En las redes sociales se viralizaba esta semana la historia de Laura, una mujer embarazada que había descubierto, a pocos días de dar a luz, que su seguro privado no le cubriría el parto. La factura rondaría los 6.000 euros pese a que ella, explicaba, había estado pagando durante cuatro años 51 euros al mes. “Una bestialidad”. Con una calculadora a mano, las cuentas son bastante clarificadoras: Laura había abonado un total de 2.448 euros desde que recurrió a la aseguradora Asisa. A la sanidad pública, esta intervención le cuesta algo más de 3.500 euros.
El caso de Laura, pese a lo particular, no es único en España. Según los datos de la Organización Médica Colegial, entre el 30% y el 40% de los médicos privados se quejan de que sus pacientes dicen desconocer algo que sus pólizas no les cubría. “Algunos pacientes, genuinamente, no saben qué contratan o cuando contratan el seguro piensan que ya tienen un plan B, pero luego se encuentran con la sorpresa de que tienen copagos o carencias de las que no se habían dado cuenta”, explica el vocal de medicina privada de la OMC, José Luis Alcibar. “Tenemos que dedicar tiempo a explicarles lo que su seguro no les cubre, afrontando además su decepción, como si los culpables fuéramos nosotros”, indica.
La idea de que están aumentando las pólizas low cost, por el momento, se basa en percepciones, tanto de los profesionales como las que arrojan las campañas de promoción de las propias compañías, ante la opacidad del sector. Desde 12, 19 o 28 euros al mes se encuentran pólizas con prestaciones limitadas, que en muchas ocasiones incluyen pagos extra a partir de determinado número de consultas o para pruebas como radiografías o analíticas, mientras excluyen otras más complejas, como resonancias o biopsias.
Con estas condiciones, de forma indirecta la cuenta va subiendo. “El paciente no se da cuenta de que le saldría más barato ir al especialista de forma privada, sin seguro”, explica Alcibar. Ahórrese el cálculo para una póliza de 20 euros, con una permanencia de un año: 240 euros al año, que pueden incluir media docena de consultas de medicina primaria. Y a partir de ahí, hay que abonar un extra. Por ejemplo, Sanitas, que tiene un seguro a 28 euros al mes, factura cuatro euros por las consultas de la siete a la diez; siete euros de 11 a 15; y 10 euros por asistencia en adelante. Incluye un servicio de urgencia con teleasistencia; ocho euros más. Para las pruebas diagnósticas, el copago es de 12 euros.
“Nunca lo vas a tener que pagar en ninguna clínica. Pasas la tarjeta de Sanitas y al mes siguiente lo ves reflejado en tu prima”, te explica una comercial al otro lado del teléfono. Y este es uno de los problemas que alegan los prestadores del servicio. Esto es, las clínicas privadas. “Durante mucho tiempo, a los médicos no les importaba que las consultas se las pagaran a bajo precio, porque sabían que un porcentaje significativo luego iban a derivar en intervenciones, que es con lo que ganan dinero”, explica el portavoz de la OMC. Pero ahora el escenario ha cambiado: si no tienen seguimiento y actos médicos de más valor se van a la pública, las cuentas no salen. “A veces los pacientes pagan 20 euros de copago y el seguro le paga al médico 18 euros por la primera consulta”, indica Alcibar.
“Poca transparencia en las pólizas”
Sobre el caso de Laura, Asisa explicó a esta redacción que “tenía contratado un seguro con coberturas ambulatorias y especialidades, pero que no tiene incluida la hospitalización”. “Este tipo de seguros lo contrata gente más bien joven, que no tiene previsto utilizar su seguro para una hospitalización”, por lo que para tener una “cobertura completa” hay que pagar más.
El informe Un sistema sanitario en transformación. Los retos del aseguramiento privado en España también apunta a “una tendencia reciente y creciente en los últimos años en el sector de los seguros de salud, como es la promoción y comercialización de pólizas de salud con coberturas limitadas a precios excesivamente bajos, lo que ha permitido la democratización del sistema privado de salud al que está accediendo un mayor número de ciudadanos que hasta ahora no se habían planteado la contratación de un seguro privado”.
El trabajo nace de la Cátedra Extraordinaria Salud Sostenible y Responsable de la Universidad Complutense de Madrid y la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE). Una de sus responsables, la profesora Sonia Juárez, aclara a elDiario.es que se trata de un informe cualitativo, para el que se han realizado casi una treintena de entrevistas a profesionales del sector, instituciones y empresas de todo tipo: desde las propias aseguradoras hasta centros privados o asociaciones de pacientes.
“Queríamos poner de manifiesto las problemáticas que hay en torno a la atención privada”, explica Juárez. Y una de ellas es clara: “La gente contrata un seguro de salud y cree que ya tiene derecho a una cobertura completa”. “Hay poca trasparencia en las pólizas, el lenguaje es complejo y no se entiende bien y el paciente lo contrata porque tiene una urgencia o ve una oportunidad de que alguien le trate bien”, desarrolla. Preguntada por cuál sería un precio aproximado al que un usuario podría pensar que las coberturas serán completas, la experta responde con una pregunta: “¿Cuánto cuesta la sanidad pública?”.
599 euros al año de media
La inversión media en España es de unos 1.809 euros por habitante. El informe Sanidad privada, aportando valor 2023, de la Fundación Idis, que aglutina al sector, indica que en 2022 había en España 10,3 millones de asegurados, sin contar con los funcionarios que recurren al seguro privado que les costean las administraciones públicas, que abonan, de media, una cantidad estimada de 599 euros al año. Esto es, unos 50 euros al mes. “Hoy por hoy, con un periodo de carencia y salvo determinadas enfermedades previas, una persona joven consigue una póliza privada por 60 o 70 euros, que te cubrirá todo”, explica el presidente de la organización, Juan Abarca.
Abarca, que es también el presidente de HM Hospitales, reconoce que en los últimos tiempos han aparecido seguros que cubren menos prestaciones, “pero que son igual de respetables que otros”. Aunque explica que no saben qué porcentaje del crecimiento de las pólizas se deben a estos seguros “más o menos limitados”, sí indica que ha percibido en sus centros un aumento de la frecuentación del usuario clásico, que antes compaginaba la sanidad privada con la pública y un aumento de asegurados.
“Ahora, como tienen más problemas para acceder a la pública, consumen más la privada”, explica Abarca, que señala como principal motivo del incremento de la presión asistencial. La espera para acceder a una consulta de Atención Primaria se ha duplicado en los últimos cuatro años y en algunas comunidades la media se ha disparado. En Catalunya, los ciudadanos dicen esperar 11,6 días desde que piden una cita hasta que son vistos por su médico o médica de familia, según los datos del barómetro sanitario del Ministerio de Sanidad. En la Comunitat Valenciana son 10 días y en Canarias, Andalucía, Balears y Madrid superan los 9, por encima de la media de 8,8.
Esta situación beneficia a las aseguradoras, que ya anuncian sus pólizas con el cebo de las listas de espera en la pública o, incluso, con la posibilidad de que te atienda siempre el mismo médico de familia, algo que cada vez ocurre menos en los centros de salud, pero que perjudica a los prestadores del servicio. “Desde el punto de vista conceptual, me interesa el paciente con una póliza completa, por eso me interesa que la pública vaya bien. Quiero que la gente tenga un seguro con todas las prestaciones y no que cuando tenga algo complejo se vaya a la seguridad social”, razona Abarca.
Este directivo es más benévolo con las aseguradoras: “Todos los asegurados tienen una parte de responsabilidad en el seguro que contratan. Esto no es como las hipotecas, que tenías que ser licenciado en economía por Harvard. Está bastante claro, pero lo normal es que si tienes una enfermedad, mires el seguro. No puedes echar la culpa al seguro o a los hospitales de lo que es una responsabilidad del propio ciudadano”.
El doctor Alcibar pone un ejemplo para aclarar las dudas: “Si estás pagando 20 euros al mes, ¿qué esperas? Si pagas un menú del día, no puedes coger la carta”.