“Europa es indefendible” escribe Aimé Césaire en su ferviente obra Discurso sobre el colonialismo, en 1955. “Europa es moral y espiritualmente indefendible” añade. “Se puede matar en Indochina, torturar en Madagascar, encarcelar en el África negra, causar estragos en las Antillas”. No obstante, en el siglo XX, “los colonizados saben que, en lo sucesivo, poseen una ventaja sobre los colonialistas. Saben que sus 'amos' provisionales mienten. Y por lo tanto, que sus amos son débiles”.
Así que cuando este político y poeta francés decide ir al fondo de esa mentira, está inaugurando, en cierta forma, la teoría poscolonial. Gracias a ella, a partir de los años 80, se desmonta el colonialismo de una manera crítica analizando la producción cultural de la excolonia y también la de los colonizadores sobre los colonizados. Es el análisis de esas mentiras de las que hablaba Césaire, desmontando la perversa ecuación que iguala colonización con civilización.
Cita Césaire al poeta Baudelaire: “todo en este mundo suda el crimen: el periódico, la muralla y el rostro del hombre”. “Tenemos indicios de que el colonialismo se perpetúa en la actualidad” explica Juan Guardiola, comisario de la exposición Colonia apócrifa, diseñada para el Musac, el museo de arte contemporáneo de León, que puede visitarse hasta el 6 de enero de 2015.
Estrategias de dominación
El 'colonialismo' actual “reproduce la lógica de explotación que le es propia, a través de una matriz operativa, cultural y de poder que se conoce como colonialidad. Un ejemplo lo tenemos en el actual concepto de ciudadanía, un estatus o derecho que conlleva un tratamiento diferencial y de desigualdad en relación a los inmigrantes, los cuales carecen de derechos” explica el comisario. Un apartado de esta exposición, el que está ubicado en el Museo de León, recibe el título de Ciudadanía y en él se habla sobre “colonialismo interno”, soberanía e inmigración.
Baudelaire en 1865 resumía el planteamiento de Guardiola 150 años antes. 350 obras examinan las imágenes producidas por la colonialidad, representaciones que plasman cómo el colonialismo pasa rápidamente de la ocupación militar a la dominación social y cultural. Cómo se fabrica el discurso icónico es lo que descubre esta exposición.
“El colonialismo -escribe el Musac en su presentación- hace uso de ciencias sociales, como la historia, disciplinas científicas como la antropología, dogmas religiosos, como el evangelio, o incluso estilos artísticos, como el orientalismo, para legitimar su discurso de dominación. ”No creo que el Orientalismo sea un recurso despolitizado, ni siquiera en su acepción más decorativa“ amplía Juan Guardiola sobre la escuela artística que surgió en Europa durante el siglo XIX y que se caracterizó por representar tipos, temas y paisajes orientales.
“Muchas de estas obras eran cuadros de pequeño formato realizados para un mercado burgués de consumo, pero incluso en estas 'inocentes' pinturas decorativas se elaboran toda una serie de prejuicios sobre Oriente que van a legitimar las ambiciones coloniales e imperialistas de Occidente. Una actualización del Orientalismo lo tenemos hoy en día en la desafortunada teoría del 'choque de civilizaciones'”.
El discurso poscolonialista es siempre contrahegemónico y busca desnudar las estrategias de los colonizadores. A finales del siglo XX, España vivió su año más conflictivo en cuanto a visibilización del discurso colonialista y el poscolonialista: 1992.
“El año 1992 fue el año del Quinto Centenario del 'Descubrimiento de América', pero también de la Exposición Universal de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Capitalidad Cultural de Madrid” recuerda Juan Guardiola. “Toda una campaña de propaganda del Gobierno de España para vender una imagen de país moderno, rico y pujante, pero, al mismo tiempo poseedor de una antigua historia imperial. Como contra-propaganda surgieron movimientos críticos que apenas tuvieron eco ante el altavoz mediático oficial, sin embargo, son esas voces disidentes las que hoy resurgen con mayor fuerza. De hecho, en la exposición Colonia apócrifa diseñamos un caso de estudio dedicado al año 1992 que se ubicaría en la sección de Historia, en diálogo con las obras de arte relativas a Cristóbal Colón y el 'descubrimiento de América'. Sin embargo, por razones de espacio decidimos no incluirlo, pero si planea sobre toda esta sección”.
El Sáhara pendiente
El proyecto de Guardiola “archiva” todo tipo de obras, del siglo XV al XXI, en áreas temáticas denominadas Conquista, Historia, Evangelio, Antropología, Violencia, Orientalismo, Archivo y Ciudadanía. En el apartado Violencia destaca el último proyecto colonialista español: el norte de África, que comienza con la invasión de Marruecos en 1859 y, aunque podrían ponerse diferentes fechas de cierre -como el fin del protectorado español en ese país en 1956, la independencia de Guinea Ecuatorial en 1968 o la Marcha Verde del ejército marroquí sobre el Sáhara español en 1975- en realidad es un conflicto abierto. Así lo demuestra la irresolución juridíca y política en los territorios del Sáhara tras la invasión realizada por Hasan II, la reclamación marroquí de Ceuta y Melilla, los alardes sobre el islote de Perejil que devinieron en escalada militar y diplomática durante el Gobierno Aznar o la tensión eterna sobre el Peñón de Gibraltar.
“Hasta hace poco apenas había un interés en España por los estudios poscoloniales” explica el director de Colonia apócrifa. Imágenes de la colonialidad en España, aunque “en los últimos años empieza a haber historiadores, escritores y artistas interesados” en el tema del colonialismo español en África, sobre el que la exposición aporta 16 obras contemporáneas, cuatro de ellas de Joan Fontcuberta. “Pero no creo -opina- que esa falta de interés se deba a una humillación [debido al conflicto irresuelto], es simplemente una cuestión de amnesia colectiva porque es una parte de la historia de España poco y mal conocida”.
“La burguesía como clase está condenada, lo quiera o no, a cargar con la barbarie de la historia” escribía Aimé Césaire, principal fundador del concepto de 'negritud', en su mencionado discurso. Las sociedades colonizadoras, como es la nuestra, sufren el efecto del “golpe devuelto” porque “al habituarse a ver en el otro a la bestia, al ejercitarse en tratarlo como bestia, para calmar su conciencia, tiende objetivamente a transformarse él mismo en bestia”.