“La violencia no hace sino aumentar. El Papa va a meterse en la boca del lobo”. José Carlos es un cooperante español que lleva tres décadas trabajando en Bangui, la capital de la República Centroafricana, uno de los rincones más inseguros del mundo y adonde el Papa Francisco se dirigirá el domingo 29 de noviembre, en la última etapa su viaje a África, que arranca este miércoles y que también le llevará a Kenia y Uganda.
Un viaje “sumamente peligroso”, que ha sido desaconsejado por los militares franceses desplegados en el país, quienes señalaron a la Santa Sede que veían “imposible mantener la seguridad el Papa”. En los últimos dos meses la violencia entre las milicias Seleka (musulmanes) y Anti-balaka (cristianos) se ha cobrado 40.000 víctimas. Pero Bergoglio no sólo irá a República Centroafricana, sino que pernoctará allí, lo que multiplica los riesgos en una zona azotada por las luchas entre milicias islámicas y cristianas, y con la amenaza de ISIS latente.
La fuerza francesa garantizará “la seguridad del aeropuerto” y brindará eventualmente una “capacidad de evacuación médica de las autoridades en caso de accidente”, pero “no podrá ir más lejos”, precisaron los responsables de la fuerza Sangaris, que mantiene a 900 soldados franceses en la zona. “Se trata de un país donde el ejército y la policía no han sido aún reconstituidos por completo”, y por lo tanto no están en condiciones de controlar movimientos de muchedumbres, añadieron.
Por si esto fuera poco, Francisco ha determinado que uno de los ejes de su viaje será la visita en República Centroafricana de la mezquita en la avenida Koudoukou, en pleno Kilómetro cinco, una zona que está considerada uno de los lugares más peligrosos de la Tierra. Hace dos semanas, preparando la visita, el arzobispo católico de Bangui fue retenido durante horas por radicales islámicos.
“Las cosas están realmente mal. La violencia ha aumentado y todas las noches se oye el ruido de disparos y granadas”, explica uno de los misioneros salesianos que trabaja en el barrio de Damala, en Bangui. “Además, varias parroquias y espacios donde se acogen a desplazados han sido atacados por la milicia Seleka”, añade.
Suspender la visita “sería dar la victoria a los violentos”
Sin embargo, nada parece detener al Papa Francisco. El cordobés Juan José Aguirre, obispo de Bangassou (la otra gran ciudad del país), señala a eldiario.es que “para el Papa suspender la visita a República Centroafricana sería un fracaso, como dar la victoria a los violentos”. En su opinión, “se pueden suspender partidos de fútbol en Europa, pero los africanos son otra pasta”.
Aguirre conoce bien el Kilómetro cinco, y admite que “el Papa se va a meter en un avispero”, que muchos le han “aconsejado que se encuentre con la comunidad musulmana en otro lugar menos complicado, para él y su séquito, pero sobre todo para los miles de fieles que seguirán al Papa adonde vaya y que, en aquel barrio, pueden encontrarse con una bomba de relojería”.
Los riesgos de la violencia, sumados a las amenazas de ISIS y los avisos del FBI -que ha recomendado no viajar al Vaticano por el alto índice de atentado contra el Papa-, no amedrentan a Francisco, quien acaba de ordenar la venta del auto blindado que Alemania regaló a Benedicto XVI, y que él no utiliza. Al tiempo, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, ha subrayado que en su viaje a África Bergoglio no renunciará a subirse a un papamóvil y cruzar la multitud. Y también rechazó otras medidas: “No creo que tampoco acepte usar un chaleco antibalas”, dijo el portavoz.
Así las cosas, Francisco aterriza este miércoles en Kenia, un país azotado por la violencia de Boko Haram y que todavía respira por la herida de la masacre acaecida el pasado año en la Universidad católica de Garissa, donde hombres armados de las milicias de Al Shabab acabaron con la vida de 147 estudiantes. El Papa se encontrará con algunos de los supervivientes. En Uganda, rendirá homenaje a los mártires de Uganda (primeros santos de África) y, finalmente, en República Centroafricana visitará un campo de refugiados y abrirá la Puerta Santa del Año de la Misericordia en la catedral de Bangui.