Oruro (Bolivia), 1 abr (EFE).- Cuando se llega al lago Uru Uru, a unos cuantos kilómetros al sur de la ciudad boliviana de Oruro, ningún esfuerzo parece ser suficiente para frenar la degradación ecológica de ese humedal casi seco al que llegan plásticos, aguas servidas y desechos de la actividad minera cercana.
El desastre se contrapone a la casi olvidada declaración Ramsar, una convención relativa a los humedales de importancia internacional, que se estableció hace casi veinte años tras valorarse que el lago Uru Uru y su vecino Poopó eran una rica ecoregión.
En el Uru Uru y el Poopó existen aproximadamente 76 especies de aves, unos 120.000 flamencos de tres de las seis clases que hay en el mundo, plantas y peces endémicos que han servido de sustento al pueblo de los urus, que se cree es uno de los más antiguos del continente.
El activista Limberth Sánchez dijo a Efe que el Uru Uru es prácticamente un milagro de la naturaleza ya que se formó a mitad del siglo pasado por un rebalse que hubo del río Desaguadero, aquel que llega desde el lago Titicaca, en el norte.
“A partir de 1955 por el rebalse (del Desaguadero) se ha formado”, incluso, “había un puesto de la Naval” en los años de 1960 y 1970, y desde aquel tiempo se han sembrado peces como el pejerrey, karachi y mauri que han dado vida a “siete cooperativas pesqueras”, mencionó.
El Uru Uru no es demasiado profundo, en tiempos húmedos ha llegado a tener hasta metro y medio, sin embargo, ahora el espejo de agua tan solo ocupa 20 de los 214 kilómetros cuadrados, dijo Sánchez refiriéndose a datos de la Alcaldía orureña.
LA DESOLADORA CONTAMINACIÓN
El punto más crítico es la desembocadura del canal Tagarete, una alcantarilla a cielo abierto, que proviene de la ciudad de Oruro y cuyas aguas pestilentes han traído innumerables desechos diseminados a lo largo de más de un kilómetro.
Las miles de botellas descartables crujen con el sol y parecieran tener vida en la medida que el calor aumenta o disminuye mientras que en el montón de basura hay juguetes viejos, zapatos, pañales usados, envases de todo tipo y hasta varios esqueletos de perros.
Una parte de esa basura está en la superficie mientas que aquella acumulada en los años anteriores está debajo de la arena a modo de una resina negra nauseabunda en un playón.
El agua del lago “tiene metales pesados como el cadmio, zinc, arsénico, plomo, inclusive el mercurio”, menciona lamentándose Sánchez por los desechos de aguas ácidas de la mina San José que hasta allí llegan.
LA PESCA DECADENTE EN LA ZONA
“De la riel para abajo (oeste) está apto para la pesca y de la riel para arriba (este) están totalmente contaminadas las aguas”, manifestó a Efe Félix Quiroz, un pescador que durante muchos años fue un activo dirigente indígena dedicado a reclamar por la contaminación.
Justamente esa vía férrea construida hace varios años atraviesa el lago y divide el lado más contaminado del que no.
Quiroz ingresó al lago hace unos días y en casi diez horas de faena únicamente pescó un único pejerrey de no más de 15 centímetros cuando hace algunas décadas, antes de 1995, año en el que identificó el declive del ecosistema, el tamaño podía ser el triple.
Incluso, un pequeño refugio turístico en las orillas ha quedado abandonado y no tiene más utilidad que ser un espacio para la cría de algunos cerdos. En la que fue la orilla están varias balsas abandonadas porque “el lago se ha ido”, dijo un habitante de la zona a Efe que prefirió no dar su nombre.
SIN SOLUCIONES ESTRUCTURALES
En una libreta Guillermo Quispe, que es el director de Gestión Ambiental de la Alcaldía de Oruro, anotó lo necesario para hacer una limpieza del playón convertido en basurero de unas 10 hectáreas mientras un grupo de funcionarios hacen un simulacro de limpieza.
Estimó que se necesitan unas 500 personas, guantes de goma, palas, botas, muchos sacos de basura además de varios camiones de carga y al menos un tractor pala para retirar toda esa basura que, según estimó, es producto de los últimos 8 a 10 meses.
El lago “en un quinquenio puede desaparecer”, es necesario “hacer esta limpieza prolija” y un “sistema de rejillas aguas arriba”, dijo a Efe, pero tanto el número de personas como los datos que manejan parecen ser insuficientes o inexactos.
“Son 240 hectáreas sin tomar en cuenta el lago Uru Uru” las afectadas por la contaminación, aseveró con seguridad el exdirigente Quiroz, mientras que Sánchez sostiene que toda esa basura se viene acumulando hace años en los que poco se hizo.
En los márgenes de la parte del lago más contaminada se ven plumas y restos de flamencos y otras aves muertas, que según han comentado los pobladores es porque creen que enferman por la contaminación de las aguas convertidas en esos sectores en un pantano.
La situación ha hecho que voluntarios, funcionarios y políticos hablen de hacer una limpieza profunda, distinta a aquella que se produjo hace como ocho años pero dejó promontorios de basura que nunca se recogieron.
No obstante, da la impresión de que mientras la planta de tratamiento de aguas residuales pueda tratar con los desechos y estén habilitadas las plantas de compostaje y reciclaje, las limpiezas que se hagan serán todavía insuficientes.