Faltan unos días para el 8 de marzo y, aunque la convocatoria de huelga va dirigida a las mujeres, los hombres también estamos llamados a participar de la movilización de una u otra manera. ¿Podemos hacer huelga en nuestros trabajos? ¿Debemos hacerla? ¿Debemos ir a las manifestaciones? ¿Qué tenemos que hacer en casa? ¿Sirve de algo cuidar a la niña, limpiar la casa u ocuparnos de nuestro padre un día si el resto del año nos escaqueamos? ¿Hemos aprendido algo en este año de auge del feminismo?
El movimiento feminista convoca de nuevo a las mujeres a parar para visibilizar “que sin nosotras ni se produce ni se reproduce”. Además, anima a los hombres a que se encarguen de los cuidados. Como el año pasado los hombres nos hacemos muchas preguntas y no todas tienen respuesta clara. Vamos por partes.
Primero: ¿los hombres podemos secundar la huelga? Legalmente sí, podemos. La convocatoria no distingue entre hombres y mujeres así que, compañero, puedes hacer huelga. Otra cosa es que quieras (o que debas) faltar al trabajo. La decisión es tuya. Me planteo si precisamente lo que tiene sentido es que nosotros trabajemos y notemos la ausencia de las mujeres. Que suframos para sacar adelante el trabajo, que no lleguemos a todo. ¿Es la mejor opción? No lo sé.
Intento contrastar mi decisión con la de otros hombres. No busques justificación a tu machismo en este artículo. Antes de seguir, dos puntualizaciones: no hay mujeres en este texto porque ya está bien de que las usemos como una Wikipedia del feminismo. Hombres, por favor, hay mucha información en Internet. Y dos: los hombres que hablan en este artículo no tienen apellido para no darles mayor protagonismo porque, en esto, el protagonismo es de las mujeres. No se trata de contar su vida, sino de ver cómo hemos resuelto las preguntas que nos lanza el 8M.
Javier irá a trabajar el viernes, uno de los pocos hombres de España que está empleado en un punto municipal contra la violencia de género y que cree que el 8 de marzo no puede faltar. “Yo apoyo totalmente la huelga pero el día internacional de la mujer es un día de mucha actividad en la administración pública. Lo que hago es acudir yo a los actos para dar cobertura a mis compañeras y que ellas pueden hacer la huelga”.
Tomás también acudirá al trabajo. Es profesor de Psicología en la Universidad y su idea es repetir lo que hizo en 2018: “El año pasado fui a dar clase, no hice huelga, y trabajé temas de igualdad con los alumnos que fueron porque alumnas no fue ninguna”.
Los cuidados
Javier y Tomás no tienen personas a su cargo, así que trabajarán en sus puestos todo el día. Pienso en mi caso, tengo una hija. Normalmente es mi pareja (mujer) la que la deja con mi suegra y ella la lleva al colegio. El 8 de marzo lo haré yo para que las dos puedan hacer huelga de cuidados. Así que, en realidad, iré al trabajo pero menos horas. A las 17:00 tengo que recogerla en el colegio y después darle la merienda, bañarla, hacer la cena... Es otra forma de apoyar la huelga, ocuparse de los cuidados que normalmente hacen las mujeres.
Porque la huelga es también de cuidados. Es lo que va a hacer Ritxar: el 8M no llevará a su tres hijos al colegio. Él suele trabajar desde casa pero ese día no hará “nada relacionado con el trabajo, ni responder emails, ni a llamadas… y voy a poner un mensaje en el buzón de voz para que los que me llamen sepan que estoy en fase activa de cuidados. Visibilizar de alguna forma que los hombres estamos impactados por la lucha de las mujeres”.
Ir o no ir al trabajo y ocuparse de los cuidados. Pero, ¿qué podemos hacer si no tenemos ni una cosa ni otra? Es el caso de Víctor. “Tengo muy claro que la huelga está justificadísima pero aún no sé dónde me voy a presentar para poder cooperar. Pensaré qué harían ellas, el problema de los hombres es creer que el cambio está en nosotros mismos. Las mujeres, por contra, exportan su empoderamiento”.
Ir o no ir a la manifestación
Trabajo, cuidados... tercera gran duda: ¿Debemos ir los hombres a la manifestación o debemos dejar que ese espacio público sea ocupado solo por mujeres? Este es otro debate que se abrió el año pasado y que no tiene una respuesta unívoca. Tomás fue el año pasado y, sin embargo, este tiene casi decidido que no irá “salvo que tenga que cuidar de los niños de alguna compañera”. “Creo que los hombres no debemos ser protagonistas el 8 de marzo. Es como cuando se nos aplaude por asumir cuidados o decir que somos aliados. Ser protagonista no sirve tanto para dar ejemplo sino que, una vez más, sirve para poner mi privilegio de hombre en el centro”.
Víctor también fue el año pasado a la manifestación y tampoco irá este año. “Es el día menos indicado para aparecer en espacios que no son nuestros, que no hemos construido. El año pasado vi demasiados hombres y me chocó porque, por desgracia, no hay tantos hombres concienciados. Me da cierta vergüenza ponerme al lado de las mujeres ese día y copar un protagonismo que no me corresponde”.
Que no se acabe el 8M
No robar protagonismo a las mujeres y, sobre todo, que el cambio no acabe el 8 de marzo, que nos sintamos interpelados todo el año. Esto debería estar claro. Pero no lo está. “El discurso del feminismo es muy deseable socialmente –me dice Tomás– Y el 8M es un día estupendo para el postureo. Muchos hombres asumen unos compromisos que normalmente no asumen y hacen una lavado de cara que se queda ahí”.
“Vivimos en la cultura de la botella de champán. El 8 de marzo nos encargamos de los niños y las niñas, de las persona mayores, de la comida… y luego ponemos una foto en redes sociales pero el cambio, y la exigencia, es que los hombres asumamos la parte que nos corresponda los 365 días del año”, sentencia Ritxar.
Aprendizaje
Me queda una pregunta por responder: ¿Qué podemos aprender los hombres de la huelga feminista? Sobre todo, podemos ser más conscientes del trabajo que supone encargarse de los cuidados o la casa. A mí me pasa cada vez que estoy solo con la niña. Eso mismo le pasó a Tomás. “Al cuidar de los hijos de mis compañeras, soy más consciente de las implicaciones que tiene, que ese cuidado te impide hacer muchas otras tareas, a nivel laboral y a nivel vital. Es lo que hacen las mujeres a diario, regalar parte del tiempo de su vida. Pero no es cuestión de un día, es un proceso gracias al cual tengo claro que somos unos privilegiados”.
“La huelga nos puede enseñar que nos necesitamos, y que lo que dejamos de hacer unos impacta en otras. No podríamos ser los trabajadores que somos sin que alguien asuma el otro trabajo, el reproductivo y de cuidados”, concluye Ritxar. “Pero no es solo el 8M, la mejora debe ser continua. El machismo se ha organizado y ha perdido los complejos así que los hombres tenemos la obligación de hacer feministas los espacios que ocupamos, y ser el dique de contención al machismo, al humor tóxico en los grupos de whatsapp…”.
A Javier el 8M le sirvió para visualizar, claramente, la importancia de las mujeres en el trabajo. “En mi caso”, me dice, “soy el único hombre de una plantilla de 20 mujeres, así que ese día se ve cuánto perdemos si las mujeres se ponen en huelga. Pero del 8M me quedo con el paso tan grande que supuso para visualizar que lo que se pide es la igualdad, que no hay feminismos extremistas como dicen algunos”.