Los jesuitas han decidido abrir “un nuevo proceso interno” sobre abusos contra el artista esloveno Marco Rupnik. La Compañía ha anunciado que, tras recibir “nuevas denuncias que recogen comportamientos abusivos” a las que dan “credibilidad”, investigará hasta que se “desemboque en medidas disciplinarias firmes” contra él.
Rupnik es uno de los grandes artistas cristianos de nuestro tiempo, autor de murales en los mayores templos de la Cristiandad. Pero, para docenas de mujeres, un depredador sexual y de conciencias, que durante décadas (entre 1980 y 2018, según reconoce la propia Compañía de Jesús) campó a sus anchas, sin control, y ufanándose de su estrecha relación con el Papa Francisco. Incluso, aunque en un primer momento llegó a ser excomulgado, la medida no duró ni un mes.
Entre ellas, destaca la nota, firmada por el superior de Rupnik, Johan Verschueren, la prohibición, “por obediencia, de cualquier ejercicio artístico público, especialmente en relación con estructuras religiosas (por ejemplo, iglesias, instituciones, oratorios y capillas, casas de ejercicios o de espiritualidad)”. Unas medidas que se suman a las ya existentes: “prohibición de cualquier actividad pública ministerial y sacramental, prohibición de comunicación pública, prohibición de salir de la Región del Lacio”. Y que no siempre cumplió.
La decisión se toma tras una investigación interna, en la que Rupnik no quiso participar “a pesar de haber sido invitado”, que “confirma que la variedad de los testimonios recibidos, junto con lo que ya se conoce, demuestra que deben ser tomados en serio y plenamente en consideración”.
“Como Compañía de Jesús, tenemos el deber de tratar con seriedad estos casos y otros similares que han surgido y están surgiendo, desde el respeto y la protección de la verdad y la justicia para todas las partes implicadas”, concluye Verschueren, que insiste en que la medida se ha comunicado tanto a Rupni, como a los denunciantes y testigos. “Queremos tener ante nosotros la posibilidad clara de un camino que persiga el pleno reconocimiento de la verdad de los hechos por parte de los responsables y un camino de justicia por el mal causado”, finaliza el escrito.
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