España ha contabilizado 19 asesinatos de mujeres motivados por el machismo cometidos por hombres con los que no mantenían una relación de pareja entre enero y junio de este año. Así lo ha registrado la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, que ha presentado este lunes por primera vez la nueva estadística sobre feminicidios anunciada a finales de 2021. Se trata de mujeres asesinadas por hombres por el hecho de serlo, al margen de los casos mortales en el ámbito de la pareja o expareja, que en el mismo periodo han sido 23.
En la estadística, que se publicará y actualizará cada tres meses, lleva trabajando el Ministerio de Igualdad desde principios de año, tras un proceso de consulta con expertas y organismos especializados. España se convierte así en el primer país de Europa en contabilizar a todas las víctimas de feminicidios, un concepto especialmente utilizado en América Latina que se refiere a los asesinatos cometidos por hombres por razones de machismo o misoginia.
El recuento está dividido en diferentes categorías: 11 fueron feminicidios familiares, es decir, mujeres asesinadas por miembros de su entorno familiar, que representan el 58% de los casos. Dos están catalogados como feminicidios sexuales cometidos por un vecino y un conocido de dos chicas menores de 16 años. Y seis han sido feminicidios sociales, aquellos casos de carácter no sexual que cometen hombres fuera del ámbito de la pareja, como desconocidos, vecinos, empleadores etc. Estos suponen el 32% del total. En la cuarta categoría, la de asesinatos vicarios, no se ha registrado ninguno.
“Era una operación que le debíamos a la sociedad y a las mujeres españolas”, ha asegurado la delegada contra la Violencia de Género Victoria Rosell, que ha reconocido “la dificultad” de llevarla a cabo desde cero y “sin tener engrasada la maquinaria como en los de pareja o expareja”. Por su parte, la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, ha calificado el paso dado de “cambio de paradigma” y un mandato “feminista”, además del Convenio de Estambul, que reclama considerar como violencia machista todos los asesinatos de mujeres de esta naturaleza.
“Lo que no se nombra no existe, hoy empezamos como Gobierno a empezar a reconocer que ha habido asesinatos que hasta ahora han pasado debajo del radar”, ha añadido Rodríguez, que se ha comprometido a que los datos sirvan de “empuje para llevar a cabo compromisos políticos” ante una violencia que “marca la biografía de las mujeres a lo largo de toda su vida”.
La nueva estadística complementa a la de las víctimas mortales asesinadas por hombres con los que mantenían o habían mantenido una relación sentimental, que España puso en marcha en 2003 y que se mantendrá igual. Sin embargo, en los últimos años, casos como el de Laura Luelmo o Diana Quer sirvieron para amplificar una demanda feminista de considerar violencia machista todos los asesinatos de mujeres perpetrados por hombres por el hecho de serlo, independientemente de que el agresor mantenga con ella o no una relación afectiva.
Para decidir si las víctimas mortales son o no así calificadas, se lleva a cabo “un análisis caso por caso” de todos los recibidos en la delegación del Gobierno por parte de las unidades de violencia de género de las comunidades sobre los que se evalúa “si hay o no un componente de género”, apuntan fuentes de Igualdad, que insisten en que “hay que ser prudentes” porque la estadística acaba de arrancar.
Todos los agresores eran conocidos
La operación estadística también aporta información sobre la relación entre agresores y víctimas. La totalidad eran hombres conocidos de las mujeres. La inmensa mayoría, familiares. Nueve fueron descendientes, seis hijos y tres nietos de las asesinadas, una era el padre, una era otro familiar, cuatro fueron vecinos, dos compañeros de piso y otros dos otro tipo de conocidos.
En cuanto a la edad, el 57,9% de las mujeres asesinadas eran mayores de 60 años, algo que preocupa al Ministerio de Igualdad porque “revela” que la violencia “está dirigida a otro grupo diferente de mujeres” al de la violencia de género en el seno de la pareja, en la que el 52% de las mujeres tienen entre 40 y 50 años. Aún así, el departamento dirigido por Irene Montero pide “prudencia” para observar si “la tendencia se mantiene” cuando se disponga de una serie temporal mayor.
Las comunidades autónomas con más casos de feminicidios (tres en todos los casos) han sido Andalucía (dos familiares y uno sexual), Canarias (dos familiares y uno social) y Cataluña (todos familiares), seguidos por dos casos en Aragón (uno familiar y otro social), y la Comunidad de Madrid (ambos sociales),(suponiendo cada una el 10,5% de los casos).
La operación estadística presentada este lunes se trata de una medida contemplada en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género aprobado en 2017 y anunciada por primera vez a finales de 2018, cuando comenzaron a darse los primeros pasos.
El feminicidio en la pareja o expareja es la misma estadística que ya existe actualmente y que desde 2003 contabiliza estos asesinatos. El feminicidio familiar es el asesinato de una mujer por hombres de su entorno familiar.
Se considera feminicidio sexual el asesinato de una mujer sin relación de pareja ni familiar vinculado a las violencias sexuales recogidas en la ley. Se dividirán en feminicidios por agresión sexual -cuando existe una agresión sexual por parte de un hombre hacia una mujer con la que no tiene relación íntima ni familiar, y posterior asesinato-; feminicidio vinculado a la trata con fines de explotación sexual, explotación sexual, prostitución u otras actividades con connotación sexual estigmatizadas por género; feminicidio vinculado a mutilación genital femenina; y feminicidio vinculado a matrimonio forzado.
El feminicidio social es el asesinato de una mujer por una agresión, de carácter no sexual, por parte de un hombre con el que no se tenía una relación de pareja ni era familiar, por ejemplo, un desconocido, un compañero de trabajo, un vecino, un amigo, un empleador etc.
Por último está el feminicidio vicario, que es el asesinato de una mujer por parte de un hombre como instrumento para causar perjuicio o daño a otra mujer por razón de género