En medio de los anuncios en cascada de grandes farmacéuticas sobre sus avances en la vacuna contra la COVID-19, varios grupos científicos españoles prosiguen sus investigaciones para conseguir un suero eficaz contra la epidemia en el que no se dependa del exterior.
Con medios seguramente más modestos que los de Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Sanofi y Johnson & Johnson (por citar las cuatro farmacéuticas con las que la UE tiene contratos firmados), algunos de los equipos de investigación más avanzados actúan en España bajo el paraguas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Si todo va bien, a finales del año 2021 o principios del 2022 algunas de estas vacunas podrían estar listas para su comercialización.
Es el caso del equipo del doctor Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB–CSIC), que está elaborando el dossier para obtener autorización de la Agencia Europea del Medicamento y después de la Agencia Española del Medicamento e iniciar la fase clínica de ensayos con unos cien voluntarios en el primer trimestre de 2021, y más adelante con entre 500 y 600 para la fase II. Si no hay contratiempos, podrían iniciar la fase III en el tercer trimestre, con miles de voluntarios. Su disponibilidad comercial, matiza, dependerá en último caso de la financiación para la producción y de las empresas participantes.
Están desarrollando una vacuna basada en una variante del suero de la viruela, un virus de ADN que puede “conferir una inmunidad duradera, prácticamente de por vida”, nos explica, además de ser un “agente muy potente” desde el punto de vista inmunogénico que activa todos los brazos del sistema inmune que son relevantes en protección. “Hemos insertado el gen de la espícula, hemos caracterizado su comportamiento con animales y comprobado que cumple todos los requisitos esperados para inducir protección como vacuna en humanos, porque activa niveles altos de anticuerpos neutralizantes y de la población de células linfocitos T que son los encargados de reconocer y destruir la célula infectada”, remarca.
El doctor Esteban hace hincapié en que creen que esta vacuna puede conferir respuestas inmunes duraderas, dada la experiencia con otros virus recombinantes como el chikungunya, el zika y el ébola con una sola dosis. Hay otra cuestión que destaca: la vacuna es muy estable y puede durar días a temperatura ambiente, meses a 4 grados y muchos años a –20 grados. Además se puede liofilizar, “con lo que se puede transportar a cualquier lugar del mundo, por muy remoto que sea”. Esteban hace esta apreciación para contraponer las propiedades de esta vacuna y la de Pfizer, que debe conservarse a –80 grados de temperatura, lo que complica seriamente la logística de su almacenamiento y traslado, sobre todo a determinadas partes del mundo.
Y ¿por qué es tan importante que haya una vacuna española cuando ya se están desarrollando las extranjeras, que van a llegar antes? Para Esteban hay varios motivos: “En primer lugar porque España, como país científica y tecnológicamente avanzado, debe participar en esta búsqueda, por esta pandemia y las que vendrán en el futuro”. Hasta ahora, el país no disponía de empresas con capacidad de generar vacunas de uso humano, pero las que generaban vacunas de uso animal están ahora también aplicando tecnologías para adaptarse. “También es importante que no dependamos siempre de fuera”, considera. De este modo, se puede actuar con rapidez en caso de brotes de epidemias en lugares concretos.
Hay más motivos para seguir avanzando con las vacunas en España, como expone la doctora Isabel Sola, que dirige un equipo junto al virólogo Luis Enjuanes, también del CSIC. A su juicio, “son complementarias entre sí”. “A la hora de fabricarlas, si se dispone de distintas vacunas que tienen a su vez sus procesos de fabricación en paralelo, quizá se avance más rápido para conseguir un número de dosis suficiente”, reflexiona. Cree que el problema que plantea la COVID “es suficientemente grande para necesitar la cooperación de distintas alternativas de vacunas” y por eso se están produciendo de forma simultánea. En su caso, tienen previstos los ensayos en fase I el próximo año. Asegura que su suero sería eficaz con una sola dosis. Su candidato consiste en replicones de ARN derivados del genoma del virus SARS-CoV-2, que obtienen mediante ingeniería genética para eliminar las partes que causan daño y conservar aquellas que ayudan a inmunizarse.
Resultados con ensayos en ratones
El equipo del doctor Vicente Larraga es otro de los que está en cabeza en España para obtener la vacuna contra el SARS-CoV-2. Esta misma semana van a conocer resultados de los experimentos con ratones genéticamente modificados, y alrededor de mediados de diciembre con hámsters. Estos resultados ya les van a dar una primera idea de la efectividad del suero, que esperan que supere el 60%. Y confían, antes de fin de año, en pedir los permisos a la Agencia Española del Medicamento para iniciar los ensayos en humanos. Este equipo desarrolla una vacuna frente al SARS-CoV-2 basada en ADN recombinante. Ya desarrollaron una vacuna de estas características frente a la leishmaniasis canina que está en fase IV (solicitud de permiso de fabricación y comercialización a la Agencia Europea del Medicamento). Ahora ha adaptado la tecnología a la COVID-19 en una vacuna que se puede mantener a temperatura ambiente.
Para Larraga, el objetivo de la investigación es meridianamente claro: “No puede ser que existiendo la capacidad técnica y tecnológica de que España consiga producir sus propias vacunas no las busque. No podemos estar dependiendo de otras empresas que tienen su política y harán su política. Debemos tener nuestra propia capacidad de protección de los ciudadanos y creo que ese ha sido el motivo principal para que nos pusiéramos a trabajar”.