El Ayuntamiento de Madrid instaló, en la tarde del martes 17 de diciembre, en el Memorial en obras en el Cementerio de la Almudena, las losas de piedra con la nueva inscripción que sustituye la lista de 2.937 nombres de personas asesinadas en la represión posterior al fin de la Guerra Civil en Madrid. El Gobierno municipal ha considerado que es mejor para la reparación y la reconciliación arrancar esos nombres del Memorial de La Almudena y sustituirlos por una frase que dice: “El pueblo de Madrid a todos los madrileños que, entre 1936 y 1944, sufrieron la violencia por razones políticas, ideológicas o por sus creencias religiosas. Paz, piedad y perdón”.
Los familiares de esas víctimas no opinan igual y califican este acto de “vileza política”. Tomás Montero —nieto de Tomás Montero Labrandero, fusilado 14 de junio de 1939— y portavoz del colectivo Memoria y Libertad opina que este cambio “pervierte y trastoca” el sentido del monumento artístico, creado por el artista Fernando Sánchez Castillo y la arquitecta Julia Chamorro Capa, cuyo encargo original fue el memorial original a las víctimas del Franquismo en la posguerra. Tomás califica el texto de “forzado” y piensa que sirve para “desvirtuar y amparar la eliminación de los nombres de las personas ejecutadas por los juicios sumarísimo de la dictadura y amalgamar situaciones históricas bien diferenciadas”.
Los troncos caídos, réplicas en metal de árboles naturales desprovistos de hoja, con sus ramas cortadas y algunas raíces, ya están situados en el lugar previsto: entre los bancos para sentarse y las losas de piedra. La propuesta de Fernando Sánchez Castillo, conocido por la radicalidad de su obras en torno a la memoria y el franquismo, como Síndrome de Guernica —para la que compró el barco de recreo de Franco, el Azor, y lo convirtió en un bloque de chatarra—, sugiere una métafora de memoria arrancada de su sitio, de vidas extirpadas. Se prevé que el memorial esté terminado y listo para inaugurarse a mediados de enero.
Estando en la intención del Gobierno del alcalde José Luis Martínez-Almeida que otras víctimas se sintieran representadas, como aquellas que murieron en la guerra y durante la guerra, tanto en combate como en retaguardia, republicana o la denominada nacional, finalmente, como señala el nieto de este fusilado contra la tapia de este mismo cementerio, “también parece ignorar la procedencia de quienes padecieron la violencia institucional ya que está dedicado literalmente a los madrileños, ignorando el género y la procedencia de las víctimas nacidas y residentes en números casos en más de 700 localidades e incluso en distintos países”.
La segunda frase del epitafio —“paz, piedad y perdón”— es una alusión al discurso de Manuel Azaña, presidente de la República durante el Golpe de Estado, pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938 con el objetivo de preparar a la opinión pública para una mediación internacional que pusiera fin a la guerra. Como es sabido, no lo consiguió y este fue su último discurso. Murió en el exilio francés dos años después. “La frase de ‘paz piedad y perdón’ —dice Tomás Montero sobre su inclusión en el Memorial— está ahí fuera de contexto respecto a lo que significó en aquel discurso”.
El Colectivo Memoria y Libertad ha solicitado al Ayuntamiento de Madrid que este le done las placas con los nombres de sus familiares y, un día después de la instalación de la nueva inscripción, siguen instando al consistorio a que “reconsidere sus actuaciones” y “cumpla con el objetivo de reparar siguiendo las recomendaciones de los organismos de derechos humanos a los familiares de las víctimas”.