presenta “un riesgo moderado. El sistema sanitario es robusto. No es cuestión de ser alarmistas”, analiza Iriso. Según su criterio, los protocolos de salud pública tienen que ir encaminados al control de la densidad de las poblaciones. Y, para eso, es crucial detectar y vigilar la expansión del mosquito. La suerte es que no es preciso ser un entomólogo experto para distinguir esta especie.
El biólogo Eritja explica que identificar mosquitos –hay 61 especies diferentes detectadas en España– , “es tarea de especialistas”, pero que “el caso del tigre es especial porque tiene una característica de la que carecen todos los demás: además de ser negro, posee una línea blanca central a lo largo de toda la espalda”. Eritja está implicado en el proyecto Mosquito Alert por el que cualquiera puede fotografiar un ejemplar sospechoso con el teléfono móvil y pedir confirmación a un experto. Toda la información queda científicamente validada, volcada y disponible.
Iriso añade que “la actuación ciudadana es muy importante para eliminar los focos larvarios”. Es decir, no dejar esos recipientes con agua estancada al aire libre. “Para neutralizar el punto de cría, lo mejor es quitarle el agua. Estaremos haciendo un gran favor a las familias que residan cerca porque este mosquito no se desplaza lejos para picar. Es muy hogareño”, remata Eritja.
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