El Ejército de Tierra quiere combatir la obesidad, el sobrepeso y pesos reducidos entre sus efectivos. Para conseguirlo ha lanzado un “plan de mejora del Índice de Masa Corporal (IMC)”. En él contempla controles médicos anuales, semestrales y trimestrales. Además, incluye la supervisión de compañeros o mandos para detectar si los militares seleccionados están siguiendo las medidas recomendadas para que mejore la salud del interesado.
Hasta ahora, solo se conocía que el Ministerio de Defensa había lanzado una estrategia para combatir la obesidad en la legión. Según adelantó El País, durante los primeros meses de su implementación, el Ejército de Tierra había incluido a 180 legionarios de los 3.000 efectivos con los que cuenta la Brigada de la Legión, una proporción que representaba al 6% del total. Sin embargo, esa circular se derogó en febrero del año pasado y desde entonces está en vigor este plan que se extiende a todos los empleados del Ejército de Tierra. Actualmente, esta división cuenta con 23.467 militares en servicio activo. El Ministerio ha facilitado esta información tras una petición al portal de transparencia.
El IMC es la medida que utiliza la Organización Mundial de la Salud (OMS) para clasificar el sobrepeso y la obesidad en adultos. El índice se obtiene dividiendo el peso (en kilogramos) entre el cuadrado de la estatura (metros cuadrados). Según los baremos de esta institución internacional, las personas con un IMC igual o superior a 25 se encuentran en situación de sobrepeso y si obtienen una cifra equivalente o mayor a 30, son obesos. Por su parte, si el resultado de esta operación es inferior a 18,5 determina que existe “una insuficiencia ponderal [de peso]”.
Una estrategia con tres fases
Este plan de mejora del IMC, al que ha accedido eldiario.es, consta de tres fases: detección, inclusión en la estrategia y seguimiento. La primera etapa se centrará en determinar a quién deben incluir en el programa. Para detectar estos perfiles los servicios médicos utilizarán los “reconocimientos médicos periódicos o extraordinarios” que ya están implementados. Tras obtener estos resultados, seleccionarán a los efectivos que presenten “un IMC inferior a 18 o superior a 28”. Una vez identificados, realizarán unas pruebas complementarias que les permitan obtener “una valoración del resultado obtenido”.
Después de determinar la “inclusión en el plan”, el equipo sanitario le comunicará al personal seleccionado por qué le han introducido a la estrategia, le ofrecerán la “posibilidad de recibir apoyo psicológico militar” y le darán las “orientaciones necesarias” relativas a las “medidas de actividad física saludable, alimentarias o médicas” recomendadas para conseguir “valores más adecuados para la salud del interesado”.
Los mandos que cuenten en sus unidades con militares sujetos a este protocolo serán informados de ello, “guardando siempre las debidas garantías de confidencialidad”, reseñan en el documento. Asimismo, en los destacamentos militares se “comprobará que el personal sigue lo establecido en el plan” y llegan a plantear que “en caso necesario” se elaborará un “programa específico de Educación Física” para mejorar esta medida.
La última fase de este protocolo es el seguimiento, que podrá ser anual, semestral o trimestral, dependiendo del índice que presente el militar. Los servicios sanitarios serán los encargados de esta función. En caso de que el IMC detectado se encuentre entre la franja de 28 y 30 o 18 y 16 ese procedimiento se realizará cada año – coincidiendo con los reconocimientos médicos anuales –. Si la tasa es inferior a 16 u oscila entre 30 y 35 ese seguimiento tendrá “como mínimo” carácter semestral. Si el índice es mayor de 35, el control se realizará cada tres meses. Para comprobar que se siguen las medidas establecidas, la unidad nombrará a un responsable de la supervisión de la evolución. Eso sí, no aclaran si será un compañero del mismo rango, de uno inferior o si tiene que ser un mando.
Efectos sobre la renovación del contrato
El Ejército llega a plantear que sus miembros podrán ser calificados como “no apto” si “sobrepasa el límite de IMC – sin aclarar a qué valor se refieren – y el efecto sobre su salud general sea considerado patológico por parte del servicio médico de la UCO”. De esta forma, este resultado podría afectar a la renovación de contratos de los militares que tienen una relación laboral temporal con Defensa. El secretario de organización de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Jorge Bravo, explica que esta opción ya existía. “El servicio médico tiene capacidad de abrir un expediente para evaluar si alguien tiene capacidad para continuar en las Fuerzas Armadas”, declara.
A pesar de que esta estrategia está en vigor desde el 1 de marzo, el departamento de Margarita Robles no cuenta por ahora con un balance de resultados obtenidos “al no haber habido tiempo suficiente para su implementación y análisis de sus efectos”, apuntan en la respuesta emitida a esta redacción desde el portal de transparencia. Desde el gabinete de prensa de Defensa no aclaran por qué han decidido elaborar este plan ni han respondido a ninguna de las cuestiones planteadas por esta redacción.
Bravo aclara que hasta ahora no existía un “plan centrado en realizar seguimiento a la situación física”. AUME, el colectivo al que pertenece, está presente en el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, en el que participan asociaciones militares y representantes del Ministerio. De acuerdo a la información que han recabado a través de este órgano, por ahora esta estrategia se está desarrollado únicamente en el Ejército de Tierra y no en el de Aire ni en la Armada.
Según recoge el texto elaborado por el Ejército de Tierra, anualmente su personal supera un reconocimiento médico al presentarse al Test General de la Condición Física (TGCF) y a la prueba de la unidad. El IMC es uno de los elementos que se valoran en estos exámenes, por lo tanto estos resultados sirven para determinar a quién incluyen en el plan que aprobaron en febrero.