- La histórica abogada feminista es uno de los testimonios de la querella que pide a la jueza argentina María Servini que investigue los crímenes del franquismo contra las mujeres
Tardó cuarenta años en contar los detalles. Pero hace dos se decidió a hacerlo por primera vez. Ahora el testimonio de Lidia Falcón, detenida en siete ocasiones entre 1960 y 1974 y torturada por la policía franquista, forma parte de la histórica querella que el pasado 16 de marzo la organización Women's Link interpuso en Argentina ante la jueza María Servini. El objetivo es que la magistrada que instruye el único proceso en el mundo que juzga los crímenes del franquismo amplíe la causa e investigue los delitos cometidos contra las mujeres.
La querella incluye a seis víctimas, pero solo Falcón sigue viva. La histórica abogada feminista pone rostro a una parte de la represión que sufrieron las mujeres durante la dictadura por el hecho de serlo. Ellas soportaron agresiones sexuales, violaciones, insultos sexistas o purgas con aceite de ricino. A Falcón todavía se le saltan las lágrimas cuando recuerda la primera vez en la que sus dos hijos fueron a visitarla a la madrileña cárcel de mujeres de Yeserías, donde estuvo nueve meses condenada a muerte. “No les dije que pensaban matarme”, afirma.
Por eso, dice, por sus hijos, estuvo tanto tiempo sumida en el silencio. “No quería que se enteraran de lo que viví, pero es una forma de apoyar el trabajo que están haciendo las víctimas y las asociaciones de memoria histórica”, explica. “Lo que viví” son las humillaciones y las palizas que Falcón sufrió en la Dirección General de Seguridad de Madrid, donde se encontró con el comisario Roberto Conesa, implicado en la ejecución de 'Las Trece Rosas' y con Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', uno de los símbolos de la tortura franquista.
Nueve días en las dependencias franquistas
Antes de entrar en prisión, Falcón estuvo nueve días en aquellas temidas dependencias franquistas, “un sitio lúgubre y terrorífico”, según lo define. Allí fue brutalmente apaleada y sufrió los interrogatorios de 'Billy el Niño', sobre el que la justicia pidió una orden de captura internacional en el marco de la querella argentina, que fue rechazada por la Audiencia Nacional en 2014. Falcón coincide con otras de las víctimas del policía al afirmar que “disfrutaba con lo que hacía”.
La abogada fue detenida en Barcelona por la Brigada Político Social en septiembre de 1974. “Vinieron a buscarme al despacho y salí de allí esposada a la una de la madrugada camino a Madrid”. Hicieron lo mismo con su compañero, Eliseo Bayo, y con su hija. “A las pocas horas de llegar comenzaron a apalearme. Los policías hacían lo que llamaban 'la rueda': paseaban a tu alrededor y cada uno que pasaba te pegaba un puñetazo”. Pero lo peor, que duró los nueve días, estaba por venir.
“Al principio uno me sostenía los brazos y tiraba de ellos mientras otro me pegaba puñetazos en el abdomen al grito de 'puta, así ya no parirás más', pero terminaron cansándose”, recuerda. A partir de entonces la torturaban con las muñecas agarradas con cuerdas que permanecían atadas a dos ganchos que colgaban del techo. “Cuando me desmayaba, me tendían en el suelo y me lanzaban cubos de agua, al despertar estaba completamente mojada”, sostiene Falcón, que recuerda la sensación “de pensar que no vas a salir de allí”.
Al día siguiente las torturas continuaban, pero al final “me dolían tanto los brazos que a los pocos minutos me desmayaba, yo no podía contestar y ellos no se divertían”. Aquellos golpes son ahora cicatrices producto de las varias operaciones a las que ha tenido que someterse la también escritora para intentar paliar las consecuencias. “Me rompieron los dos tendones supraespinosos de los brazos y me dejaron secuelas en el abdomen”, afirma.
El origen de su detención
Dos días antes de su detención, ETA había cometido un atentado en la madrileña cafetería Rolando de la calle del Correo que acabó con la vida de 13 personas, con el que la vincularon. Todo comienza con el piso que Falcón había comprado en la capital para montar un despacho en el que tenía que hacer obras. “Una amiga, Eva Forest, me recomienda a un albañil que hace armarios ocultos en la pared, yo accedo y le envío las llaves y el dinero”.
En agosto de ese año, detienen a dos presuntos etarras a los que encuentran una agenda con una anotación: 'Rolando 2:15-2:30'. “Cuando ocurre el atentado, vuelven a ellos, que afirman tener un enlace en Madrid que se llama Eva Forest que les había alojado en pisos francos”. Falcón supo después que uno de ellos era el suyo. “A los pocos días detuvieron a Forest y al hacer los registros encontraron las llaves del piso. Ella, según me contó después, fue la que les comunicó que eran mías”.
Por aquel atentado “detuvieron a unas 200 personas relacionadas con Forest, pero quedamos 22 procesados”. Nunca juzgaron a ninguno de ellos. “Salimos de la cárcel en uno de los indultos a los pocos días de la muerte de Franco”, rememora. Falcón describe con pelos y señales este episodio porque, dice, “es el más duro”. Pero fue detenida otras seis veces por el régimen debido a su actividad política y estuvo seis meses en la cárcel Trinidad de Barcelona en 1972. Su experiencia carcelaria le sirvió para escribir En el infierno: ser mujer en las cárceles de España.
Respecto a la querella que se acaba de presentar, Falcón apunta que “es importante investigar” desde una perspectiva de género “los crímenes cometidos”. Para ejemplificar esa represión específica que sufrieron ellas afirma que “los insultos sexistas y frases como 'puta, zorra, te reventaré los ovarios' eran constantes y a otras compañeras las violaban y desnudaban”. En otros países como Argentina ya existen once condenas por delitos sexuales contra mujeres durante la dictadura.