El 83% de los ciudadanos españoles confía plenamente en las vacunas frente a la COVID-19 según un estudio presentado hoy, cuando se cumplen 6 meses de que la campaña comenzara con la inyección de Pfizer/BioNTech a Araceli Hidalgo en una residencia de ancianos de Guadalajara. Los datos los ha recabado la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT, Ministerio de Ciencia), y el porcentaje del 83% suma a dos colectivos: el 32,8% de los encuestados, vacunado ya; y el 49,9%, que está “totalmente seguro” de que se la pondrá en cuanto la tenga disponible. En julio de 2020, cuando todavía no había ningún fármaco aprobado, solo un 32% respondían “con total seguridad” su intención de vacunarse en la misma encuesta, que se ha hecho periódicamente estos 12 meses y que analiza la evolución de la reticencia vacunal y sus factores sociales asociados.
El estudio de campo de estos últimos resultados, 2.100 entrevistas a mayores de 18 años, se hizo del 3 al 21 de mayo de 2021.Evidencia que las actitudes frente a las vacunas contra al COVID-19 son “no estables”, han fluctuando en el tiempo durante este periodo, explicaba Josep Lobera, profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid y coordinador del informe. En la presentación también han intervenido Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid; lo ha moderado Pampa García Molina, redactora jefa de la Agencia SINC.
“La confianza y el miedo están directamente relacionados”, ha comentado Lobera, hablando sobre estos factores asociados y la buena respuesta de la ciudadanía española, que ha destacado entre la de la Unión Europea. España tiene a prácticamente al 100% de sus mayores con la pauta completa, mientras la media de la Unión Europea es del 80%. El 80% de los mayores de 40 años, la cohorte de edad por la que mayoritariamente van las comunidades, ha acudido a ponerse su dosis y ya la tiene. La predisposición favorable ha ido en aumento poco a poco a lo largo de toda la pandemia. En julio de 2020 eran el 32% los que tenían total confianza; en enero de 2021, el 58%; y entre mayo y junio de 2021 ya se coloca en el 83%.
Entre otras razones para que haya ido subiendo, Lobera ha indicado que ha inclinado a la gente el ver cómo otra población (en primer lugar, los mayores de 80) estaban siendo vacunados, y también en otros países; también ha tenido algo que ver la falta de polarización del proceso. En los estados de EEUU con mayor apoyo al líder del Partido Republicano, Donald Trump, que expresó públicamente dudas sobre la vacunación, ha habido “más escépticos” con las vacunas, ha recordado Simón. “No hay correlación” directa en ese fenómeno, pero las inclinaciones políticas “marcan”. En España, ningún partido ha pedido abiertamente a su electorado que no se inocule.
Actualmente, solo el 3,4% están seguros de no ponérsela de ninguna manera. Los principales factores que influyen sobre los que sí se niegan a pincharse son: la creencia de que las vacunas no son seguras; la complacencia (la percepción de que cuando la mayoría esté vacunada ya no será necesario vacunarse); los valores individualistas (lo han medido mediante la importancia de la aseveración; “me pondría la vacuna del coronavirus si con eso ayudo a proteger a mis mayores”); y la mentalidad conspirativa en torno a la COVID. A pesar de los buenos datos, el 58% de los preguntados afirma haber visto u oído mensajes mensajes en medios que animan a no vacunarse. Relacionado con esto último, sobre teorías de la conspiración: el 27% asegura haberlos oído o visto por televisión, el 34%, a través de las redes sociales.
El 25% cree “firmemente” que existen organizaciones secretas que influyen mucho en las decisiones políticas, y solamente el 17% cree “firmemente” en lo contrario. Casi un tercio (31%) considera que las mascarillas son“ malas para su salud”, solo el 16% cree firmemente que no lo son. Cerca del 8% cree firmemente que vacunar a menores de edad es dañino, el 35% opina que esto no es así.
Las cifras de este informe coinciden con las que extraía el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En su barómetro de septiembre, solo el 40% de los ciudadanos se quería poner su dosis “inmediatamente”, en cuanto estuviese disponible. En noviembre, bajó incluso al 36,8%. El visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento a la primera compañía que lo tuvo, Pfizer, fue en diciembre.
La encuesta del FECYT también preguntaba por la relajación o no de las medidas de prevención, sobre todo por la distancia física de 1,5 metros y las mascarillas. En mayo, ya terminado el estado de alarma y referido al último mes, solo un tercio de la población (32%) decía haber evitado los contactos sociales de manera estricta, veinte puntos menos que en enero. Y solo la mitad de la población (49%) aseguraba haber evitado o haber podido evitar de manera estricta estar en espacios cerrados con otras personas fuera de su ámbito de convivencia. Los principales factores asociados a no cumplir las medidas de prevención son: el incumplimiento de las medidas por su entorno social más cercano; la falta de confianza en las instituciones sanitarias; tener bajo nivel de estudios; y ser hombre.
Esta semana, España recibirá una cifra récord de dosis hasta ahora: 6 millones entre las cuatro compañías aprobadas (Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca/Oxford y Janssen/Johnson&Johnson). El 33,6% de los ciudadanos, más de 15 millones, ya tiene pauta completa (dos dosis o una en el caso de Janssen); el 51,4%, más de la mitad, al menos una dosis.