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La caza de 12 millones de aves al año y la degradación ambiental dejan a España sin el 30% de sus pájaros

España se está quedando sin pájaros. Sobre todo sin aquellos que revolotean por las zonas agrícolas. Y más especialmente aún, sin algunas de las especies preferidas por las escopetas españolas: la perdiz, las codornices y las tórtolas. El volumen total de aves comunes supone un 17,5% menos que hace 17 años, según los recuentos del Seguimiento de Aves Cercanas Reproductoras (SACRE) de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), reconocidos por el Ministerio de Medio Ambiente. Pero el grupo de las agrícolas cayó un 30%. En 2011 y 2012 se superaron los 12 millones de pájaros cazados anualmente. En 2008 eran 9,3. 

La presión que los cazadores han puesto sobre las presas que buscan cada temporada hace que el desplome de sus bandadas sea aún mayor. Añaden a los problemas de degradación del ambiente en el que viven el diezmo que pagan a los perdigones de las escopetas año tras año. Los datos de tres de las variedades que más se cazan en España (las codornices, las tórtolas y las perdices) ofrecidos por la SEO y el ministerio dibujan ese panorama: millones de ejemplares abatidos cada curso sobre unas especies que se ven menos. De esas especies cayeron 4,6 millones (solo el zorzal y la paloma se cazan más).

Cada vez más tórtolas abatidas

En cuanto a la tórtola europea (Streptopelia turtur), su decadencia ha venido en los últimos siete cursos, dado que en 2007 había ganado población. En 2014, sus bandadas han menguado un 25%. Se cree que pasan por España 3,5 millones de ejemplares. La estadística cazadora muestra que cada vez se mata más. La tendencia ha sido constante al alza: en 2006 fueron 435.000 pájaros cazados y en 2012 se llegó a los 778.631, según el Anuario de Estadística Forestal del Ministerio de Medio Ambiente, un 78,8% más.

Codorniz, en picado desde 2011

El volumen de Coturnix coturnix ha caído en un 60% desde 1998, pero entre 2011 y 2013 dobló su caída en picado. La última estimación de su población en España se hizo en el año 2006 y le otorgaba un cálculo de 865.000 ejemplares. Mientras, si en 2005 se cobraron la vida de 1,4 millones de estos pájaros, en 2012 fueron 1,2 millones. Solo una temporada antes, las piezas acreditadas llegaron a los 1,54 millones. 

Granjas de perdices para alimentar los cotos

En 2004, la densidad de la perdiz roja (Alectoris rufa), solo en Andalucía, era de 60 ejemplares por km². Siete años después esa densidad había caído hasta los 20 pájaros. Aunque los ejemplares cazados son mucho más numerosos que los de sus compañeras, hay que tener en cuenta que, dada su delicada situación en estado silvestre, mucho de a lo que se dispara proviene de la cría en granjas que luego se suelta en los cotos. Con todo, las últimas cifras oficiales reflejan que en 2010 se cazaron 2,9 millones; en 2011: 3,1; y en 2012, las escopetas derribaron 2,6 millones de perdices.

La Real Federación Española de Caza, mediante su fundación, Fedenca, contrapone que los seguimientos de la SEO son, en algunos casos, “poco extrapolables” a todo el territorio español [para la tórtola] y, en otros, da más valor a sus propios estudios, que califica como “la mejor base de datos del mundo de la especie [la codorniz]”. 

Las administraciones no se han dado por concernidas. De hecho, los cazadores no dan abasto, ya que las piezas abatidas están por debajo de los cupos por cazador permitidas en las órdenes de veda que las comunidades autónomas emiten cada año.

Juan Carlos Atienza, director de Conservación de la Sociedad Española de Ornitología, admite que “la caza no es el único motivo de la caída del número de aves, pero sí es sobre el que se tiene un control más directo”. Otros factores más complejos son “la degradación del medio o el uso de plaguicidas sobre las cosechas” que envenenan los granos de los que se alimentan estas especies. La SEO ha pedido que se detenga la caza de codornices y, para este año, ha extendido esta petición a la tórtola.

Otros países europeos sí han optado por ese camino. Bélgica, Dinamarca, Alemania, Hungría o los Países Bajos han blindado, al menos por ahora, a la tórtola y prohíben su caza. Grecia, Italia, España y Francia representan el 50% de la presión cinegética sobre esta especie en el continente.

“El aprovechamiento racional es sostenible”

Los cazadores contraponen sus propios análisis. La Fundación para el Estudio y la Defensa de la Naturaleza y la Caza (Fedenca), perteneciente a la Real Federación de Caza, entiende que “por naturaleza [estas aves] presa tienen gran capacidad reproductiva y mecanismos de respuesta ante pérdida de nidos, polladas...”.

Según su criterio, “lo cierto es que la tórtola europea no está incluida en ninguno de los supuestos de protección estricta conforme a la normativa comunitaria y estatal”. Con todo, Fedenca recuerda que la normativa europea recoge “la importancia de la caza como herramienta de conservación y gestión de la fauna y el medio natural, incluso de especies cinegéticas con estados de conservación desfavorable”. También subrayan que esas mismas normas incluyen que suspender las cacerías, como ayuda a la recuperación de poblaciones, ha de hacerse “de acuerdo con organizaciones de cazadores”.

De igual manera, la fundación concluyó tras un estudio sobre la codorniz (que creó una base de datos entre 2002 y 2011) que “la tendencia de la población es mantenerse estable con fluctuaciones de la abundancia. La codorniz es viable y su aprovechamiento racional es sostenible. España la cuida y aprovecha racionalmente”. Las piezas cazadas se dedican, principalmente “a la gastronomía”.

La Oficina Estadística Europea (Eurostat) se fija en varios índices sobre esta situación. El que utiliza para medir las aves comunes refleja cómo el continente en general pierde riqueza natural. En tres décadas se ha dilapidado el 30% de las bandadas que había en 1990. Un estudio de la universidad británica de Exeter, publicado en noviembre de 2014, cuantificaba esta pérdida en más de 400 millones de pájaros. “Siempre de las especies más comunes”, revelaba. El índice que mide la abundancia de pájaros es considerado por la Unión Europea como un indicador de desarrollo sostenible y de eficiencia de recursos. También ha sido elegido por la Comisión Europea como marcador de la marcha hacia los objetivos de la Estrategia 2020.