Los primeros test rápidos para el diagnóstico confirmatorio de COVID-19, anunciados por el Ministerio de Sanidad, llevan días distribuyéndose por toda España. El Gobierno había cerrado previamente la compra total de más de 6 millones de estos tests, procedentes de China, Corea del Sur y de países europeos, y se espera que se vayan distribuyendo progresivamente por el país. Los hospitales y residencias de ancianos han sido los primeros en recibirlos para que se detecten cuanto antes los casos positivos y se evite la transmisión del virus a partir de personas infectadas por el coronavirus.
Durante esta semana, los tests se extenderán a las personas sospechosas de COVID-19 con síntomas leves que permanecen bajo control en el domicilio y que, hasta ahora, estaban fuera de los criterios para la realización de pruebas, por la falta de recursos. Sanidad busca conocer la verdadera dimensión de la actual epidemia con el fin de plantear nuevas estrategias para las siguientes fases.
Los tests de coronavirus resultan imprescindibles para el control de la pandemia, como ha insistido en numerosas ocasiones la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas pruebas permiten confirmar la presencia de un virus que, de otra forma, sería totalmente invisible para nosotros salvo por sus manifestaciones clínicas, en muchos casos muy similares a gripes y resfriados. Sin estos tests, estaríamos ciegos frente al virus y la implantación de medidas efectivas y certeras para detener su propagación sería extremadamente difícil.
En la actualidad, existen tres tipos diferentes de tests para el coronavirus, con distintas finalidades y limitaciones. Aunque se ha confundido a menudo, los COVID-autos (sistemas en los que se recogen muestras de personas con sospecha de coronavirus en su propio coche) no tienen por qué ser pruebas de diagnóstico rápido, sino que simplemente aceleran la recogida de muestras.
Test mediante RT-PCR: la prueba de referencia
Este test se utiliza para identificar a las personas que están infectadas por el virus (tengan o no síntomas) y ha sido clave al comienzo de la pandemia. Hasta ahora, ha sido la más utilizada para confirmar los casos de COVID-19 en España y otros países. Es la más fiable (menor cantidad de falsos positivos y falsos negativos) y está recomendada por autoridades sanitarias como la OMS.
Sin embargo, cuenta con la limitación de que requiere como mínimo varias horas para su realización en un laboratorio con equipamiento específico y personal formado para ello. Es decir, no es posible obtener resultados en el mismo momento y lugar en el que se encuentra el paciente sospechoso de coronavirus. Sin embargo, se están desarrollando kits de diagnóstico más rápidos y sencillos que podrían comercializarse próximamente y paliar esta desventaja.
El test se basa en la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (RT-PCR), una técnica derivada de una invención premiada con el Nobel de Química en 1993. La prueba identifica la presencia de coronavirus en muestras biológicas (principalmente secreciones respiratorias) mediante la detección de su ARN (su material genético). Solo si existen secuencias genéticas específicas de genes del coronavirus, se produce la expansión de su ARN, lo que termina dando una señal de fluorescencia que marca la prueba como positiva.
Test de antígenos de coronavirus: la prueba rápida
Esta es la prueba que el Ministerio de Sanidad está generalizando por España, ya que permite saber si un paciente es positivo por coronavirus en tan solo 10-15 minutos. De apariencia similar a un test de embarazo, detecta ciertas proteínas del virus (antígenos) en secreciones respiratorias. Es menos fiable que la prueba por RT-PCR, pero posibilita acelerar la confirmación de infectados por coronavirus y realizar los tests en su propio domicilio, algo acuciante en estos momentos en los que hay muchos casos sospechosos.
La probabilidad de diagnosticar correctamente a una persona con coronavirus (sensibilidad), depende de la fase en la que se encuentre el paciente, ya que la carga viral (la cantidad de virus presente en el cuerpo humano) varía a lo largo de las diferentes etapas de infección. Cuando hay síntomas, la sensibilidad es superior al 90%, pero sin síntomas esta desciende al 60%. Debido a esta limitación, no se considera un test diagnóstico definitivo, sino de cribado. En los casos dudosos es necesaria la realización de la prueba RT-PCR o repetir el test de antígenos más tarde (cuando haya más síntomas) para confirmar o descartar la presencia de coronavirus.
Test de anticuerpos: la prueba sobre exposición al virus
Esta prueba va dirigida a conocer si una persona ha estado expuesta previamente al virus y, en la mayoría de los casos, si se ha recuperado (aunque puede haber casos de personas que den positivo y todavía estén infectadas por el virus). Es decir, no son útiles para saber si una persona está infectada por el coronavirus, pues deben pasar al menos 6-8 días desde el contagio para que la persona produzca anticuerpos.
Este test será especialmente valioso en un futuro cercano para conocer qué porcentaje de la población ha pasado ya el COVID-19 (y es, en principio, inmune), lo que servirá de guía a los epidemiólogos para decidir qué hacer cuando la cuarentena termine. Aquellas personas que hayan sufrido COVID-19 y que no llegaron a diagnosticarse por tests de RT-PCR, bien porque fueran casos leves o asintomáticos, podrían detectarse con estas pruebas. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas del Ministerio de Sanidad, ya ha anticipado que se recurrirá a estas pruebas más adelante, para conocer el grado de inmunidad de la población.
El test se realiza sobre una muestra de sangre y los anticuerpos que se detectan son las inmunoglobulinas M y G (IgM/IgG), proteínas producidas por el sistema inmunitario de la persona, como respuesta defensiva al coronavirus. Las IgM son los anticuerpos que se producen de forma temprana durante la infección y las IgG aparecen de forma tardía, persistiendo a lo largo del tiempo. Al igual que el test de antígenos, esta prueba de anticuerpos se realiza de forma sencilla y ofrece resultados en 10 o 15 minutos.
Una partida defectuosa
Sanidad reconoce que los primeros 9.000 tests rápidos recibidos de China no cumplían con los niveles de calidad. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ha explicado en la rueda de prensa de este jueves que el primer lote de 9.000 tests rápidos adquiridos por el Ministerio de Sanidad ha tenido que ser devuelto por no cumplir “con los certificados de calidad” con marcado CE de la Unión Europea esperados.
Ese primer lote fue enviado desde China a hospitales de Comunidad de Madrid, y tras validarlos en el Centro Nacional de Microbiología y varios laboratorios de la región antes de ser utilizados, se llegó a esa decisión. Sanidad ha utilizado “varias vías de proveedores” para adquirir este tipo de tests, que detectan antígenos y buscan “liberar” la sobrecarga de los laboratorios que hacen pruebas PCR y detectar a más pacientes leves.
Según ha adelantado este jueves El País, la primera empresa que los mandó fue Bioeasy Biotechnology y varios laboratorios detectaron que su calidad no era suficiente y lo pusieron en conocimiento del Instituto de Salud Carlos III. La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha publicado un documento en el que advertía de que “ensayos preliminares de las primeras pruebas disponibles en España” detectaban en ellos “una sensibilidad inferior al 30%”, es decir, tienen la capacidad de detectar menos del 30% de los positivos.
Una prueba de antígenos normal, según la misma Sociedad, tiene una sensibilidad para negativos de entre el 68 y el 98%. Sanidad ha adquirido 5,5 millones de tests desde China. Algunos a Bioeasy –los que han sido devueltos– y también a otros fabricantes. La Embajada China en España también ha informado este jueves de que Bioeasy no ctiene todavía la licencia de la Administración Nacional de Productos Médicos de China.