Una apostasía colectiva con tintes feministas. Es lo que un grupo de mujeres está organizando para el próximo 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Machista, cuando se acercarán a las distintas diócesis de la Comunidad de Madrid. Ese día formalizarán su renuncia a pertenecer a la Iglesia Católica porque consideran que se trata de una institución “patriarcal que perpetúa el machismo”. Un pequeño grupo lleva medio año preparando la cita, pero las mujeres que acudirán no deja de incrementarse y ya alcanzan las 60.
La experiencia no es nueva. Las apostasías colectivas son iniciativas que suelen partir de grupos laicos que, con ello, buscan una visibilidad e impacto mayores. En esta ocasión, les ha servido de inspiración la celebrada en Argentina en agosto de 2018 tras la presión del clero contra el aborto libre, debatido en el país en aquel momento y rechazado finalmente en el Senado. Aquella campaña fue puesta en marcha por la Coalición argentina por un Estado laico (Cael) y a ella se sumaron también colectivos de mujeres. La del próximo 25N parte de unas cuantas feministas que se conocieron en las asambleas preparatorias del pasado 8M.
“En principio creamos el grupo para apoyar a las compañeras argentinas, pero luego pensamos '¿por qué no aquí?'. Así que empezamos a informarnos sobre cómo hacerlo”, señala Montse, una de las integrantes del grupo motor. Comenzaron después a difundir la idea en sus entornos y a definir los pasos: la apostasía estará dividida en tres grupos, cada uno formado por las mujeres a las que les corresponden por empadronamiento las diócesis de la Comunidad de Madrid –Madrid, Getafe y Alcalá de Henares–.
Allí acudirán a las 10.30 de la mañana con su partida bautismal, que antes han tenido que solicitar en la parroquia en la que fueron bautizadas, una fotocopia de su DNI compulsada y la llamada 'Declaración de Apostasía', un documento que sirve para manifestar esta intención y que puede encontrarse en numerosas páginas web. Todas las instrucciones –y un modelo de declaración al que hay que añadir los datos personales de cada una– han sido difundidas por el grupo en mensajes que estos días corren por Whatsapp bajo el lema “no elegí bautizarme, pero elijo retirarme”.
A las –de momento– 60 mujeres que acudirán el próximo 25N a sus respectivos obispados no solo les mueve su falta de fe, también tienen otros motivos, tal y como explica Elena Pérez, una de las integrantes del grupo inicial. “Apostatamos porque somos ateas o no creyentes, pero también porque somos mujeres”, dice. Entre otras razones, se encuentra la posición de la Iglesia frente al aborto, al divorcio o la comunidad LGTBI. También “la moral patriarcal de la Iglesia” que “perpetúa las violencias hacia las mujeres” o el férreo discurso contrario a la “ideología de género” que muestran habitualmente sus líderes.
Algo simbólico
Lucía y Manuela son dos de las mujeres que se han unido más tarde y que no forman parte del grupo que lo ha organizado pero apostatarán porque “es algo que siempre he querido hacer. Lo vas dejando y al final se pasa... Pero hacerlo en grupo es interesante y los motivos feministas me representan”, dice la primera. Algo similar explica Manuela, residente en el barrio madrileño de Tetuán y para la que abandonar la Iglesia es algo pendiente desde hace muchos años. “Soy un número más para ellos y no quiero ser la mujer que quieren que sea”, dice.
A ella le avisó de la convocatoria una compañera de trabajo y a Lucía una vecina de su barrio, en Moratalaz. “Yo respeto quién sea creyente y quién esté dispuesta a formar parte de la institución, pero me niego a que me utilicen a mí para esgrimir el número de 'afiliados' que tienen para seguir ejerciendo poder”, prosigue esta última. Lo cierto es que, según los últimos datos del CIS, España es cada vez menos católica y, aunque dos de cada tres españoles se definen así, ya hay más ateos y agnósticos que católicos practicantes.
Las activistas que han impulsado la acción esperan que tenga éxito, ya que han escuchado en varias ocasiones la dificultad que tiene apostatar si las diócesis ponen obstáculos. No obstante, saben que es algo simbólico porque los apóstatas no pueden exigir que la Iglesia borre del registro bautismal su nombre, tal y como zanjó el Tribunal Constitucional en una sentencia de 2011. Es decir, deben confiar en que se haga la anotación correspondiente, un requisito que estableció Benedicto XVI en 2006 en una orden que obliga a que “la autoridad eclesiástica provea para que en el libro de bautizados se haga la anotación con la expresión explícita de que ha tenido lugar la defectio ab Ecclesia catholica actu formali –el acto de abandono–”.
“Control sexual y de pensamiento”
La 'Declaración de Apostasía' que entregarán el próximo 25N esgrime varias razones para apostatar, divididas en cuatro temáticas que se corresponden con los cuatro ejes del argumentario del movimiento feminista para el 8M: “Cuerpos, violencias, economía y fronteras”. Entre las razones se encuentra “el control sexual, reproductivo, sobre nuestra conducta y sobre nuestro pensamiento” que, aseguran, despliega la Iglesia Católica y citan como ejemplos “la negación” de la diversidad LGTBI, su oposición al aborto o el fomento “de una moral cristiana” que “nos exhorta a ser puras, castas y vírgenes”.
“Todo aquello que se salga del modelo de matrimonio eclesiástico heterosexual es condenado. No podemos salirnos del camino que han trazado para nosotras como buenas madres y esposas sumisas”, relatan en la declaración, en la que también citan que la Iglesia “lidera el discurso contra –lo que denominan– ideología de género”. Hace escasos meses, el Vaticano emitió el documento Varón y mujer los creó en el que carga contra el feminismo y acusa a la “ideología de género” de crear una “emergencia educativa” y una sociedad “sin diferencias de sexo”.
El texto lamenta, además, que la Iglesia “ponga trabas y resistencia a un cambio de modelo económico”, ya que la economía capitalista “basa su modelo” en la división sexual del trabajo entre el ámbito productivo y el reproductivo, “asociado este último a las mujeres”. No obstante, Elena Pérez, que apostatará en la diócesis de Alcalá de Henares, apunta a que la renuncia “tiene como objetivo señalar a la Iglesia como institución. Para nada es contra las personas que la forman”, zanja.