La Iglesia española nombra responsable de su Comisión antipederastia al obispo que no expulsó al abusador de La Bañeza

Los obispos españoles quieren atajar los abusos en la Iglesia nombrando coordinador de una nueva Comisión antipederastia, nada más y nada menos, que al obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, cuestionado por su actuación en los casos de abusos de La Bañeza y Puebla de Sanabria.

La citada comisión ha sido confirmada este mediodía por la propia Conferencia Episcopal Española (CEE), que en un comunicado anuncia que “comenzará sus trabajos esta misma semana”. Además de Menéndez, formarán parte de la misma “juristas de la Junta de la Episcopal de Asuntos Jurídicos; del Servicio Jurídico Civil; del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica; del Servicio Jurídico de CONFER; y de la Vicesecretaría para Asuntos Generales”.

Esto es: el polémico sacerdote Silverio Nieto, responsable del Servicio Jurídico Civil de la CEE y acusado de engaño por las víctimas del 'caso Gaztelueta', también formará parte del grupo, que ayudará a “preparar los materiales de trabajo que presentará el presidente de la CEE, cardenal Ricardo Blázquez”, en la reunión que todos los obispos del mundo tendrán con el Papa Francisco en febrero.

“Proteger a todos los menores”

La comisión debe actualizar los protocolos de actuación de la Iglesia española, vigentes desde 2010 y que han sido duramente criticados por las víctimas y por expertos, que consideran que da más relevancia al presunto abusador (un clérigo) que al menor abusado.

“Esta nueva normativa –apunta la CEE en una nota– sustituirá a los protocolos actuales, se adecuará de manera más perfecta al 'Modelo de Directivas' redactado por la Comisión Pontificia para la Protección de Menores con fin de ayudar a las Conferencias Episcopales y a las Congregaciones religiosas a desarrollar e implementar políticas y procedimientos para la protección de menores y adultos vulnerables contra el abuso sexual, para responder a los abusos en la Iglesia y para demostrar integridad en este trabajo”.

La nota de la CEE concluye comprometiéndose a “cuidar y educar, con respeto y ejerciendo su ministerio; proteger a todos menores y adultos vulnerables; crear comunidades seguras y solidarias que ofrezcan un entorno de amor donde haya una vigilancia informada sobre los peligros del abuso”.

Y lo harán, añaden los obispos, “seleccionando y formando cuidadosamente a todos aquellos con alguna responsabilidad en la Iglesia; respondiendo a cada queja de abuso contra el personal de la Iglesia; procurando ofrecer un ministerio apropiado de cuidado pastoral a aquellos que han sufrido abuso; y procurando ofrecer asistencia y apoyo pastoral, incluyendo supervisión y remisión a las autoridades apropiadas, a cualquier miembro de la comunidad eclesiástica, que se sabe que ha cometido un delito contra un menor, joven o adulto vulnerable”.

Las víctimas: “Esto sí que es alucinante”

“Esto sí que es alucinante”, declara Francisco Javier, la víctima de abusos en el seminario de La Bañeza a manos de José Manuel Ramos Gordon, se muestra indignado ante el hecho de que sea el obispo de Astorga quien coordine la 'Comisión Antipederastia' de la Iglesia española. Un obispo que, afirma, primero sólo condenó a su abusador a un año sin dar misas (que ni siquiera cumplió) y que, finalmente, aceptó su confinamiento en un monasterio, pero sin expulsarlo de la Iglesia. Y que se negó a indemnizar a la víctima al considerar que sería “prevaricación”.

“El gran ocultador que solo ha dado la cara cuando tú has descubierto todo, que permitió el homenaje al tipo que abusó de mí, y que todas sus decisiones han sido a regañadientes... ¿protegiéndonos? Sinceramente decepcionante”, cuestiona Francisco Javier, quien sostiene que la Iglesia española trata de lavar su cara “porque le están viendo las orejas al lobo, e intentan poner un muro de contención, porque si no terminan ahogados”.

“Sinceramente, no me creo nada. Y tampoco me creo nada de la reunión de febrero en Roma (que congregará a los presidentes de todos los episcopados del mundo con el Papa para intentar atajar los abusos). Hasta que no vea acciones, no me creeré nada”, concluye la víctima de La Bañeza.