Cien años de la gripe española, la mayor pandemia de la historia

El 6 de febrero de 1918 fallecía en Viena el pintor austríaco Gustav Klimt por culpa de una gripe especialmente virulenta. En apenas unos meses, la misma enfermedad causó la muerte del líder del partido bolchevique en Rusia, Yákov Sverdlov, y de la sufragista estadounidense Phoebe Apperson Hearst, en California. El virus, hoy identificado como AH1N1, atacó rápido y en menos de dos años mató en todo el mundo a no menos de 50 millones de personas, convirtiéndose en la mayor pandemia conocida por la humanidad.

Este año se cumple un siglo de esta pandemia que, a día de hoy, sigue siendo estudiada por epidemiológos de todo el mundo. “Lo que hemos aprendido de la gripe de 1918 es que necesitamos una vigilancia pandémica continua, líneas de investigación continuamente activas y una planificación para cuando surja un virus pandémico, que surgirá antes o después”, explica a eldiario.es José María Eiros, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Río Hortega y catedrático de la misma especialidad en la Universidad de Valladolid.

Eiros es el autor de un reciente libro en el que se analiza la historia de la llamada gripe española, La Gripe de 1918. Centenario de una crisis sanitaria devastadora (Portal Ediciones, 2018), que ha escrito junto a los especialistas María del Rosario Bachiller y Alberto Pérez Rubio. Las distintas estimaciones que se han hecho sobre esta pandemia aseguran que la infección pudo afectar hasta a una cuarta parte de la población mundial y la cifra de muertos pudo superar los 100 millones. 

El fin de la civilización

“Como pandemia ha sido la peor de la historia, porque concentró una elevada mortalidad en un periodo relativamente corto de tiempo”, explica a eldiario.es Antoni Trilla, investigador del Instituto de Salud Global y catedrático de Salud Pública en la Universidad de Barcelona.

El impacto fue tal que en la época no fueron pocos los que temieron por el futuro de la humanidad. Según Eiros, “muchos creían que iba a ser el fin de la civilización” y en su libro se cita el caso del decano de la facultad de medicina de la Universidad de Michigan, que “creía que la humanidad estaba en grave riesgo de desaparecer”.

Sobre la alta letalidad del virus, los especialistas han planteado diversas propuestas y gracias a investigaciones recientes, que han conseguido resucitar el virus en laboratorio, se han logrado entender algunos de los factores que pudieron agravar la pandemia.

El peor de los virus de gripe conocidos

Esta reconstrucción sirvió para identificar el virus como AH1N1, “el abuelo de todos los virus H1N1 que nos han ido afectando durante los últimos 100 años, incluido el que provocó la pandemia de 2009”, explica Trilla. Sin embargo, este especialista aclara que no hay ningún virus de los actuales que se parezca a este, “estamos hablando de una bestia peluda, de un mal bicho”.

Los análisis que se han realizado en laboratorio han demostrado que el virus de 1918 se replica hasta 50 veces más rápido que cualquiera de los actuales, “esto supone que cuando infecta genera cientos de miles de copias mucho más rápido, lo que significa una invasión tremenda”, explica Trilla. Además, se observó que la letalidad en ratones era del 100%, cuando el resto de los analizados actualmente no tienen una letalidad superior al 20%.

Es precisamente esta virulencia la que podría explicar la alta letalidad del virus entre personas jóvenes. “Se ha visto que entre personas de edad media, que tienen un sistema inmunitario potente, la agresividad del virus era de tal magnitud que la respuesta inmunitaria era excesiva y terminaba provocando daño en los pulmones, es lo que en términos técnicos llamamos tormenta de citocinas”, explica Trilla.

Aunque en la actualidad hay otros virus de origen aviar, como el H9N2 y el H5N1, que tienen una letalidad incluso más alta que el de 1918, “afortunadamente para nosotros no se transmiten con facilidad entre personas, ya que solo se transmiten desde animales”, explica Trilla.

Los riesgos de la actualidad

A lo largo de estos cien años, la humanidad ha sufrido otras tres pandemias de gripe, pero ninguna de tanto impacto como la primera. Las dos siguientes se produjeron en 1957 y 1968 y causaron cerca de un millón de muertos a nivel mundial, mientras que la de 2009 provocó cerca de 700.000 fallecidos.

Sobre las posibilidades de que se produzca una nueva pandemia, los especialistas lo tienen claro. “Nosotros ya no nos preguntamos si habrá una pandemia de gripe, lo que tratamos de averiguar es cuándo y con qué tipo de virus”, explica Trilla.

Sin embargo, sobre su posible gravedad, consideran improbable que se vuelva a dar un caso como el del 18. “La historia nos dice que las últimas pandemias han sido mucho menores en cuanto a mortalidad, porque hay muchas cosas que han cambiado para bien, el virus es distinto y tenemos más medios”, afirma Trilla.

Eiros destaca las limitaciones que existían en 1918, cuando ni si quiera se había asilado el virus de la gripe. Sin embargo, también señala algunas de las complicaciones del mundo actual. “A pesar de los medios de que disponemos hoy en día, cualquier enfermedad respiratoria se puede propagar por el mundo en cuestión de horas”, de hecho, “en la pandemia de 2009 se notificaron casos en EEUU un 24 de abril y el 26 ya teníamos casos en España”.

Una nueva pandemia con 30 millones de muertos

Para tratar de determinar el impacto de una pandemia de gripe en la actualidad se creó un programa financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, que estimó que un virus similar al de 1918 podría producir más de 30 millones de muertos en todo el mundo en tan solo 6 meses.

“Este sería el peor escenario posible y aunque obviamente no podemos decir que no vaya a suceder, consideramos que es altamente improbable”, explica Trilla, que concluye que “lo más razonable es que tengamos pandemias como las que hemos tenido últimamente”.

Sin embargo, en una charla ofrecida el pasado mes de abril, el propio Bill Gates llamaba la atención sobre el problema y recordaba las recientes pandemias y las limitaciones que se detectaron en varias partes del mundo. “Aunque el H1N1 [de 2009] no fue tan letal como la gente temía inicialmente, demostró nuestra incapacidad para rastrear la propagación de la enfermedad”, aseguró Gates.

Además, Gates señaló que “la epidemia del Ébola en África Occidental hace cuatro años fue otra llamada de atención”, ya que, “a medida que aumentaban los casos confirmados, aumentaba el número de víctimas mortales y los sistemas de salud locales se derrumbaban”.

Sin embargo, a pesar de las cifras y de la opinión de los científicos, tras la gripe de 2009 muchos sectores de la sociedad pusieron en duda la existencia de la pandemia. Los especialistas consideran que la complacencia en la que nos hemos instalado por el hecho de que amplios sectores de la población ya no tienen que enfrentarse a enfermedades como la poliomielitis, la viruela o el paludismo no es sino un caldo de cultivo para la generación de nuevos problemas.

“El único virus que hemos conseguido erradicar ha sido la viruela, los demás siguen circulando”, advierte Trilla. “Hay una batalla permanente y no podemos caer en la complacencia y decir que estamos libres de enfermedades infecciosas simplemente porque aquí no las sufrimos, porque esas enfermedades siguen existiendo”.

Hay que seguir preparados

Eiros también se muestra crítico con la actitud de ciertos sectores sociales e insiste en la necesidad de mantenerse alerta. “Debemos mantener una actitud inteligente ante las enfermedades infecciosas y me duele que haya movimientos antivacunas que calan en la sociedad”.

Además, incide en la importancia de la educación de las nuevas generaciones. “A los niños habría que darles más formación en salud, no solo en enfermedades infecciosas, sino en vacunación, en uso responsable de antibióticos, en actividades saludables y de higiene, etc”.

Se han cumplido cien años de la pandemia y en diversas partes de España y del mundo se han organizado eventos para recordar la enfermedad que puso en jaque a la humanidad. De entre todos los actos merece especial mención el que ha realizado el Centro de Control de Enfermedades de EEUU, cuyo lema recuerda la necesidad de mantenernos preparados y no olvidar la intensa batalla que el ser humano ha mantenido contra las enfermedades infecciosas: “We remember. We prepare”. 

¿Por qué se llama gripe española?

La gripe se comenzó a propagar a finales de la Primera Guerra Mundial y fue este hecho, y no el origen de la enfermedad, el que tuvo un impacto directo en cómo sería reconocida globalmente. Tal y cómo explica José María Eiros, “los medios de comunicación de los países que participaron en la guerra estaban bajo censura militar, por lo que ocultaron la pandemia”. Sin embargo, “España, al ser neutral, informaba en la prensa de los nuevos casos, con lo que daba la sensación de que era el único país afectado”. A partir de ahí, la enfermedad se conoció en todo el mundo como la gripe española.