La menopausia es un fenómeno excepcional e intrigante dentro de la naturaleza. Hasta ahora solo se conocía su existencia en humanos y en especies de ballenas como las orcas, cuyas hembras —a diferencia de lo que sucede de forma generalizada en el resto de seres vivos— viven muchos años después de la pérdida de su capacidad reproductiva. Por este motivo, el hallazgo anunciado este jueves en la revista Science sacude lo que se sabe hasta ahora sobre el fenómeno.
El antropólogo de la Universidad de UCLA Brian Wood y su equipo han hallado evidencias demográficas y hormonales de menopausia en un grupo de chimpancés salvajes en el Parque Nacional Kibale de Uganda, la conocida como comunidad Ngogo. Los autores han calculado un valor que han bautizado como representación posreproductiva (PrR), que es la proporción promedio de la vida adulta que una hembra sobrevive una vez superada la edad fértil. Mientras que la mayoría de los mamíferos, incluidas otras poblaciones de chimpancés, tienen un PrR cercano a cero, los autores descubrieron que las chimpancés Ngogo tenían un PrR de 0’2, lo que significa que, en promedio, las hembras viven el 20% de su edad adulta en un estado posreproductivo.
Las hembras viven el 20% de su edad adulta en un estado posreproductivo y presentan hormonas similares a las humanas
Otro aspecto interesante es que las muestras de orina de 66 hembras con diferentes edades y estados reproductivos mostraron que la transición a este estado estuvo marcada por cambios en hormonas como gonadotropinas, estrógenos y progestinas, similares a las que se producen en la menopausia humana. Sin embargo, las chimpancés en edad posreproductiva de la población Ngogo no participaron en la crianza de los hijos de sus hijos, lo que sugiere, a juicio de los autores, que la popular “hipótesis de la abuela”, que se ha utilizado para explicar la evolución adaptativa de largas vidas posreproductivas, no se aplica en este caso.
Esta hipótesis, que es la más aceptada a falta de una explicación mejor, plantea que la supervivencia de las hembras más allá del periodo estrictamente reproductivo favorece al grupo y la supervivencia de los genes de sus nietos. Esto explicaría la pervivencia del fenómeno desde el punto de vista evolutivo, dado que, al redirigir su energía a la de sus descendientes, las abuelas pueden aumentar la garantía de la supervivencia de sus genes a través de las generaciones más jóvenes. Pero no es esto lo que sucede en este caso porque, como señala Michael Cant, de la Universidad de Exeter, en un artículo de opinión en la misma revista, “a diferencia de los humanos y las orcas, las hembras de chimpancé de mayor edad no son abuelas trabajadoras”. Además, como las hembras jóvenes de chimpancé se marchan de su grupo en la adolescencia, una vez superada la edad reproductiva “no hay hijas reproductoras a las que puedan ayudar las abuelas chimpancés”.
Una menopausia diferente
Para Antonio José Osuna Mascaró, doctor en Biología y especialista en comportamiento animal, se trata de un descubrimiento fantástico que representa “uno de tantos casos en los que una característica que considerábamos exclusivamente humana deja de serlo, al menos en primates”. A su juicio, son interesantes las dos posibles explicaciones a la existencia de menopausia en este grupo de chimpancés en Uganda y no en otros: por un lado es posible que estén en una situación muy favorable y muy poco frecuente y, por otro, podría ser un rasgo presente en todos los chimpancés pero que no habíamos visto hasta ahora por la enorme presión humana que sufre esta especie.
Es un descubrimiento fantástico que representa uno de tantos casos en los que una característica que considerábamos exclusivamente humana deja de serlo
Sobre el hecho de que la “hipótesis de la abuela” no encaje con la estructura social de los chimpancés, Osuna cree que aunque se separe de su grupo en la adolescencia, la hembra estará cada vez más cercanamente emparentada con otros miembros del nuevo grupo. “Sus hijos se reproducirán y, poco a poco, las nuevas generaciones estarán más emparentadas con dicha abuela”, asegura. “Los autores creen que la menopausia de los chimpancés se explicaría por este mecanismo —señala—, las abuelas evitarían así competir con hembras más jóvenes que ellas y con las que probablemente comparten muchos genes, más cuanto mayor sea la diferencia generacional”.
María Martinón, paleoantropóloga y directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), cree que el estudio sugiere que la menopausia de estos chimpancés es diferente de la de los humanos principalmente en dos aspectos. Por un lado, solo se ve en este grupo, mientras que en el caso de los humanos caracteriza la totalidad de la especie y, por otro, la longevidad posreproductiva de este grupo de chimpancés afecta solo a las hembras, no a machos y hembras, por lo que cabe pensar que la presión selectiva inicial sea distinta en nuestra especie y otras. “Curiosamente, la menopausia en las orcas afecta también solo a las hembras —apunta— lo que nos previene sobre la extrapolación directa de lo que sucede en humanos a otras poblaciones con supuesta menopausia”.
En este caso, en lugar de tener como foco el cuidado de las crías, puede ser un mecanismo para evitar la competición reproductiva de las madres con las hijas
Para Martinón, el hecho de que la presión selectiva que conduce a este fenómeno sea diferente explica que la “hipótesis de la abuela” no se sostenga para todos los animales. “En este caso, en lugar de tener como foco el cuidado de las crías, puede ser un mecanismo para evitar la competición reproductiva de las madres con las hijas si siguen viviendo en el mismo núcleo u hogar”, asegura. “Quizá en origen pueda haber mecanismos comunes en especies longevas en las que se solapa la convivencia de varias generaciones, pero está claro que en nuestra especie el origen y efecto han divergido, y prima el efecto beneficioso del cuidado sobre la supervivencia de los hijos de los hijos”. En cualquier caso, concluye la especialista, el estudio es muy interesante porque “permite ahondar en la comprensión de un periodo singular que muy pocos animales poseen y que quizá no sea equivalente entre esas especies”.
Para Pluvio J. Coronado, profesor titular de Obstetricia y Ginecología y presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, la fortaleza de este trabajo es que puede abrir nuevas líneas de investigación sobre este fenómeno. Entre los hallazgos, destaca en declaraciones a SMC España, está el hecho de que el periodo posreproductivo es más corto que en humanas, un 20% frente a un 30% de la vida de la mujer. “Este artículo —concluye— despeja las posibles dudas sobre la exclusividad de la menopausia en humanas y concluye que la menopausia también existe y se manifiesta hormonalmente de la misma manera en los primates”.
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