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Qué está fallando en la vacunación: la falta de planificación y las plantillas mermadas ensombrecen el arranque de la campaña

Belén Remacha

4 de enero de 2021 22:38 h

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La esperada vacunación contra la COVID-19 ha comenzado en plenas fiestas navideñas y a medio gas. Después del momento mediático del 27 de diciembre con todos los focos sobre Araceli Hidalgo, la primera entrega semanal regular de Pfizer/BioNTech se produjo el martes 29. Fueron 360.000 dosis repartidas proporcionalmente entre las comunidades autónomas, y lo que han hecho con ellas los gobiernos regionales ha sido dispar. Con datos aportados por las autonomías, en un extremo está Asturias, que ha administrado el 80% de las que le tocaban. En el otro, Cantabria y Madrid, el 5% y el 6% respectivamente. De media, en España han sido usadas solo el 27,8% de esa primera remesa –este lunes ha llegado una segunda que eleva el número total de dosis en España a 718.000–. ¿Qué ha ocurrido en las regiones que reportan cifras bajas? Los profesionales lo achacan, sobre todo, a la falta de previsión y a las plantillas mermadas por las vacaciones. Y estos problemas se suman al nerviosismo de la amenaza de una tercera ola y de los riesgos de la variante británica: “Llegan informaciones malas y todas a la vez y es normal la inquietud por la vacunación”, sintetizan desde la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid.

El Ministerio ha dado cifras oficiales por primera vez este lunes: hay algo más de 82.000 españoles vacunados con la primera dosis. Equivalen al 0,17% de la población, un dato similar al que reporta Italia, el 0,19% El 16 de diciembre el Ministerio y las comunidades aprobaron un sistema para que estas notificasen cada día la fecha de nacimiento y residencia de cada inmunizado, así como el tipo de vacuna, fabricante, lote y motivo, pero hasta este 4 de enero no se habían dado datos. El mecanismo tiene todavía que “rodar”, ha explicado Salvador Illa, y “el ritmo va a aumentar”. El ministro ha evitado hacer un “ranking”, pero los representantes de las comunidades que peor van sí han sido preguntados a lo largo del día. El Ejecutivo cántabro ha reconocido que “la campaña va más despacio de lo deseado”; el madrileño, cuya presidenta, Isabel Díaz Ayuso, hace una semana se quejaba porque llegaban pocas vacunas, alega que “quien tiene que dirigir esto es el Gobierno”.

Varios expertos consultados por elDiario.es coinciden en que este primer traspiés no retrasará por ahora los planes del Ejecutivo de vacunar a unas 2,5 millones de personas para marzo. Es una meta realista que, además, cuando se calendarizó, todavía contaba con que la campaña comenzara a mediados de enero. También concuerdan en que la lentitud era previsible, pero no deseable. Entre ellos Javier Padilla, experto en Salud Pública y coautor del ensayo Epidemiocracia: “Dentro de lo esperable, es un poco desastroso. Más por la imagen que se da de un proceso con tanta carga de confianza en las instituciones”. “Intuíamos todos que esto pasaría, por cómo se paraliza el país durante las Navidades y cómo caían los festivos. El 27 fue el hacerse la foto y que todos tuvieran su primer vacunado”, resume Julián Ezquerra, secretario general de AMYTS, la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid. A Usama Bilal, profesor de Epidemiología y Bioestadística de la Drexel University (Philadelphia), le sorprende la “heterogeneidad” de los datos entre comunidades: “Hacen falta servicios robustos, no se crean de un día para otro, y en algunos sitios se han desmantelado”. Y Miriam Alía, experta en vacunas de Médicos Sin Fronteras, comenta:  “Los planes tienen que ser públicos y anticipados. Las comunidades saben cuántas vacunas reciben a la semana y tienen que usar su máxima capacidad. Y si no lo hacen, justificarlo. Lo que no es normal son cosas como que no se vacune en festivos”.

Lo que ha ocurrido entre el 27 de diciembre y hasta Reyes ha sido una especie de “fase beta de la vacunación”, define Javier Padilla, “la muestra es que no estén preparados los sistemas de información”. La estrategia de vacunación estaba aprobada desde hace mes y medio, pero aplicarla regionalmente ha sido asunto aparte. “No es lo mismo empezar a vacunar después de Reyes que con las plantillas casi a la mitad, con la gente fuera por las vacaciones. Trabajamos en la excepcionalidad, claro; pero también en el mundo real, y en el mundo real no es igual un 27 de diciembre que un 10 de enero”, sigue el experto, “y se hubiese podido explicar así. Que esto era un proceso de adaptación y era completamente normal. La lentitud hubiese tenido mucha menos relevancia así. También si algunas consejerías como la de Catalunya o la de Madrid no hubiesen montado un circo quejándose de pocas vacunas”.

Lo “verdaderamente preocupante” será si este ritmo sigue a partir de la semana del 11. Lo piensa igual Julián Ezquerra. El objetivo según él ha de ser “que estos días haya organización real y protocolos claros para empezar justo después de Reyes a vacunar de manera seria. Con el sistema ya a pleno rendimiento”. El cálculo de AMYTS es que, a un ritmo normal, con uno de cada cuatro enfermeras dedicadas a la vacunación, el 35% de la población madrileña podrá estar vacunada en junio, y eso es extrapolable a otras comunidades. La primera parte, de enero a marzo, es la parte relativamente sencilla: hay que vacunar a una población controlada, la de residencias, sin que los ciudadanos tengan que desplazarse. A partir de marzo comenzará la población general y para entonces “no me preocupa tanto la disponibilidad de personal como el diseño de la campaña: que se mezcle la gente en circuitos, que no monten carpas anexas… a eso es a lo que hay que ponerse a nivel autonómico porque no nos consta que exista y es el momento de prepararlo”.

Los errores hasta ahora: no vacunar en festivos, falta de planificación

¿Cuáles han sido hasta ahora los fallos, al margen de comenzar con las plantillas a medias? El problema más claro para Padilla, como para Miriam Alía, ha sido “lo de dejar sin vacunar los fines de semana. Durante lo peor de la primera ola la Atención Primaria trabajó los fines de semana, se puede volver a hacer con buenas remuneraciones y con organización”. Julián Ezquerra, de AMYTS, no ve tan claro abrir los fines de semana los centros de salud para vacunar porque requiere de muchos recursos (administración, celadores), pero sí es viable en esta primera fase en residencias porque el personal médico ya se encuentra ahí.

Otro despropósito, en opinión de Padilla, ha sido que los médicos de Atención Primaria de Madrid –él lo es– todavía no sepan nada de su propia vacunación, como confirman otras fuentes del sector: “Solo se nos ha informado de que va a realizarlo Salud Laboral, pero no hay citaciones”. Ezquerra indica que esto se podría hacer fácilmente con “autoorganización”, porque con las vacunas suficientes los propios profesionales están capacitados para vacunar al personal de sus centros. Pero no hay directrices.

Andalucía y Castilla y León han esgrimido un último motivo técnico para no estar vacunando a toda la velocidad posible (han usado el 37% y el 44%, en sus casos). Ellos quieren guardar más del 50% para, de haber problemas con el suministro, asegurar poder estar vacunando dentro de tres semanas con la segunda dosis a todo el mundo que tenga ya la primera. El Ministerio no contemplaba esta opción en su estrategia aunque el ministro ha expresado este lunes que “entiende” que esto se esté haciendo en un primer momento. Los expertos lo ven una opción legítima, aunque con riesgos. “Tiene sentido si asumimos que el aprovisionamiento no está garantizado, pero no debería”, razona Alía. Puede dar en todo caso problemas de acumulación “sobre todo por el mal manejo de la cadena de frio de esas grandes cantidades, que se van sumando semana a semana. Quizá sería mejor algo intermedio, guardar el 25%. Y en todo caso, no justifica los porcentajes tan bajos”.