A los países europeos les están explotando en la cara los daños que la crisis climática inflige en la salud de las personas. Europa “está despertando” al aumento de las muertes atribuidas al calor, la expansión de enfermedades infecciosas y las patologías por respirar las micropartículas que liberan los combustibles fósiles, según revela el estudio Lancet Countdown 2022.
El trabajo explora el vínculo entre la salud y el cambio climático mediante la colaboración de 44 investigadores. “Tras pasar el verano más caluroso, Europa se está dando cuenta de la realidad del calentamiento global y de lo que supone para nuestra salud”, subraya la directora del proyecto europeo y miembro de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados y del Centro Nacional de Supercomputación, Rachel Lowe.
El continente está viéndose obligado a lidiar con impactos que ya eran visibles. “La salud está a merced de los combustibles fósiles”, lo define The Lancet. Durante 2021 y 2022, “los eventos climáticos extremos causaron devastación en todos los continentes”, pero ¿qué ha hecho en Europa para que se palpe ese despertar?
En realidad, los científicos del Countdown han puesto el foco en un peaje que ya se había hecho evidente en muchas otras regiones del planeta.
Olas de calor cada vez más mortíferas
En la década 2010-2019, el calor extremo creciente ha hecho que la exposición a olas de calor, de manera general, sea un 57% superior al decenio anterior. Hay más días con temperaturas peligrosas por lo altas que son.
Lógicamente, con más tiempo en ola de calor, el deterioro en la salud de los ciudadanos es mayor. Este 2022 ha sido especialmente palpable en España donde, en los meses de verano, se registró un exceso de mortalidad de 4.700 fallecimientos atribuibles al calor. Triplica la media del último lustro, según los datos del Instituto de Salud Carlos III.
El cambio climático está impactando gravemente en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia global de los combustibles fósiles agrava estos daños
En Europa, los cálculos solo para el pico de calor de julio, revelaron que el exceso de fallecimientos relacionados con el calor estaba en unas 53.000 muertes. En 2021, que ya fue un verano de calor por encima de lo normal en buena parte del continente, el exceso de mortalidad había sido de algo más de 5.700 personas, especialmente en Grecia o Francia.
De manera global, The Lancet ha calculado que las muertes por calor en personas mayores de 65 –especialmente vulnerables a las temperaturas altas– se ha “incrementado aproximadamente un 68% entre el periodo 2000-2004 el cuatrienio 2017-2021”.
En este sentido, el estudio añade que más de la mitad del territorio ha tenido que afrontar “sequías o bien extremas o, al menos, extraordinarias” entre 2011 y 2020. Más de un tercio de la España peninsular atraviesa ahora mismo una sequía prolongada por falta de lluvias.
Mejores condiciones para que los mosquitos contagien
Los científicos aglutinados por The Lancet advierten del “incremento de las condiciones climáticas favorables para la diseminación de enfermedades infecciosas como el dengue, la malaria o el virus del Nilo occidental”.
Estas patologías con etiqueta de tropicales pueden crecer porque los vectores que la transmiten –básicamente insectos– disfrutan de mejores circunstancias para medrar. Por ejemplo, el mosquito tigre, una especie alóctona –originaria de otra zona o país–, ha hecho que el sur de Francia y los países del Mediterráneo se hayan convertido en más vulnerables al dengue desde que se instaló y comenzó a expandirse en 2000. De hecho, la Organización Mundial de la Salud en Europa ha sido contundente al analizar la situación: “El dengue está de vuelta”.
En Francia viven este mes un brote de dengue calificado de “preocupante”. En el país han tenido casos autóctonos desde 2010, pero eran controlados rápidamente y no solían pasar de los 10. Sin embargo, en 2022, un solo núcleo ha provocado más de 30 contagios. La vigilancia habitual “parece no ser suficiente para las condiciones ambientales propicias para la transmisión”, han analizado en la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
En el caso de la malaria, a pesar de que Europa fue declarada “libre de casos” en 2016 por la OMS, el peligro radica en que el mosquito Anopheles que lo transmite vive cada vez mejor en el continente. Y cada año, miles de europeos son hospitalizados tras contraer malaria en algún viaje (en 2019 hubo dos casos de contagio interno en España, además de otros tantos en Alemania, Grecia, Francia y otro más en Países Bajos).
En 2020, en España brotó el virus del Nilo occidental. Se certificaron 77 casos y ocho muertes. Lo transmiten mosquitos autóctonos, pero la subida global de las temperaturas –también en el invierno– favorece sus poblaciones. Hay más mosquitos capaces de transmitir el virus si aparece en una persona.
Respirar partículas que expulsan los tubos de escape
El Lancet Countdown calcula que, solo en 2020, 117.000 personas fallecieron por haber respirado las micropartículas que desprende la combustión de combustibles fósiles –que liberan al mismo tiempo los gases de efecto invernadero que causan la alteración del clima–. “El transporte es la principal fuente” de estas partículas finísimas: PM 2,5. El trabajo estima que en el mundo el peaje vital se disparó a 1,3 millones de muertes.
El daño que están causando las partículas que viajan en los gases invernadero no hace más que acumular evidencias. Hace poco más de un año, una revisión de las universidades de Harvard, Birmingham y el London College, calculó que el 20% de las muertes prematuras a nivel mundial estaba relacionado con estas PM 2,5 que expulsan, sobre todo, los tubos de escape de los vehículos.
Las regiones más afectadas por este contaminante son la costa este de Estados Unidos, el sureste de Asia y Europa occidental. “Nuestro estudio revela que nos encontramos en un momento crítico”, cuenta la directora ejecutiva del Countdown, Marina Romanello. “El cambio climático está impactando gravemente en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia global de los combustibles fósiles agrava estos daños”, remata.