La gripe ha vuelto después de dos años apaciguada por la explosión de otro virus que le ha hecho la competencia: el SARS-CoV-2. Llega muy tardía, casi en primavera, cuando la temporada debería estar terminando. Castilla y León y Catalunya ya han entrado oficialmente en epidemia y los casos apuntan al crecimiento. Las redes centinela de las comunidades autónomas, los centros y médicos elegidos para vigilar cómo van los virus respiratorios, han detectado un “aumento en la circulación” en Atención Primaria y en los hospitales, según los informes del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, de las dos últimas semanas. Hace un mes, los mismos informes hablaban de una transmisión “escasa”.
José María Eirós, director del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, confirma que “hemos vuelto a una actividad gripal importante”. En su hospital, el Río Hortega también en Valladolid, la positividad de las muestras tomadas han crecido exponencialmente, del 0,7% en enero al 42,5% de marzo. Que la gripe está aquí es una realidad, lo que desconocen los estudiosos de este virus es cómo se comportará la ola. “Vamos a aprender esta temporada porque hay un elemento nuevo: la pandemia de coronavirus”, comenta Eirós en conversación con elDiario.es.
La evolución “deberá confirmarse en las próximas semanas”, apunta el último informe de ISCIII. De momento las cifras están muy lejos de una temporada habitual de gripe antes de la pandemia, donde se podía llegar a picos de 400 y 500 casos por cada 100.000 habitantes. Los últimos datos de Castilla y León sitúan la incidencia en unos 60. Entre noviembre y diciembre hubo un pequeño repunte, pero tal como llegó se fue. Entonces ómicron empezaba a expandirse con fuerza por toda España.
Pero algunos gobiernos ya advierten de que es recomendable extremar las precauciones, sobre todo por los “estragos que la enfermedad puede causar en la gente mayor”, la más vulnerable a sufrir complicaciones.
El conseller de Salut catalán comunicó que la epidemia de gripe había llegado a Catalunya y recordó las tres claves para protegerse, las mismas que llevamos escuchando dos años para prevenir el coronavirus: mascarilla (cuyo final en algunos interiores está próximo), buena higiene de manos y distancia social. En Navarra, el total de ingresos por gripe en la semana del 7 al 13 de marzo (21) superó a los hospitalizados por la COVID-19 (12) aunque ambos valores están en “niveles bajos”, precisa el Gobierno foral.
La saturación de los hospitales era una estampa habitual antes de la pandemia en los picos de la temporada de gripe. El virus no es ninguna tontería para las personas con una salud más frágil: una temporada de baja mortalidad, como la que se dio en 2018-2019, provocó 6.300 fallecidos, según las estimaciones del Instituto de Salud Carlos III. Los pacientes más amenazados por la gripe son también los más débiles frente al SARS-CoV-2, que sigue circulando a un nivel importante. La rápida caída en la transmisión se ha estancado en un escalón elevado y algunas comunidades encaran un ascenso.
¿Por qué ahora?
Los expertos se preguntan por qué ahora, casi al final de la temporada clásica, ha reaparecido la gripe. La ventana habitual en la que se esperan los virus gripales va de octubre a marzo. ¿Ha encontrado un nicho con el descenso de la sexta ola? “Los virus buscan su posibilidad de medrar y salen cuando pueden. A la gripe y a otros les hemos dado pocas opciones porque las medidas que hemos tomado para la COVID-19 les afectan, no han tenido elementos donde agarrarse”, evalúa Óscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología. “Se han podido dar ahora las mejores circunstancias para la expansión: la reducción de medidas, la relajación del uso de la mascarilla y el aumento de las interacciones sociales”, analiza Eirós.
En todo caso, virólogos y epidemiólogos dicen que no se fían mucho de cómo se comportará la curva. Por un lado por la concurrencia con la pandemia. “Llevamos dos años en los que los virus respiratorios no han funcionado como hasta ahora. Por ejemplo, el pasado tuvimos un momento en verano de aumento del virus sincitial, que afectan más a niños, y parecía que iba a pasar algo... pero fue algo puntual”, pone como ejemplo Zurriaga.
Incluso sopesan que pueda haber habido más gripe de la que las redes fueron capaces de captar por la demanda de recursos de salud pública y vigilancia que generaba solo el SARS-CoV-2. O que haya coinfecciones que tampoco se ven bien una vez sale positiva la prueba de COVID-19.
El escenario también es más incierto porque desde hace años ya vienen observando un retraso en las fases epidémicas. “Lo normal era empezar a tener casos a partir de octubre y llegar al pico en el puente de diciembre. Pero ya antes del coronavirus el punto máximo se venía produciendo a primeros de enero con un desplazamiento”, explica Inmaculada Cuesta, miembro de la Ponencia de Vacunas de Ministerio de Sanidad y secretaria de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC).
La voz de alerta
La voz de alerta la han dado los sistemas de vigilancia de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA e IRAG) que incluyen a la gripe pero también a otros virus como el sincitial, y están formados por una serie de médicos, centros y hospitales representativos en el territorio encargados de contabilizar los casos para después extrapolar lo que dice la muestra a toda España. El sistema permite ver tendencias y advertir, como ahora, de una subida repentina. Es la misma forma de vigilar que se planea utilizar para el SARS-CoV-2 a partir de 2023.
En los centros de salud ya empiezan a recibir algunos “cuadros gripales que son COVID-19 negativo”, explica la responsable de Atención Primaria de UGT en Madrid, Concha Herranz. La mayor incidencia parece darse en menores. Castilla y León, por ejemplo, encuentra la subida más pronunciada entre niños y niñas de 0 a 4, años con 180 casos por cada 100.000 habitantes. En los hospitales, las tasas más altas de infecciones respiratorias agudas, que comprenden gripe y otros virus (también coronavirus en algunas comunidades), se concentran en los mayores de 79 años, seguido del grupo de hasta 4 años, lo que casaría con la gripe.
La subida “vertical” de casos, como lo ha definido el Govern, también se está notando en Europa. El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades notificó que el 14% de las muestras analizadas de las redes centinelas habían resultado positivas frente al 10% de la semana anterior.
Más sanitarios vacunados
Cada año, las autoridades sanitarias recuerdan que la vacuna sigue siendo la medida más efectiva para prevenir la enfermedad y un posible desenlace fatal. Está indicada para las personas mayores de 65 años, los pacientes de riesgo y los profesionales sanitarios. Tiene una eficacia del 65% para evitar el contagio, explica Eirós, del Centro Nacional para la Gripe, pero su adherencia aún tiene margen de mejora. Los mayores se la ponen mayoritariamente, pero en los sanitarios los datos fluctúan según la temporada. En 2019-2020 solo un 40% se administró el preparado, un porcentaje que queda muy lejos del recomendado por la OMS (65%).
La llegada de la pandemia, sin embargo, ha animado la campaña. Aún no hay datos del Ministerio de Sanidad sobre la última, pero cada año la farmacéutica Sanofi publica un estudio demográfico, llamado el Gripómetro, que monitoriza la cobertura antigripal. Según sus datos, se ha vacunado un 66% de los mayores de 65 años (el objetivo es el 75%) mientras que en el caso de los profesionales sanitarios la cobertura asciende al 70% frente al 40% cuantificado antes de la pandemia. Los resultados de Sanofi advierten, sin embargo, “notables retrocesos” entre la población de riesgo, como las embarazadas y las personas con enfermedades crónicas con una caída a la mitad de la tasa.
Si se confirma en las próximas semanas que la gripe avanza, puede ser un elemento que obligue a replantear la decisión sobre la retirada de las mascarillas en espacios interiores. El Gobierno ya había dejado el paso en suspenso la semana pasada a la espera de observar cómo evolucionaba la transmisión del coronavirus. Ahora también habrá que prestar atención a la influenza, reemergente tras dos años en niveles de circulación ínfimos.