Un poco antes de la una de la tarde, el féretro con los restos de Francisco Franco ha salido de la basílica del Valle de los Caídos, donde había pasado los últimos 44 años en una sepultura de honor, desde su muerte en 1975.
Desde cerca de las seis y media de la mañana unos dos centenares de periodistas seguían el histórico momento desde la puerta del monumento que ofició de mausoleo del dictador español durante más de cuatro décadas. En un día frío y nuboso en Cuelgamuros comenzaron los trabajos de exhumación, pero un sol radiante ha visto despegar el helicóptero Súper Puma del Ejército del Aire con el féretro rumbo al cementerio de Mingorrubio.
Unos pocos nostálgicos de la dictadura se acercaron hasta la entrada al Valle para protestar por la exhumación, con el himno de la Legión como música de fondo. Algunos desplegaron una pancarta con el lema “Sánchez desokupa, deja a Franco en paz”. Frente al cementerio de El Pardo también comenzaron a reunirse franquistas desde primera hora para aguardar la llegada de los restos, a los que se sumó, entre vítores, el golpista Antonio Tejero.
Pasadas las 9.30 horas de la mañana, la comitiva de autoridades, encabezada por la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que ejerce en la operación como Notaria Mayor del Reino, llegaban a la basílica. Junto a ella, el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, que ha coordinado todo el dispositivo; y el subsecretario de Vicepresidencia, Antonio Hidalgo. Los familiares del dictador –dos de ellos han presenciado la extracción del féretro bajo una carpa– hicieron lo propio en dos minibuses. También el prior del Valle, Santiago Cantera, ha asistido a la exhumación y ha bendecido los restos a petición de la familia.
Pasadas las 12.30 se confirmó que se había conseguido extraer el féretro tras levantar la lápida de 1.500 kilos. A pesar de que presentaba daños por el paso del tiempo, los representantes de los familiares decidieron que el traslado se realizara en el ataúd original. Salió a hombros de la basílica hasta el coche fúnebre que lo acercaría al helicóptero, y fue despedido por los suyos al grito de ¡Viva España! ¡Viva Franco!
El nieto del dictador, Francis Franco, había protagonizado la primera polémica de la jornada de exhumación, cuando descolgó una bandera preconstitucional de su casa para llevarla al Valle de los Caídos. El Gobierno recordó a través de un comunicado que ningún símbolo o bandera estaban autorizados dentro de la basílica, y que tampoco se podía colocar, una vez fuera, ningún elemento que exaltara la dictadura.
Franco está fuera del Valle de los Caídos, pero la mayor fosa común de España aún alberga los restos de 33.815 víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura. De ellas, 21.423 están identificadas, pero aún ninguno de los familiares de estos represaliados del franquismo ha podido recuperar sus restos, a pesar de que una sentencia en 2016 reconoció el derecho a la familia de dos de ellos, los hermanos Lapeña.
Un camino lleno de obstáculos
No sin pocos obstáculos y 17 meses después de que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunciara el plan, el cadáver de quien ordenara construir el Valle de los Caídos para conmemorar su “gloriosa cruzada” y a los caídos por ella, ha sido desalojado rumbo a una sepultura familiar en El Pardo (Madrid).
La exhumación ha tenido que superar los recursos legales de la familia que ha llevado el asunto hasta el Tribunal Supremo y la estrategia de sus aliados que diseminaron acciones jurídicas hasta dar con un juez que detuvo el plan de obras por una supuesta falta de licencia. El responsable de la basílica del Valle, el prior Santiago Cantera, ha sido uno de los líderes de la resistencia. Ha bendecido el féretro al ser evacuado.
El helicóptero no ha despegado inmediatamente del Valle, para dar tiempo a los familiares a llegar al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, donde está sepultada la viuda del dictador en un panteón propiedad del Estado muy cercano al palacio que fue la residencia oficial del militar mientras se mantuvo en el poder. Lo ha hecho pasadas las 13.30, y ha llegado al cementerio cinco minutos antes de las dos de la tarde. Lo ha hecho frente a unas 200 personas que, manos en alto, vitoreaban al dictador.
Ya cerca de las tres de la tarde el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló la orden de la Delegación del Gobierno de que no se pudieran manifestar en Mingorrubio la Fundación Nacional Francisco Franco y la Asociación Reivindicativa Memoria Histórica Raíces por vulneración del derecho de reunión.
Símbolo de la victoria franquista convertido en mausoleo
Entre los arroyos de Puentellanos y el Boquerón, en el extremo sur de la sierra de Guadarrama y al pie de una mole de granito, Francisco Franco decidió erigir este monumento donde terminó enterrado. El complejo apenas dista 10 kilómetros al norte del Monasterio de El Escorial –sepultura de los reyes de España–. La salida de Franco abre este paraje serrano a la resignificación tras pasar 44 años como polo central de la memoria franquista.
Más de cuatro décadas han transcurrido desde que el abad del Valle recibiera los restos del general sublevado contra la II República en 1936. Entre medias, el régimen autoritario franquista fue sustituido por la Constitución de 1978 y la democracia. Cuatro décadas en las que el Gobierno ha sido dirigido por una coalición de conveniencia como la UCD, por el PSOE –que fue clandestino durante la dictadura– y el Partido Popular. La tumba en la basílica permaneció todo ese tiempo como lugar de culto y honra de la figura del dictador situada por encima de todos los enterrados allí, todos fallecidos durante la Guerra Civil, menos él.
Desde este octubre de 2019, la marcha anual de cada noviembre para exaltar a Franco que llegaba al templo benedictino y desplegaba toda una batería de parafernalia franquista no tendrá destino. Al menos en el valle de Cuelgamuros, el paraje de la sierra madrileña donde se erigió el monumento a base de trabajo esclavo entre 1940 y 1958.