El estadio Vallehermoso pasa de joya olímpica a gimnasio privado con spa

Era un mito del atletismo. El escenario de grandes gestas deportivas. En su pista el imbatible corredor Edwin Moses perdió en 1987 por primera vez después de nueve años, nueve meses y nueve días. La noticia, y la foto del estadio Vallehermoso, recorrieron el mundo. Tan mítico era que iba a convertirse en el símbolo del Madrid olímpico que soñó el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón para 2012. Este lunes el COI comenzó su visita para decidir si el tercer intento de la capital de acoger unos Juegos tiene alguna chance. Vallehermoso no está en el itinerario, claro. El polideportivo, que cerró en 2007 envuelto en promesas de gloria internacional, las reabrirá a principios de 2014 reconvertido en gimnasio y spa.

Tras ordenar su desmantelamiento, el Ayuntamiento de Madrid licitó su ambicioso proyecto para que una empresa privada hiciera la inversión y el estadio renaciera en menos de dos años. La crisis detuvo el cronómetro. El atletismo puede acuñar leyendas pero no es lo que se dice un negocio boyante, así que el concurso quedó desierto.

La adjudicación se concretó, por fin, en 2011. Pero ya sin la pista de atletismo. Y en términos mucho más convenientes: cesión del suelo y de la explotación comercial por 40 años sin pagar ningún tipo de canon. A cambio, la empresa se encarga de la inversión inicial, más de 20.140.000 euros. La única condición: que los precios sean más económicos que los de mercado.

El nuevo Vallehermoso será parte de la cadena GOfit, y tendrá pistas de paddle, un gimnasio de 1.500 metros cuadrados, dos piscinas, una de ellas cubierta, solarium y spa, explica la empresa concesionaria, Ingesport. La compañía ya gestiona el centro madrileño de Montecarmelo y tiene concesiones en varios municipios españoles: Córdoba, Granada, Torrejón de Ardoz, Ciudad Real o Málaga. En 2012 facturó unos 20 millones de euros. Y en 2013, con la apertura de establecimientos en Santander, Valladolid y Lisboa piensa duplicar esa cifra.

Fuera de la red pública

Vallehermoso, el único polideportivo de un distrito en el que viven más de 150.000 personas, fue durante casi 50 años un referente de instalación pública en el barrio y en la ciudad: tenis, baloncesto, piscina y también sede de escuelas de atletismo. El nuevo tendrá capacidad para 12.000 abonados. Para apuntarse no hará falta estar empadronado ni habrá prioridad para los vecinos. El precio de los abonos se establecerá en base a las exigencias del Ayuntamiento y a lo que cobre la competencia en la zona, explican en Ingesport. La Dirección de Deportes asegura que los precios de los servicios básicos deberán ser idénticos a los municipales.

Con el de Vallehermoso, la ciudad de Madrid tendrá 9 de sus 69 polideportivos privatizados. Estos centros no admiten el uso de los abonos municipales (para las actividades físicas, el uso de instalaciones deportivas o las piscinas). Para acceder a ellas hay que ser socios de ese club en particular. De modo que quien practica deporte en un complejo municipal pero quiere acceder a la piscina en éste o alguno de los otros centros privatizados tiene que pagarlo aparte, aunque formen parte de la oferta pública de instalaciones deportivas. “Estos centros funcionan como complemento de la red de polideportivos municipales”, afirma el Ayuntamiento.

Y es cierto que la 'colaboración público-privada' no es una desconocida para Madrid. De hecho, el ex estadio se encuentra junto al parque Santander, una de las más polémicas privatizaciones de los últimos años. En enero el Tribunal Supremo anuló la declaración de Interés General que sirvió a la Comunidad de Madrid para instalar en ese terreno –en el que estaba planificado un parque público- un campo de golf, un restaurante y canchas de fútbol y paddle gestionadas por una empresa privada, ligada a la familia del ahora presidente regional, Ignacio González.

El estadio Vallehermoso ya no figura, por supuesto, en la propuesta de Madrid 2020 que visitará el COI. El estadio mítico que iba a ser el símbolo del atletismo español deberá conformarse con ser –seguramente para siempre- sólo eso: un mito.