Los güevedoces, las niñas que se convierten en niños a los 12 años

En el pequeño pueblo de Salinas hay niños a los que el pene les crece a los 12 años. Estos jóvenes son criados como niñas hasta que sus genitales, hasta entonces ocultos, salen a la luz. El curioso caso de esta región de la República Dominicana se hizo público en los años 70, cuando una investigadora estadounidense viajó la isla para comprobar aquellas historias sobre niñas que al llegar a la pubertad se convertían en niños. Se conocían casos aislados en otras partes del mundo, pero en esta región es tan habitual que tienen incluso su propia palabra, los güevedoces. 

Cuando la doctora Julianne Imperato-McGinley llegó a Salinas, enseguida pudo comprobar que estaba ante un caso especial. En aquel pueblo uno de cada 50 niños (el 2% de la población) había nacido sin desarrollar sus órganos sexuales masculinos. Evidentemente, aquello no era una excepción estadística, así que la investigadora se puso a trabajar hasta que llegó a una solución.

La investigadora concluyó que el anormal desarrollo de los genitales de estos niños durante el embarazo se produce por una deficiencia en una enzima llamada 5-α-reductasa. Una baja actividad de esta enzima implica una menor producción de dihidrotestosterona, una hormona que tiene un rol esencial en la formación de los genitales externos masculinos. Al tener esta deficiencia, los órganos sexuales masculinos no se desarrollan completamente durante el embarazo y no salen al exterior, dando la sensación de que carecen de ellos y mostrando una imagen similar a unos labios y un clítoris. Solo al entrar en la pubertad es cuando los niños comienzan a generar testosterona y entonces se produce el cambio.

Otro caso en Papúa Nueva Guinea

La deficiencia de esta enzima es una condición genética bastante común en esta parte de la República Dominicana, pero muy rara en otros sitios. Sin embargo, pocos años más tarde se descubrió un caso similar entre los miembros de la tribu Sambia, en Papúa Nueva Guinea. En este caso, a estos niños se les denomina “turnims”, un acrónimo de la expresión en inglés turn in man (convertido en hombre).

El caso de los turnims fue estudiado a fondo por el profesor Gilbert Herdt, quien realizó estudios sobre el terreno durante dos décadas y que fueron recogidos en el libro 'La cultura sexual de los sambia'. A diferencia de Imperato-McGinley, este investigador de la Universidad de San Francisco estudió los aspectos socioculturales y clínicos de la formación de género entre los niños sambia, analizando su evolución según iban creciendo.

Una de las principales diferencias observadas en ambos casos es la diferencia en trato hacia los niños. El hecho de que sean comunidades pequeñas y con poca variedad genética, ha provocado que se observe una prevalencia de estos nacimientos. Esto, a su vez, ha hecho que ambas culturas acepten en cierta medida la existencia de tres categorías sexuales: el macho, la hembra y el seudohermafrodita. Sin embargo, la forma de abordar la cuestión es radicalmente diferente entre ambas comunidades.

En Salinas el nacimiento de un seudohermafrodita es aceptado con naturalidad y la transición es celebrada como una ocasión especial, según relata la propia doctora Imperato-McGinley en sus estudios, publicados en 1974. Sin embargo, los Sambia consideran a los turnims como hombres imperfectos, siendo rechazados y humillados por sus familias y por el resto de la sociedad. Según ha explicado el profesor Herdt a eldiario.es, “los sujetos a los que se identifica como masculinos son tratados de forma diferente y, por ejemplo, no se les permite casarse con una mujer”.

El sexo y el género no son blanco o negro

El caso de los güevedoces y de los turnims puso de manifiesto la importancia de los factores tanto biológicos como socioculturales a la hora de desarrollar la expresión del género. Desde entonces muchos otros estudios han evidenciado las dificultades que existen para abordar una definición clásica de lo que es masculino o femenino desde un punto de vista puramente biológico. Según el doctor Eric Vilain, director del Centro de Biología de Género de la Universidad de California, aunque la sociedad tiene opiniones categóricas sobre lo que debe definir el sexo y el género, la realidad es que “no existen evidencias biológicas que lo justifiquen y lo que nos encontramos es que hay muchas realidades intermedias”.

Pero pese a las evidencias científicas, casi 40 años después de los descubrimientos de estos investigadores, las personas que no entran en la estricta definición que marcan los patrones sociales siguen sufriendo todo tipo de discriminaciones, hasta el punto de plantear situaciones acientíficas e hirientes, como las recientes verificaciones de sexo realizadas a mujeres deportistas. Para el profesor Herdt, debemos seguir avanzando, “hasta conseguir que, de una vez por todas, nuestra sociedad acepte que el desarrollo humano es enormemente variable y que no debemos tratar de meter a todo el mundo en cajas limpias y ordenadas”.