El precedente de lo que se producirá en el litoral de La Palma si la lava del volcán de Cumbre Vieja alcanza el mar es lo que sucedió en El Hierro. El mes que viene se cumplen diez años de la erupción submarina en el Mar de las Calmas, en la costa herreña. Apenas tres años después de que concluyese la actividad volcánica, ya había “un ecosistema marino mucho más rico y productivo” del que existía. “Entonces, ¿por qué no se va a producir igual en La Palma?”, se pregunta el oceanógrafo físico e investigador del Instituto Español de Oceanografía Eugenio Fraile.
Parece una gran contradicción. Después de la destrucción del primer momento, surgirá la vida marina con más fuerza gracias a los nuevos nutrientes que se habrán depositado. Al menos, así sucedió en El Hierro. “Esos compuestos de sílice, aluminio, hierro, magnesio o calcio llegan también al mar y ahí sufren un proceso de alteración por el agua, que va liberando estos compuestos y lógicamente también va dotando de muchos nutrientes para que se vaya desarrollando más vida submarina”, confirma María José Huertas, petróloga del Departamento de Petrología y Geoquímica de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid.
En un primer momento, al igual que a su paso sobre la superficie terrestre, la lava arrasará con todos los organismos. Algunos peces lograrán huir, pero otros muchos morirán. “Hay que tener en cuenta que las cenizas volcánicas también pueden tener un efecto de fertilización en la zona”, continúa Fraile, que apunta que el punto previsto de entrada está muy próximo a la reserva marina de La Palma.
En Canarias hay tres reservas marinas: la de La Graciosa, la de La Palma y la de La Restinga-Mar de las Calmas. La reserva marina de La Palma se ubica en el litoral sur occidental de la isla, entre la Caleta de los Pájaros y la Punta Gruesa, indica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su web. La reserva comienza unos ocho kilómetros al sur del área en el que se espera que llegue la lava. En la reserva de La Palma hay gran diversidad de flora y fauna marina. En esas aguas se pueden encontrar anémonas tropicales, algas pardas, la langosta canaria, viejas (Sparisoma cretense), salemas o incluso tortugas marinas.
El Hierro como guía
“Nosotros ya tenemos un background de lo que ha ocurrido en El Hierro”, asegura. “Sabemos que, por supuesto, en un primer estadio va a ser algo negativo desde un punto de vista ecosistémico porque ya solamente la acción de la lava va a sepultar los organismos que existen en el litoral”.
“Nadie puede hacer nada”, lamenta el investigador. “Pero después sabemos que puede haber un efecto positivo, lo hemos visto en El Hierro”, dice animado. Tres años después, ya había “un ecosistema marino mucho más rico y productivo”. “Los organismos que están ligados al fondo, que no se pueden mover, van a morir. Van a ser sepultados por lava que entra a 1.100 grados centígrados”. Esto también sucedió en la isla vecina, pero solo dos años después “la recolonización de ese nuevo sustrato fue impresionante”.
Fraile añade que estudios recientes publicados en Science o en la Universidad de Hawaii confirman que las lavas al entrar en el agua pueden producir un upwelling físico natural que puede derivar en “un enriquecimiento del ecosistema marino”.
Pero, ¿qué es el upwelling exactamente? Es un proceso de fertilización físico a través de movimientos ascendentes de agua. “La lava entra en el mar y produce un efecto que trae agua del fondo rica en nutrientes hacia la superficie”, define Fraile. Se produce un efecto similar a lo que sucede “cerca de la costa africana, cerca de Canarias en el afloramiento, ahí es debido al viento y aquí puede ser debido a la intrusión del magma”.
“La naturaleza tiene mecanismos de regeneración”
Para el experto, que llegue lava al mar no es peligroso para la sociedad, porque el área ha sido acotada, y no va a ser una catástrofe medioambiental. “No podemos parar la naturaleza, pero la naturaleza tiene mecanismos de regeneración, y lo hemos constatado, que son rápidos y efectivos. En ese sentido, no va a ser una catástrofe medioambiental, sino todo lo contrario. Los volcanes son vida. Por favor, que se entienda que hablamos desde un punto de vista científico”, especifica Fraile. “Sí, se va a destruir en un primer estadio, pero ya tenemos la certeza de que en breve se podrá recuperar y bastante bien”, añade.
Por otro lado, en el momento en el que la lava se introduzca en el mar se producirán explosiones, se generarán columnas de vapor y se producirán gases tóxicos. “Pero no hay peligro”, asegura Fraile. “Toda la zona va a estar perfectamente acotada, entonces nadie va a poder respirar estos gases emanados por el contacto con el agua”.
Al mismo tiempo se va a dar un proceso de solidificación que generará “pequeñas plataformas marinas” que irán avanzando en el mar y que podrían “colapsar y seguir generando magma y pequeñas explosiones”.
La lava todavía no ha llegado al mar. En un principio, por el ritmo con el que la colada descendía por las laderas de la isla en las primeras horas eruptivas, se pensó que el magma llegaría a la costa durante el segundo día de erupción. Sin embargo, la velocidad de descenso disminuyó y, después de ocho días, la lava no había alcanzado el mar. Surgieron dudas entonces sobre si tendría lugar el encuentro. Durante toda la semana, el volcán de Cumbre Vieja ha tenido picos y valles de actividad, algo normal en erupciones estrombolianas, por lo que el consiguiente avance de la lava no ha sido constante.
El Instituto de Oceanografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha movilizado con carácter de urgencia su buque Ramón Margalef. Hasta La Palma se ha desplazado el equipo de Geología Marina para realizar “un levantamiento topométrico” de la zona, esto es, un relieve o reconstrucción en tres dimensiones del fondo marino “para comparar con datos que ya tenemos previos, de antes de la erupción”, concluye Fraile.