Tras casi un milenio de separación, el obispo de Roma y el patriarca ortodoxo ruso, los máximos líderes del cristianismo se verán las caras este viernes. El escenario no es Moscú, tampoco el Vaticano, sino el aeropuerto José Martí de La Habana, donde el vuelo papal llegará a las ocho de la tarde (hora española). Un cuarto de hora después, se producirá el abrazo entre Kirill y Francisco. Un “encuentro privado” que se prolongará por espacio de dos horas y cuarto, según ha confirmado la Santa Sede.
La reunión es merecedora del término “histórica”. Desde 1054, fecha de las excomuniones mutuas y el mayor cisma de la cristiandad, ningún papa o patriarca de Moscú -las dos iglesias cristianas más importantes del mundo- se habían encontrado. Aunque las excomuniones fueron revocadas hace medio siglo, el encuentro entre los principales líderes cristianos parecía una quimera hasta hace muy poco.
La voluntad de Francisco y de Kirill, y la casualidad -o la providencia, para los creyentes-, han hecho el resto. Así, ambos coincidían en Centroamérica. Francisco camino de México, y Kirill, en Cuba. En un comunicado conjunto, ambas iglesias anunciaban, “por gracia de Dios”, que ambos pontífices “se encontrarán el próximo 12 de febrero en el aeropuerto José Martí”. El encuentro, según explicó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, tendrá como mediador al presidente Raúl Castro, quien ejercerá de anfitrión.
El encuentro concluirá con la firma de una declaración común. La reunión entre Francisco y Kirill “ha sido preparada desde hace tiempo, y será el primero en la historia, y marcará una etapa importante en las relaciones” entre las dos iglesias. “Se trata de una señal de esperanza”, concluía la nota conjunta del Vaticano y el Patriarcado de Moscú.
A solas
Las autoridades cubanas han preparado cuidadosamente la sala en la que se encontrarán, cara a cara, Bergoglio y Kirill, solo con la compañía del sacerdote lituano Visvaldas Kulbokas, quien ya ejerciera de intérprete en la reunión que sostuvieron en el Vaticano el Papa y Vladimir Putin, y que será el traductor de ambos líderes.
En la reunión, Kirill y Francisco hablarán de la persecución de los cristianos en Oriente Medio y el Norte de África, de la paz en esa región y especialmente en Siria, donde los bombardeos rusos han sido apoyados por Kirill pero no por Bergoglio. La “tercera guerra mundial a pedazos” de la que habla el Papa es, hoy por hoy, uno de los problemas que estuvieron a punto de echar por tierra la reunión.
También, la difícil situación en Ucrania -la Iglesia Ortodoxa defiende a los prorrusos, mientras la Iglesia católica defiende el marco anterior a la invasión- y el papel de las religiones frente al terrorismo serán otros de los puntos clave. Cuando acabe la reunión, Francisco continuará viaje hacia México.
Historia del “Gran Cisma”
Si bien existían, y aún existen, leves diferencias teológicas entre católicos y ortodoxos, el origen del Gran Cisma que separó a las Iglesias de Oriente y Occidente fue más bien político y surgió de la división del Imperio Romano en dos polos de poder que competían entre sí por la primacía sobre el orbe cristiano: Roma, sede del Papado, y Constantinopla, capital del Imperio Bizantino. La ruptura se produjo en 1054, cuando los representantes del Papa y el patriarcado de Constantinopla se excomulgaron mutuamente después de que este último se negara a ayudar a Roma en su lucha contra el avance normando en el sur de Italia.
Al cisma siguieron siglos de conflictos con episodios que ahondaron la división, como la masacre de católicos a manos ortodoxas en 1182 o la captura de territorios bizantinos por los cruzados y otras fuerzas católicas, por ejemplo la conquista y saqueo de Constantinopla en 1204. La opresión católica en los territorios ocupados dejó tal profunda huella en la psique colectiva que aún se puede rastrear en la desconfianza que profesan ciertas iglesias ortodoxas nacionales -como la serbia, la rusa o la griega- hacia los países de Europa occidental. Muchos ortodoxos tampoco perdonan que los europeos occidentales se negasen a ayudar a los bizantinos contra los turcos musulmanes en 1453, año en que estos tomaron Constantinopla.
De ahí que, cuando en 1964, durante un encuentro entre el patriarca ortodoxo Atenágoras I y el Papa Pablo VI, ambas Iglesias acordaron declarar nulas las excomuniones de nueves siglos antes y comenzar a tender puentes, ciertos popes ortodoxos no pudieron soportar lo que consideraban una humillante sumisión ante los católicos. Ahora, el gesto de Francisco y Kirill podría llevar a un nuevo marco de entendimiento.