Europa da pasos hacia la 'gripalización' de la COVID sin tener claro cuándo terminará la sexta ola

Una de las mayores incógnitas de la sexta ola es saber cómo y cuándo terminará. El último arreón de la COVID-19, avivado por la variante ómicron, sigue sumando miles de contagios a nivel mundial. Cómo será su descenso, cuándo se llegará de nuevo a un suelo de contagios y cuánto durará el tiempo de calma –en forma de suma de inmunidad e infecciones en su mayoría leves– que deja ómicron antes de que aparezca una nueva variante son algunas de las preguntas que, por ahora, no tienen respuesta.

En medio de este momento de incertidumbre, diversos organismos han empezado a dar pasos hacia la gripalización de la COVID-19 y, por tanto, hacia un cambio de fase. ¿Esto qué significa? El objetivo principal es que el coronavirus se llegue a tratar como una enfermedad endémica y no como una epidemia, como se ha hecho hasta ahora. La revista científica The Lancet ha publicado un artículo pronosticando que la COVID-19 seguirá, pero no así la pandemia. “La COVID-19 se convertirá en otra enfermedad recurrente que los sistemas sanitarios y las sociedades tendrán que gestionar”, concluye el texto, teniendo en cuenta la estela que dejará ómicron a su paso por todo el planeta.

Hace dos semanas, el Gobierno de España ya planteó de manera formal al Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades gestionar la infección como se trata a la gripe. Sin embargo, todo cambio en ese sentido debería esperar al final de la onda que se inició a finales de noviembre y que ahora, dos meses después, empieza a dar leves signos de remisión.

Este lunes la Organización Mundial de la Salud dio un paso más. Dos años después del estallido del coronavirus, considera que “podríamos estar entrando en una nueva fase de la pandemia con una esperanza plausible de estabilización”. Así lo anunció la rama europea de la OMS en una declaración del director de su oficina en el continente, Hans Kluge, en la que también pidió no bajar la guardia teniendo en cuenta, sobre todo, que en el acceso a la vacunación sigue habiendo enormes disparidades. “Si 2021 fue el año de la producción de las vacunas, 2022 debe ser el año de la equidad en las vacunas en la región europea y más allá”.

“Esta pandemia, como todas las anteriores, terminará, pero es demasiado pronto para relajarse”, decía Kluge hacia el final de su declaración, augurando que, con las medidas actuales, si apareciese una nueva variante, “una nueva oleada podría no requerir la vuelta a los cierres vividos en la época de la pandemia o medidas similares”. En línea con estas declaraciones, la OMS anunció también este lunes que en febrero publicará un plan de transición de pandemia a “fase de control sostenido”.

Todavía se desconocen los detalles del futuro plan estratégico de la OMS. “Hay muchas incertidumbres en torno a la evolución futura de esta pandemia y la OMS está considerando una serie de escenarios, pero en este momento, estamos inmersos en gran medida en medio de la pandemia”, ha respondido la OMS a preguntas de elDiario.es. “Aunque el virus se convierta en endémico, no significa que deje de ser peligroso o perjudicial”. 

A nivel europeo, la UE dejará aparcado el mapa de contagios que se ha utilizado para gestionar las restricciones de viaje en pandemia. Esto se considera un primer paso hacia la gripalización de los sistemas de vigilancia, en donde primará la vacunación por encima de la situación global de cada país. Las personas vacunadas, que hayan superado la enfermedad o presenten un test negativo podrán desplazarse libremente.

“No sabemos si habrá repuntes en el descenso de la ola”

¿Es demasiado pronto para hablar de cambio de fase? Los epidemiólogos consultados creen que sí. La sexta ola no ha empezado a descender claramente en todos los países, por lo que, sin saber hasta dónde llegará el valle de contagios, consideran apresurado hablar de un cambio de fase. “No sabemos cuál va a ser la fisionomía de la bajada. Si será paulatina o con repuntes esporádicos”, explica el investigador y epidemiólogo Mario Fontán.

“En un contexto de dos años de pandemia y sin un patrón esperable de este virus es muy difícil hablar de endemia en términos técnicos”, reconoce Fontán. Una enfermedad se considera endémica cuando se dan una serie de casos esperables, en un lugar específico, con una frecuencia concreta. “La realidad es que todavía hemos tenido olas de tamaños muy dispares, en distintos momentos del año. En verano y en Navidad. Cuando tenemos tanta irregularidad en la intensidad y la frecuencia es difícil hablar de endemia”, explica. “Y cuando se habla de endemia como sinónimo de pasar a otro escenario se confunde a la población”.

Tampoco se sabe, indica el investigador, hasta dónde caerá la tasa de contagios y si el suelo de las infecciones llegará a niveles tan bajos como en anteriores descensos. “Hemos tenido una explosión de casos que no habíamos tenido hasta ahora”, señala, y recuerda que los contagios están infradiagnosticados porque muchos no han llegado a registrarse. A esto hay que sumar la capacidad de reinfección que tenga ómicron con respecto a las anteriores variantes y el ritmo de inyección de terceras dosis.

“Parte del concepto de endemia viene del hecho de que haya una persistencia de la enfermedad o una aparición y desaparición periódica, y eso no lo hemos visto hasta ahora”, describe el epidemiólogo e investigador predoctoral en la UAM, Javier del Águila.

Es momento de pensar qué respuesta social le vamos a dar al virus porque las costuras están muy estiradas

Los expertos coinciden en que cambiar de fase es un paso lógico, porque la sociedad tendrá que adaptarse a la nueva realidad dibujada por el coronavirus, pero la clave será saber cuándo. Para Del Águila, “es momento de pensar qué respuesta social le vamos a dar al virus porque las costuras están muy estiradas”. Del Águila cree que no se puede seguir “llevando al límite al sistema sanitario, a las familias y a los colegios”. En ese sentido, parece lógico pensar en un cambio de fase que no tenga tanto que ver con las medidas que impongan los gobiernos como con la capacidad que tengan las sociedades de adaptarse para vivir con el coronavirus.

En opinión del investigador, es pronto para hablar de estabilización, como indicaba el director de la Oficina Europea de la OMS. “Si hablamos de alguna zona concreta, podemos mirar datos, pero yo no veo mucha estabilización a nivel global”. Del Águila cree que la irrupción de una nueva variante es lo que “generalmente impulsa cada nueva onda” por lo que habrá que seguir observando qué sucede con la mutación del coronavirus. De hecho, el epidemiólogo recuerda que ómicron ya ha mutado en Reino Unido y se le ha nombrado “variante de interés”.

Por su parte, Fontán pide que se reorganice la situación, pero que no se pierda la mirada global, incidiendo en la idea de que poner punto final a la pandemia depende de todos y no solo de un continente. “Si estamos en un contexto en el que la pandemia no está controlada a nivel mundial, hay muchas posibilidades de que esa falsa ilusión de estabilización o endemia de una región se rompa”, alerta. “Los países estamos atados los unos a los otros. Hay que avanzar a la vez”.

“Para poner fin a la fase aguda de la pandemia, las herramientas altamente eficaces que los científicos han desarrollado deben ser compartidas de forma justa y rápida con todos los países”, enfatiza la OMS, que insiste en reclamar una redistribución justa de las inyecciones contra la COVID-19 para que a mediados de año el 70% de la población mundial esté vacunada.