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La vuelta al armario de las personas mayores LGTBI: “La visibilidad cae a partir de los 50. ¿Qué estamos haciendo mal?”

“No sabemos quiénes son las personas mayores LGTBI porque apenas les hemos visto”. Se expresaba así en 2009 Beatriz Gimeno, la entonces presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) y ahora diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid. Que han pasado diez años y seguimos sin verles es quizás el principal balance que hace la FELGTB casi al final de 2019, un año que ha dedicado a los 'Mayores sin Armarios' con el objetivo de “dignificar y visibilizar” a este colectivo. El lema encabezó la multitudinaria manifestación del Orgullo LGTBI en la capital el pasado mes de junio.

Este lunes, la organización ha presentado un informe que analiza, a través de una encuesta a 145 personas mayores de 55 años y nueve entrevistas personales, algunas de las características específicas de los mayores LGTBI. Personas que nacieron en la dictadura y tuvieron que enfrentar exclusión y persecución en un momento en el que incluso las leyes así lo establecían. “Vinimos al mundo en una sociedad hipócrita; sin maricones y travestis. No existíamos. Estábamos escondidos para no ser fichados por la Policía, para no perder nuestros trabajos...”, cuenta Pedro Antonio Beguería, que ha estado en la presentación.

Desde entonces hasta ahora las cosas han cambiado mucho, pero los mayores LGTBI sufren “una múltiple discriminación” y “se enfrentan a nuevos armarios y a violencias y discriminaciones” debido a la falta de políticas públicas de envejecimiento que les tengan en cuenta, concluye la FELGTB. La vuelta al armario es, de hecho, una de las conclusiones principales del informe: cuando se les pregunta en qué épocas de su vida han sido visibles en diferentes ámbitos –la familia o el trabajo, entre ellos– los porcentajes más altos se concentran entre los 31 y 50 años. A partir de entonces, desciende y en ningún caso supera el 30%.

Es decir, los mayores se invisibilizan a medida que superan esa franja de edad. Jennifer Rebollo, gerente de la FELGTB, define estas cifras como “la radiografía perfecta” de la vuelta al armario. “La visibilidad cae a partir de los 50 años, lo que lleva acarreada una mayor vulnerabilidad y un mayor rechazo. Es difícil de aceptar en una sociedad que ha avanzado y que es cada vez más diversa. ¿Qué estamos haciendo mal o qué mensaje le estamos lanzando a nuestros mayores?”, se pregunta.

A Pedro Antonio no le sorprende “en absoluto” porque “al cumplir cierta edad te vuelves invisible, y si a eso le sumas la homofobia...”. Por ejemplo, el regreso a la invisibilidad puede ocurrir en las residencias para la tercera edad, donde la presunción de heterosexualidad también está presente: “Ingresar en una nos suele producir temor. Sabemos por compañeros que somos claramente rechazados en algunas de ellas, que están alineadas con posturas conservadoras”, reflexiona este hombre zaragozano de 71 años. Por eso, la Fundación 26 de Diciembre, entidad que trabaja por la inclusión de los mayores LGTBI abrirá una residencia para personas no heterosexuales y trans en el madrileño barrio de Villaverde (Madrid). 

¿Quiénes son los mayores LGTBI?

Como decía Gimeno hace diez años, apenas sabemos quiénes son las personas mayores LGTBI y un acercamiento a los datos disponibles permiten concluir que hay un sesgo en la representación. En la muestra que ha usado la FELGTB, hay un claro predominio de hombres cis –cuyo género asignado al nacer coincide con el sexo sentido– y de gays. Un hecho “profundamente relacionado con la invisibilidad” de las mujeres lesbianas y las personas trans, zanja el colectivo. 

También el componente de desigualdad de género es fácilmente identificable en los resultados obtenidos sobre ingresos, en los que se observa una clara diferencia entre mujeres lesbianas y hombres gays. Ellas están más representadas (un 65%) en la franja de entre los 600 y los 1.500 euros mensuales y ellos (un 81%) perciben más de 1.000. Además, un 54% de los hombres gays cobra más de 1.500 y en el caso de las mujeres lesbianas, un 27%. Sin embargo, el colectivo más “precarizado” es el de las personas trans: un 72% de la muestra cobra menos de 700 euros.

“Carecimos del desarrollo afectivo sexual”

La soledad es otro de los elementos cruciales que afecta en la vejez en general y a las personas LGTBI en particular. Según datos aportados por una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el INE, el 22,9% de los adultos de más de 65 años en España viven solos. El reciente informe de la FELGTB eleva este porcentaje al 51%. “Nos quedamos en soledad en mayor proporción por el tema de la familia...”, deja caer Pedro Antonio.

Y es que, por las circunstancias sociales en las que crecieron, muchos y muchas no tienen pareja ni hijos y, en muchos casos, fueron rechazados por sus propias familias. Si comparamos la población general, de acuerdo a los datos sobre estado civil del INE de 2017, con los datos resultantes de la encuesta vemos que un 61% de las personas mayores de 65 años estaban casadas; mientras que solo lo están el 30% de los que han respondido al sondeo. Un 41% asegura que su familia aceptó su orientación sexual o identidad de género, pero un 30% dice que una parte, no lo hizo.

“En definitiva, la soledad y el aislamiento son problemas recurrentes que se unen a la cuestión de la discriminación y la aceptación social”, prosigue el informe, que pone sobre la mesa algunos otros datos reveladores. Es significativo que la mayoría, el 75%, responde que no ha recibido un trato discriminatorio por parte de personal de servicios sociales o sanitarios, pero al mismo tiempo más de la mitad (un 53%) coloca entre sus principales necesidades que haya servicios sociales y residenciales adaptados a su realidad y un 57% revindica visibilidad y aceptación.

“Carecimos del desarrollo afectivo sexual que nos era necesario, lo pasamos muy mal o medio mal en la dictadura, no teníamos referentes…Pero nuestra experiencia puede ser útil para enseñar a otros y llegar a una sociedad en la que la igualdad sea un derecho y no una cuestión de declaraciones. Tenemos derecho a que nos cuiden bien en residencias y hospitales y ninguna obligación de volver al armario, aunque algunos nos quieran devolver a él. En concreto, unos tres millones de ciudadanos...”, ha ironizado Pedro Antonio en referencia a los votos conseguidos por Vox en las pasadas elecciones generales.