Se extiende por Europa el uso de un alumbrado público nocivo para la salud

Toño Fraguas

14 de septiembre de 2022 20:00 h

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“Luz azul”: además de un palíndromo, estas dos palabras constituyen un motivo de inquietud para la salud. Nuestros ciclos de sueño y vigilia, nuestra rutina de descanso, el comportamiento de los animales e incluso el abrumador espectáculo del cielo estrellado sobre nuestras cabezas se están viendo afectados por la proliferación de las farolas con bombillas LED de luz azul. Un estudio que publica este miércoles la revista Science muestra por primera vez el crecimiento en Europa de este tipo de iluminación nocturna, cuyas consecuencias negativas en las personas y los animales empiezan a ser documentadas.

La investigación va más allá de alertar genéricamente sobre la contaminación lumínica: analiza de manera detallada la progresión acelerada en la utilización de cada tipo de luz, diferenciando entre las ondas de luz azul, verde y roja.

El español Alejandro Sánchez de Miguel y sus colegas de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, han empleado imágenes obtenidas por los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS, en sus siglas inglesas) para trazar un mapa de la variación de la composición espectral de la iluminación en toda Europa en dos periodos: 2012-2013 y 2014-2020. La investigación tiene como punto de partida la tesis doctoral del propio Sánchez de Miguel, presentada en 2015.

Los datos muestran el reemplazo progresivo del alumbrado público desde la iluminación a base de sodio de alta presión (en tono amarillento) a una mediante lámparas LED de color blanco y con mayores emisiones azules. El efecto ha sido especialmente destacado en Italia, Rumanía, Irlanda y Reino Unido, mientras que Austria y Alemania han sido los países que menos cambios experimentaron.

Efecto en la melatonina

“Hay un cambio medible a luminarias más azules. La transformación de estas imágenes en color a mapas de impacto ambiental indica que se está incrementando el riesgo de efectos nocivos a los ecosistemas”, señala Jaime Zamorano, director de la tesis de Sánchez de Miguel y catedrático del departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, en declaraciones al SMC España.

Por ello los autores han revisado varios estudios previos, que desde hace años vienen alertando de los efectos de la luz artificial nocturna sobre la melatonina (la hormona que regula los ciclos del sueño y la vigilia y otros procesos corporales).

En declaraciones a elDiario.es, Sánchez de Miguel recuerda que la cuestión debe ser tratada con cuidado y que aún falta investigación: “Lo que sí está claro es que la exposición a luz azul produce una seria pérdida de calidad del sueño incluso dentro de los límites legales en vigor en España. Esa peor calidad de sueño tiene múltiples impactos. Desde mayor riesgo de obesidad, diabetes, mayor agresividad y deslumbramiento en las carreteras”.

La exposición a luz azul produce una seria pérdida de calidad del sueño incluso dentro de los límites legales en vigor en España

Anna Palomar, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), también comenta la investigación para el SMC España: “El reloj circadiano regula el correcto funcionamiento de múltiples sistemas en el cuerpo humano. El principal factor sincronizador de este sistema es la luz que entra a través de la retina en nuestros ojos. La luz azul, aquella con un espectro de 380 a 450 nm, es la más efectiva a la hora de sincronizar (o alterar) este sistema. El cambio sistémico hacia un alumbrado público compuesto principalmente por LED ha sido impulsado en muchas ciudades europeas para reducir el impacto medioambiental. Sin embargo, poco se sabe sobre el cambio del color de la luz de este nuevo alumbrado público y su impacto en la salud humana y planetaria”. 

El comportamiento de los insectos

La investigación publicada hoy alerta igualmente acerca de los efectos sobre la fauna y, en concreto, sobre el comportamiento de ciertos insectos hacia la luz (la denominada fototaxia). Las polillas se ven especialmente atraídas hacia este tono de luz, con lo cual las poblaciones de estos insectos se concentran en zonas urbanas donde mueren dejando sin alimentación a murciélagos y aves en áreas boscosas y despobladas.

Esto tiene como agravante el entorpecimiento de la función polinizadora de las polillas. “Son tanto o más importantes que las abejas domésticas”, apostilla Sánchez de Miguel. Igualmente sufren las luciérnagas, especie en la que el macho es atraído por la misma luz artificial que repele a las hembras, lo que dificulta la reproducción.

Las estrellas ‘se olvidan’ de salir

En cuanto a la visibilidad de las estrellas, el estudio recuerda que, junto con otros animales, los seres humanos han utilizado durante siglos el firmamento para orientarse. La pérdida de visión del cielo nocturno, además de a las observaciones astronómicas puede afectar, según los autores, “al sentido que las personas tienen de la ‘naturaleza’ y del lugar que ocupan en el universo”.

Sánchez de Miguel considera que existe “mucha desinformación” sobre los LED: “Hay muchísimos que no son tan eficientes. De hecho, las lámparas más eficientes del mercado no son LED, sino las de baja presión de sodio. Y no son una alternativa porque, en un descarado ejemplo de obsolescencia programada, su principal fabricante dejó recientemente de producirlas”.

Otra cuestión que esta investigación pone sobre la mesa es la de la discutible utilidad que vienen ofreciendo las imágenes tradicionales obtenidas por satélite. Esas imágenes son las que se suelen emplear para medir la contaminación lumínica o determinar qué zonas están habitadas y cuáles no.

Sin embargo, al no distinguir entre tipos de iluminación, las imágenes satelitales pueden acabar proporcionando un indicador cuantitativo “pobre o limitado de la exposición a los riesgos ambientales asociados a la luz artificial nocturna”, dicen los autores, que han preferido por ello emplear imágenes obtenidas por la ISS.