Juan Carlos I recibió en Kazajistán un abrigo de leopardo de las nieves cuyo comercio se prohibió en 1975 por estar en peligro de extinción
El rey Juan Carlos I se fue de viaje privado a la república centroasiática de Kazajistán en febrero de 1998. No era de extrañar ya que el presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, era su amigo y, el país, un paraíso cinegético en la cordillera del Altai. Durante esa visita, el entonces jefe del Estado recibió de manos de Nazarbáyev un abrigo forrado de pieles blancas moteadas de negro. A todas luces, provenían de ejemplares de leopardo de las nieves cuyo comercio está prohibido desde 1975 por el peligro de extinción que acecha a la especie.
Se trataba de una de esas visitas particulares de Juan Carlos a Nazarbáyev con quien había trabado amistad tras conocerse en 1994. En uno de esos viajes, organizado para abatir cabras salvajes en 2002, el alcalde de la localidad de Almaty, Victor Khrapunov, asegura haber visto cómo se le entregaban al rey español unos maletines que, según el presidente kazajo, contenían dinero, como ha revelado elDiario.es. “Es el rey de un país, pero no tiene nada... Yo le ayudo como puedo…”, afirma el alcalde que espetó Nazarbáyev.
Pero el viaje del abrigo era anterior. Fue un 13 febrero de 1998 y el rey Juan Carlos se probó y posó para las fotos con la suntuosa prenda de solapas mullidas por la piel. 23 años antes, en julio de 1975, el leopardo de las nieves (Panthera Uncia) había sido incluido en el Anexo I de la Convención CITES que regula el comercio con especies salvajes. Es la lista de animales más amenazados y la convención “prohíbe el comercio internacional con estos especímenes” salvo para casos muy excepcionales como la investigación científica. España firmó este acuerdo internacional en 1986. Una fuente de la diplomacia española que estuvo presente en ese viaje del rey a Kazajistán confirma que se trata de un abrigo de auténtica piel de leopardo de las nieves.
La convención especifica que se incorpora a animales en riesgo que “están o pueden estar afectados por el comercio”. Y añade que la regulación debe ser “particularmente estricta para no agravar su peligro de supervivencia”. Actualmente se calcula que hay algo menos de 4.000 ejemplares distribuidos por 12 países de Asia Central. La población en Kazajistán supera por poco el centenar, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
“La caza del leopardo de las nieves no está permitida en ningún lugar del mundo. Ni ahora ni, por lo que nos consta, en 1998”, explican al elDiario.es en la Unión Internacional. Es decir, no cabe la posibilidad de que Kazajistán, que se adhirió a la CITES en 2000, permitiera en ese tiempo un cierto cupo legal de caza de leopardos como sí ocurre, por ejemplo, con las poblaciones de elefantes en Botsuana, Namibia, Zimbabue o Suráfrica.
“He dado un salto de sorpresa y rabia al ver la fotografía del rey Emérito con el abrigo”, cuenta a elDiario.es el fotógrafo Oriol Alamany, que ha pasado tres inviernos en el Himalaya para observar y retratar estos animales. “Aunque no me acostumbro, ya no me produce sorpresa ver a Juan Carlos I al lado de animales recién muertos de especies amenazadas, como el famoso elefante africano de Botsuana, un rinoceronte negro o un leopardo africano”. Y luego reflexiona que “la vergüenza que he sentido como ciudadano de este país al verle luciendo un abrigo de leopardo de las nieves, uno de los animales más escasos y amenazados del mundo, ha sido ya superlativa”.
Cientos de animales abatidos cada año
La UICN calificó en 2016 al leopardo de las nieves como especie “Vulnerable” porque calculó que hay unos 2.700 ejemplares maduros y el umbral que la organización pone para declararla “en peligro” está en 2.500.
Sin embargo, la red internacional de vigilancia del comercio de vida salvaje Traffic, ha calculado que, cada año, se matan entre 221 y 450 leopardos de las nieves de los que “no menos del 20% se dedican directamente al tráfico ilegal”. Una buena parte de las cacerías se realizan como “castigo” tras producirse ataques al ganado, aunque una porción de esos animales muertos termina, finalmente, destinada a comerciar con ellos.
Los principales artículos de este negocio son, precisamente, la piel y los huesos, muy valorados en el mercado de medicina tradicional china. Un portavoz de Traffic ha contestado a elDiario.es que las restricciones de la convención CITES “no se aplican a especímenes considerados efectos personales”, pero que, en ningún caso, puede utilizarse esa cláusula “si se adquieren fuera del estado de residencia habitual o son importados”. En todo caso, los productos a base de animales protegidos como este felino necesitan permisos específicos de exportación e importación.
La UICN recuerda que “solía haber prendas por toda el área de distribución del leopardo en el pasado. Existen muchas pieles antiguas todavía rondando desde aquellos tiempos en museos y colecciones privadas”. La organización Traffic considera muy relevante saber si la prenda que recibió Juan Carlos de Borbón es previa a 1975 o posterior.
Sin embargo, la Casa del Rey no ha contestado sobre si eran conscientes de que ese abrigo en particular estuviera realizado con este animal o la fecha de producción de la pieza. Tampoco sobre si, finalmente, fue trasladada a España y si se contaba entonces con los permisos de exportación e importación. Fuentes de la institución indican que los detalles de los regalos recibidos por la Jefatura del Estado se conocen pormenorizadamente a partir de 2014 cuando se promulgó la ley que los regula.
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